La guerra de Ucrania pone contra las cuerdas la pol¨ªtica verde de la PAC
El sector agrario coincide en que Bruselas debe rebajar las exigencias medioambientales, a las que culpan de la reducci¨®n de la producci¨®n y la dependencia exterior
Las organizaciones agrarias Asaja, UPA, COAG y las Cooperativas Agroalimentarias han reclamado la revisi¨®n de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) europea. Las entidades estiman que incluye un exceso de exigencias medioambientales, como el abandono de superficies de cultivo, su rotaci¨®n, o la limitaci¨®n del empleo de abonos y aplicaciones fito y zoosanitarias en la actividad agr¨ªcola y ganadera, lo que est¨¢ provocando una reducci¨®n de la producci¨®n y, por tanto, aumentando la dependencia exterior.
En su opini¨®n, el ataque de Rusia sobre Ucrania y su impacto en el comercio de cereales, que han experimentado subidas espectaculares de precios y dificultades de abastecimiento, son el ejemplo de una crisis que se podr¨ªa haber mitigado simplemente no poniendo trabas a la producci¨®n europea, sin menoscabo de que esta sea compatible con el respeto al medio ambiente.
La PAC, nacida en los a?os sesenta del pasado siglo, ten¨ªa como objetivos la autosuficiencia alimentaria y el apoyo a los agricultores y ganaderos. Su ¨¦xito, basado en unos precios garantizados y compras intervenidas, dio lugar a monta?as de excedentes. Frente a aquel panorama, en las ¨²ltimas d¨¦cadas la PAC ha ido dando bandazos, con medidas como la eliminaci¨®n de los mecanismos de regulaci¨®n de los mercados y los precios de garant¨ªa, los pagos directos compensatorios, los techos y cuotas de oferta, y ¨²ltimamente con el protagonismo de las pol¨ªticas verdes que limitan la producci¨®n en aras de la calidad y seguridad alimentaria.
Todo ello ha provocado m¨¢s dependencia exterior y un aumento de las importaciones de productos extracomunitarios m¨¢s baratos, a las que adem¨¢s no se les aplican las mismas exigencias en materia fito o zoosanitaria ni de bienestar animal vigentes para los agricultores y ganaderos comunitarios. El fen¨®meno se repite especialmente en el sector de frutas y hortalizas, con importaciones desde terceros pa¨ªses: como los tomates de Marruecos y las alubias y c¨ªtricos de Sud¨¢frica.
Para acabar con esa desventaja, Bruselas trabaja en una iniciativa conocida como cl¨¢usula espejo, impulsada por Espa?a y Francia para que la Uni¨®n Europea aplique a las producciones importadas las mismas exigencias en materia de laboreo, bienestar animal, uso de herbicidas o productos zoosanitarios que los agricultores comunitarios, adem¨¢s de las condiciones de calidad y seguridad alimentaria.
El sector rechaza las estrategias comunitarias De la granja a la mesa y Biodiversidad UE 2030, en las que se plantea una reducci¨®n del 50% en el uso de productos fito y zoosanitarios, del 20% en el uso de fertilizantes, la obligaci¨®n de que en 2030 el 25% de los cultivos sean ecol¨®gicos, la exigencia de abandono del 5% del terreno por motivos ecol¨®gicos cuando este supere las 15 hect¨¢reas y la rotaci¨®n de cultivos cuando la explotaci¨®n supere las 10 hect¨¢reas, de dos cultivos cuando sea de 10 a 30 hect¨¢reas y de al menos tres cuando supere esa cifra.
Seg¨²n la propia Comisi¨®n, estas estrategias medioambientales recortar¨¢n la producci¨®n entre un 5% y un 15%, provocar¨¢n una menor rentabilidad y, sobre todo, una menor competitividad frente a las importaciones no comunitarias. Respecto a la emisi¨®n de gases de efecto invernadero, los an¨¢lisis de Bruselas estiman una reducci¨®n de los mismos en un 28,4% hasta 2030, si bien no se hac¨ªa una evaluaci¨®n del aumento de las emisiones en terceros pa¨ªses para lograr suplir la p¨¦rdida de producci¨®n europea.
De cara a la pr¨®xima reforma se consolida la exigencia de un abandono del 4% de la superficie por inter¨¦s ecol¨®gico, a la que se suma un 7% en los programas de los ecoesquemas o pr¨¢cticas medioambientales complementarias que puede llevar a cabo el sector para acceder a m¨¢s ayudas. En Espa?a, el abandono obligatorio de superficies supone que unas 300.000 hect¨¢reas se dejan de sembrar cada a?o, b¨¢sicamente de cereales.
Para el presidente de Asaja, Pedro Barato, ¡°no tiene ning¨²n sentido que, en aras de una mayor seguridad alimentaria, algo que ya se cumple en la actividad agraria, o para una reducci¨®n de emisiones de efecto invernadero, Bruselas obligue al sector a producir menos y m¨¢s caro, poniendo en peligro el autoabastecimiento agroalimentario y aumentando la dependencia exterior¡±. Barato entiende que esas pol¨ªticas ya han afectado a la actividad de varios sectores, al no poder competir con las importaciones de terceros pa¨ªses con bajos costes laborales y menores exigencias a la hora de producir. En la misma l¨ªnea se manifiestan las organizaciones UPA y COAG o las Cooperativas Agroalimentarias, para quienes la PAC es fundamentalmente un instrumento econ¨®mico.
Recorte en la producci¨®n de girasol
En el caso del girasol, Espa?a lleg¨® a tener una siembra r¨¦cord de dos millones de hect¨¢reas impulsada por las ayudas directas comunitarias, si bien se estabiliz¨® en la pasada d¨¦cada en la mitad, un mill¨®n de hect¨¢reas. Actualmente, la superficie dedicada a dicho cultivo, que pod¨ªa haber sido una importante alternativa a los cereales por sus menores costes de siembra, ha ca¨ªdo hasta unas 760.000 hect¨¢reas, como consecuencia de la estrategia de la industria de exportar m¨¢s barato desde pa¨ªses del este, Ucrania incluida, y por los bajos precios pagados a los agricultores. Con esas superficies, la producci¨®n de pipa se situar¨ªa en unas 800.000 toneladas que, a un rendimiento medio del 40%, arrojar¨ªa una producci¨®n final de unas 350.000 toneladas.
El consumo estimado de aceite de girasol se sit¨²a, seg¨²n datos de la industria, en unas 300.000 toneladas para los hogares y otras 300.000 toneladas para el sector de las conservas de pescado o vegetales. En la actual situaci¨®n de escasez, en medios industriales se considera que las restricciones a la venta por parte de algunos supermercados ¡ªque han limitado el n¨²mero de botellas por cliente¡ª podr¨ªa responder a una estrategia para vender m¨¢s adelante el aceite que almacenan a precios m¨¢s caros que antes de la crisis.
Respecto a las alternativas al aceite de girasol, Espa?a no tiene apenas consumo de soja para los hogares y en el caso de los de palma y palmiste son todos de importaci¨®n y utilizados en la industria casi en su totalidad. Su uso se hundi¨® por su fama de ser poco saludable. Tampoco existe un consumo extendido de colza tras el envenenamiento de 1981, cuando su venta mezclado con aceite industrial produjo cientos de muertos y miles de afectados con secuelas.
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