La transici¨®n energ¨¦tica y sus costes
La subida de la luz y del gas, un 44% desde enero, es un riesgo para el aparato productivo
El verano ha sentado bien a la econom¨ªa espa?ola, gracias al fuerte tir¨®n del turismo y a la pujanza del mercado laboral. Tanto la ocupaci¨®n hotelera como los desplazamientos apuntan a una temporada que se acerca al 70% del nivel r¨¦cord de 2019, desmintiendo algunas de las previsiones sombr¨ªas a ra¨ªz de la expansi¨®n de la variante delta. Por otra parte, la afiliaci¨®n a la Seguridad Social crece a ritmo sostenido, alimentando el rebote del consumo de las familias. Algo similar sucede en los pa¨ªses vecinos, de ah¨ª la mejora europea y en paralelo la de nuestras ventas en el exterior. Todo ello augura un tercer trimestre boyante, con un crecimiento del PIB sin duda superior al 3%.
El reverso de la medalla es el mantenimiento de la senda alcista de los costes industriales. La escalada, en su vertiente no energ¨¦tica, es esencialmente transitoria: los productores de metales, contenedores y suministros tecnol¨®gicos como los chips aprovechan los cuellos de botella para ampliar capacidad productiva, por lo que se vislumbra una moderaci¨®n de sus tarifas a partir de la primavera.
Sin embargo, el encarecimiento del gas y sobre todo de la electricidad parece m¨¢s persistente, habida cuenta de la inercia de la oferta. Podr¨ªamos estar, por tanto, ante el riesgo de un inoportuno shock de oferta, que a falta de reformas ser¨ªa especialmente negativo para nuestra econom¨ªa.
El principal factor es global: la lucha contra el cambio clim¨¢tico es prioritaria, pero obliga a incorporar el coste de las emisiones de carbono. El resultado es un encarecimiento de la producci¨®n intensiva en energ¨ªas f¨®siles y singularmente de la electricidad, ya muy visible en el mercado. Este ciclo durar¨¢ todav¨ªa unos a?os, hasta que la oferta que proviene de fuentes no contaminantes ocupe el terreno de las f¨®siles. A esta tendencia general, se superpone un mercado el¨¦ctrico espa?ol que tiende a amplificar las fluctuaciones del coste de las energ¨ªas m¨¢s contaminantes. Esta es una consecuencia cuasi matem¨¢tica del sistema marginalista tal y como se ha dise?ado.
El corolario es el deterioro del poder adquisitivo de empresas y particulares, de momento eclipsado por el rebote del gasto embalsado durante la crisis. Las empresas que se enfrentan a una competencia feroz no pueden permitirse ajustar sus precios, y por tanto los m¨¢rgenes se reducen. Los trabajadores, por su parte, no est¨¢n en condiciones de reivindicar una recuperaci¨®n de sus ingresos reales. Si empresas y familias lograran compensar el aumento de costes externos, se generar¨ªa un bucle inflacionista que sin duda presionar¨ªa sobre los tipos de inter¨¦s.
Otro riesgo, tal vez mayor, es el de p¨¦rdida de competitividad de los sectores m¨¢s expuestos al shock energ¨¦tico. El aparato productivo espa?ol es relativamente dependiente de las energ¨ªas f¨®siles y por tanto ser¨¢ uno de los m¨¢s penalizados por el incremento del precio del CO2, amplificado por un dise?o defectuoso de nuestro mercado el¨¦ctrico.
La apuesta del Plan de Recuperaci¨®n por la transici¨®n energ¨¦tica es por tanto acertada. Para convertirla en realidad, una premisa es que las empresas que hayan sobrevivido a la crisis pand¨¦mica aguanten el impacto del shock, raz¨®n por la que reformar el sistema de formaci¨®n de precios el¨¦ctricos es urgente. Adem¨¢s, es crucial que las inversiones que se financien con los fondos europeos sean rentables tanto desde el punto de vista medioambiental como econ¨®mico. Esto no se consigue con meras subvenciones a proyectos de energ¨ªa renovable, sino con una estrategia que incluye una senda gradual y previsible de ajustes fiscales, inversiones de infraestructura y una evaluaci¨®n permanente de la relaci¨®n coste-beneficio de las diferentes iniciativas.
El cambio del modelo energ¨¦tico es imprescindible para cumplir con los objetivos medioambientales. Pero conviene reconocer los costes de transici¨®n para el aparato productivo espa?ol, y afrontarlos con reformas, medidas que minimicen el impacto sobre los sectores m¨¢s vulnerables e incentivos bien dise?ados.
Precios
El reci¨¦n divulgado ¨ªndice de precios industriales apunta a una creciente brecha entre el ciclo alcista de los suministros energ¨¦ticos e intermedios, y la moderaci¨®n de las tarifas practicadas por la mayor¨ªa de sectores. Entre enero y julio el precio del suministro de energ¨ªa el¨¦ctrica y gas se encareci¨® un 44,1%, y el de los productos intermedios como el hierro, el acero, el aluminio y otros metales lo hizo un 12,3%. Mientras tanto, los precios de producci¨®n de bienes de consumo y de bienes de equipo acumulan incrementos muy inferiores, del 3% y 2,1% respectivamente.
Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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