La econom¨ªa de la inteligencia artificial
El progreso tecnol¨®gico es la fuente del crecimiento y el empleo. Hay que estar preparados para aprovecharlo
El cerebro es un generador de automatismos que nos permite hacer cosas que no sabemos explicar c¨®mo las hacemos. El portero que hace una palomita para despejar ese bal¨®n en la escuadra, la gimnasta que lanza la cinta y la recoge sin mirar despu¨¦s de varias volteretas, el tenista que conecta el passing shot a la carrera. Ninguno de ellos piensa (ni sabe) mientras ejecuta esos movimientos, cu¨¢l es el modelo matem¨¢tico, las leyes de la f¨ªsica, que determinan esas trayectorias y, sin embargo, a base de unos conceptos b¨¢sicos y millones de repeticiones, son capaces de hacerlos. Pero, a veces, sucede algo que trunca esa habilidad. Como le sucedi¨® a Simone Biles en los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio, a veces el cerebro pierde los automatismos. Las gimnastas pierden el eje, los golfistas el swing, los tenistas el servicio. Los conceptos no se han olvidado, pero los automatismos fallan. Y, si hay que pensar, ya no funciona. Para recuperarse, tienen que recomponer los automatismos poco a poco, hasta que son capaces, de nuevo, de jugar sin pensar.
Los ordenadores, a diferencia del cerebro, necesitan modelos expl¨ªcitos. Para poder enviar un cohete a la Luna, se dise?an complejas trayectorias con alta precisi¨®n. Para estudiar el efecto de una medida de pol¨ªtica econ¨®mica se dise?a un modelo matem¨¢tico que simula el funcionamiento de la econom¨ªa. Los ordenadores necesitan instrucciones, no saben generar automatismos. En eso se diferencian de los humanos.
La inteligencia artificial empez¨® as¨ª, dando instrucciones al ordenador. Para traducir un documento, se dise?aba un modelo que replicaba la gram¨¢tica del idioma. Para jugar al ajedrez, se dise?aba un programa que replicaba las reglas del juego. Pero era un camino con poco recorrido. ?C¨®mo se escribe un programa para ense?arle a un ordenador lo que es un gato? ?O para detectar un tumor en una radiograf¨ªa? La inteligencia humana es distinta, no funciona con modelos. A un beb¨¦ no se le ense?a a reconocer la cara de sus padres. Pero al cabo de unos d¨ªas, a fuerza de verlos, es capaz de hacerlo.
Porque el cerebro es una m¨¢quina de predicci¨®n del presente inmediato a base de prueba y error. Cada acci¨®n y su consecuencia generan una conexi¨®n neuronal, cada repetici¨®n de esa acci¨®n refuerza esa conexi¨®n neuronal, y a base de repeticiones la conexi¨®n se consolida y el cerebro ¡°aprende¡±.
La inteligencia artificial ha evolucionado hacia la predicci¨®n del presente. La inmensa mejora de la capacidad de proceso de los ordenadores y el aumento exponencial de los datos disponibles para el an¨¢lisis ¡ªm¨¢s del 90% de los datos disponibles actualmente se han creado en los ¨²ltimos a?os¡ª posibilitan que los ordenadores operen de manera similar al cerebro. La traducci¨®n de textos se hace a base del an¨¢lisis de millones de traducciones, y el ordenador aprende a predecir qu¨¦ palabra o frase de un idioma se relaciona con otra del otro idioma. El reconocimiento facial se aprovecha de la digitalizaci¨®n y etiquetado de millones de fotos, que permite el an¨¢lisis relacional de im¨¢genes. Los sistemas de conducci¨®n aut¨®noma se construyen con la digitalizaci¨®n y an¨¢lisis de las acciones de conductores humanos, para poder predecir y replicar su comportamiento. Toda actividad que se pueda digitalizar y etiquetar se puede convertir en un ejercicio de predicci¨®n, y por tanto automatizar.
El alcance de la inteligencia artificial llega a los rincones m¨¢s insospechados. Por ejemplo, este verano pude contemplar c¨®mo, en una de las m¨¢s famosas bodegas riojanas, las uvas vendimiadas que est¨¢n en malas condiciones ya no se descartan manualmente, sino con un sistema de inteligencia artificial: el ordenador ha sido entrenado con im¨¢genes de uvas en mal estado para reconocerlas, las c¨¢maras las detectan en la cinta transportadora y activan un sistema de chorros de aire a presi¨®n que las elimina antes de llegar al tonel de prensado.
La econom¨ªa de la inteligencia artificial es la econom¨ªa de la predicci¨®n. El ordenador redujo el coste de las operaciones aritm¨¦ticas, abaratando el proceso de predicci¨®n. La mejora de las conexiones de internet ampli¨® de manera exponencial el volumen de datos a los que aplicar esa aritm¨¦tica. La combinaci¨®n de ordenadores m¨¢s potentes y conexiones de internet m¨¢s r¨¢pidas hacen el sistema escalable al ¨¢mbito mundial, haciendo la predicci¨®n infinitamente m¨¢s barata y precisa, permitiendo convertir muchas actividades en ejercicios de predicci¨®n.
Los datos, sean im¨¢genes, v¨ªdeos o textos, son la materia prima de la inteligencia artificial, el elemento fundamental para el aprendizaje y entrenamiento de los algoritmos. Cada vez que se manda un mensaje o se sube una foto a internet se est¨¢ contribuyendo a que alguien desarrolle o mejore su algoritmo de inteligencia artificial. Las famosas cookies, y las b¨²squedas en internet, capturan patrones de comportamiento digital que servir¨¢n de entrenamiento de alg¨²n algoritmo. La regulaci¨®n de los datos no es solo un tema de privacidad, sino tambi¨¦n de propiedad de esta materia prima fundamental.
Los datos, en el mundo de la estad¨ªstica y la econometr¨ªa, presentan rendimientos decrecientes: una vez que se estima un modelo, un dato m¨¢s no mejora la predicci¨®n de manera significativa. Pero en el mundo de la inteligencia artificial presentan rendimientos crecientes: con pocos datos no se puede hacer reconocimiento facial, o sistemas de conducci¨®n aut¨®noma. Pero la acumulaci¨®n de datos en alg¨²n momento lo hace posible y econ¨®micamente viable, y a partir de ah¨ª las mejoras son exponenciales. Esto explica el inter¨¦s de las empresas tecnol¨®gicas por empresas que, aunque no sean rentables, son generadoras de datos. La exclusividad de los datos, m¨¢s que los detalles de los algoritmos, es la clave del ¨¦xito en la inteligencia artificial.
Los datos tambi¨¦n son el l¨ªmite de la inteligencia artificial, porque la potencia de un algoritmo se limita a su base de datos. Por eso la inteligencia artificial reemplaza tareas, no empleos o estrategias empresariales. La clave del progreso tecnol¨®gico es la combinaci¨®n de las m¨¢quinas y los humanos. Los mejores jugadores de ajedrez no son los humanos, ni los ordenadores, sino los humanos con la ayuda de los ordenadores. Los ordenadores ejecutan el an¨¢lisis aritm¨¦tico de probabilidades mejor que los humanos, pero los humanos son superiores en los juicios de valor, las decisiones intangibles, porque la experiencia acumulada en sus cerebros ¡ªsu base de datos¡ª es muy superior, en cantidad y diversidad, a la de los ordenadores. Y eso les permite reaccionar ante un imprevisto para el cual el algoritmo no estaba entrenado.
Tambi¨¦n facilita la creatividad, que casi siempre surge de las conexiones interdisciplinarias ¡ª?piensen en la cocina molecular, por ejemplo¡ª. Por tanto, es fundamental educar a todos los ciudadanos para que sepan operar con los ordenadores ¡ªla inform¨¢tica deber¨ªa de ser tan obligatoria como un segundo idioma¡ª, pero sin olvidar las materias human¨ªsticas y el razonamiento abstracto que dan esa agilidad y ventaja creativa.
El progreso tecnol¨®gico es la fuente del crecimiento y, por tanto, de la creaci¨®n de empleo. Pero hay que estar bien preparado para aprovecharlo.
@angelubide
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