Europa tiembla ante la crisis energ¨¦tica provocada por la guerra de Putin
La amenaza de una recesi¨®n acompa?ada de racionamiento de gas pone a prueba la unidad de la UE demostrada desde el inicio de la invasi¨®n de Ucrania hace 150 d¨ªas
La Uni¨®n Europea tiembla. Los primeros 150 d¨ªas de la guerra de Rusia contra Ucrania han sido un alarde de unidad y contundencia en la respuesta comunitaria a la agresi¨®n del presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, contra un pa¨ªs soberano del continente. Pero a partir de ahora, el choque con Mosc¨² obliga al club comunitario a adoptar medidas tan excepcionales como pactar por primera vez en la historia de la UE medidas de ahorro energ¨¦tico y, llegado el caso, de racionamiento, o disponer a trav¨¦s del Banco Central Europeo de mecanismos de intervenci¨®n frente al riesgo de espirales especulativas que amenacen la estabilidad de alg¨²n socio y la propia supervivencia del euro. Bruselas teme que este per¨ªodo especial resquebraje la unidad de los 27. Y las primeras fisuras han empezado a aparecer ante lo que se barrunta como una crisis energ¨¦tica y econ¨®mica de impredecibles consecuencias.
El martes, en un Consejo extraordinario de ministros de Energ¨ªa de la UE en Bruselas, se librar¨¢ la primera gran batalla de una negociaci¨®n sobre el recorte del consumo energ¨¦tico de la que depende la unidad europea. Los pa¨ªses menos dependientes de Rusia se niegan a compartir a partes iguales los sacrificios a los que parecen abocados los socios enganchados al gas barato del Kremlin, con Alemania al frente.
Las reuniones previas al Consejo ya han revelado la profunda divisi¨®n entre los 27 Estados miembros sobre unas medidas de ahorro que la Comisi¨®n Europea considera imprescindibles para hacer frente a lo que califica como ¡°chantaje¡± energ¨¦tico de Putin. Las objeciones abarcan desde las que consideran excesivo un recorte del consumo de gas del 15%, como es el caso de Espa?a y Portugal, a las de pa¨ªses que no aceptan que se imponga de manera centralizada desde Bruselas, como es el caso de Hungr¨ªa o Polonia.
Pero las fricciones de las ¨²ltimas semanas van m¨¢s all¨¢ del campo energ¨¦tico. Los roces entre norte y sur son evidentes en el Eurogrupo (ministros de econom¨ªa de la zona euro) y en el BCE en cuanto a las dosis de pol¨ªtica fiscal y monetaria que ser¨¢n necesarias para afrontar un oto?o caliente y un invierno potencialmente explosivo.
El r¨¦gimen de sanciones contra Rusia, que va ya por su s¨¦ptima ronda, tambi¨¦n provoca suspicacias y se levantan voces que cuestionan su utilidad, sobre todo, en Italia, donde acaba de caer un gobierno favorable al castigo, y en Hungr¨ªa, donde su presidente, Viktor Orb¨¢n, ha cultivado desde hace a?os estrechos v¨ªnculos con el Kremlin. Y las medidas extraordinarias adoptadas en el fragor del estallido de la guerra, como la financiaci¨®n europea para el env¨ªo de armas a Ucrania, suscita ya inquietud en ciertas capitales porque se ha multiplicado por cinco (de 500 millones a 2.500 millones de euros) y ha pasado de ser una partida simb¨®lica a convertirse en una abultada inyecci¨®n presupuestaria cuyo control y reparto quiere revisarse.
Pero ha sido el recorte de un 15% del consumo de gas, lineal para todos los pa¨ªses, exigido por la Comisi¨®n de ?rsula von der Leyen, lo que ha levantado m¨¢s ampollas entre algunos socios. La magnitud de la reducci¨®n ya se hab¨ªa mencionado antes, por ejemplo, en un detallado informe del laboratorio de ideas Bruegel elaborado por Ben McWilliams y Georg Zachmann. Aunque en este caso los expertos hac¨ªan diferencias de ahorro por pa¨ªses, la conclusi¨®n es similar: hay que prepararse y reducir el consumo de gas natural. McWilliams cree que el enfoque de Bruselas de que los pa¨ªses deben hacer su mejor esfuerzo para recortarlo es ¡°el enfoque correcto¡± aunque disiente de que la reducci¨®n sea la misma para todos. ¡°Es bueno que hayamos comenzado ya esta conversaci¨®n, sin esperar a que Rusia corte de repente el gas en medio del invierno, porque entonces los retos ser¨¢n mayores e inmediatos¡±, se?ala. Sin embargo, el investigador cree que la reacci¨®n a los planes de la Comisi¨®n muestra que la solidaridad en la UE ¡°est¨¢ amenazada¡±. ¡°Hacen falta soluciones, como un fondo europeo para compensar las dif¨ªciles decisiones que deben tomarse a nivel nacional en beneficio del conjunto de Europa¡±, abunda.
La Uni¨®n tiene la ventaja de que llega entrenada al desaf¨ªo y el inconveniente de que la opini¨®n p¨²blica acumula una evidente fatiga tras sucesivos y tremendos batacazos. Por tercera vez en poco m¨¢s de una d¨¦cada, la UE afronta una crisis existencial que pondr¨¢ a prueba la cohesi¨®n de los socios comunitarios y su capacidad para mantener en pie el espacio social, econ¨®mico y monetario construido con tanto ah¨ªnco durante a?os. Europa ya ha perdido la batalla del relato fuera, con un buen n¨²mero de pa¨ªses de ?frica, Asia y Am¨¦rica Latina replicando el argumento ruso de que la guerra se debe a la ¡°expansi¨®n¡± y a la ¡°amenaza¡± de la OTAN y de que las sanciones occidentales contra Mosc¨² por invadir Ucrania est¨¢n derivando en una crisis alimentaria global, obviando, por ejemplo, el freno del Kremlin a sus propias exportaciones de fertilizantes y grano gestadas largo tiempo antes de que Putin lanzara la guerra a gran escala.
Aumento de la inflaci¨®n
Ahora, el riesgo es que Occidente pierda tambi¨¦n esa batalla dentro, con sociedades descontentas por el aumento de la inflaci¨®n, las restricciones energ¨¦ticas y fatiga hacia el conflicto que ya ha cumplido cinco meses, y el apoyo hacia Ucrania comience a resquebrajarse. Eso, se?ala un diplom¨¢tico occidental largamente destinado en Rusia, es a lo que aspira el Kremlin, que busca aprovechar los resortes democr¨¢ticos y que la ciudadan¨ªa s¨ª hace valer su opini¨®n en las urnas. Fuentes de inteligencia remarcan que en esa batalla por el relato tambi¨¦n entrar¨¢ cada vez m¨¢s otra variable: las campa?as de desinformaci¨®n, desestabilizaci¨®n y disenso tan integradas en el libro de jugadas de Mosc¨², que busca desestabilizar a la Uni¨®n, avivar el disenso cualquier tema potencialmente desestabilizador y sembrar dudas sobre los cimientos de las democracias.
En esta ocasi¨®n es la crisis energ¨¦tica y econ¨®mica provocada por la guerra de Putin contra Ucrania la que sacude los cimientos del club comunitario, igual que ocurri¨® antes con la crisis del euro (2010-2012) y con la pandemia de la covid-19 (2020-2021). Y en Bruselas casi nadie duda de que el Kremlin aprovechar¨¢ cualquier s¨ªntoma de flaqueza o fatiga para fomentar la divisi¨®n, el descontento social y la tentaci¨®n de abandonar a su suerte al pa¨ªs de Volod¨ªmir Zelenski.
La Comisi¨®n Europea, presidida por Von der Leyen, pugna por mantener la unidad y ha orquestado la respuesta contra Mosc¨² siguiendo el modelo de coordinaci¨®n ensayado con tanto ¨¦xito a ra¨ªz de la covid. ¡°Sabemos por experiencia y por la crisis que acabamos de pasar [con la pandemia] que estos tiempos que nos ponen a prueba requieren que estemos bien organizados y coordinados a nivel europeo, que mostremos una fuerte unidad y que seamos solidarios¡±, proclam¨® Von der Leyen el mi¨¦rcoles, tras anunciar un plan de choque y emergencia para recortar el consumo de gas en todos los pa¨ªses, incluidos los que, como Espa?a, no tienen ninguna dependencia de Rusia.
Pero ha sido la propia presidenta de la Comisi¨®n quien ha desatado la caja de los truenos con su propuesta de un recorte generalizado y lineal del 15% en el consumo de gas, hasta el punto de revivir los peores fantasmas de la gesti¨®n de la crisis del euro. Entonces se cometi¨® un error tras otro, la mayor¨ªa instigados por Berl¨ªn, y Europa se cubri¨® de desconfianza y resquemor entre los pa¨ªses m¨¢s afectados por la crisis (Grecia, Espa?a, Italia, Portugal o Irlanda) y unos socios del norte que cargaron de moralina y disciplina cualquier m¨ªnimo atisbo de solidaridad.
Las heridas de aquella crisis parec¨ªan haber cicatrizado, m¨¢xime despu¨¦s de que la respuesta a la pandemia incluyese una gigantesca muestra de solidaridad, encabezada por Alemania y Francia, con un plan de recuperaci¨®n que inyectar¨¢ 190.000 millones de euros en Italia y 140.000 millones en Espa?a, y con una campa?a conjunta de vacunas que no ha dejado atr¨¢s a ning¨²n europeo dispuesto a pincharse.
Pero el miedo al racionamiento energ¨¦tico y a la crisis econ¨®mica y social que puede llevar aparejado ha hecho olvidar r¨¢pidamente el reciente esfuerzo de la UE y ha desencadenado el nerviosismo entre unos gobiernos que empiezan a verse en la cuerda floja. La sensaci¨®n de que todo el club va a pagar los graves errores de pol¨ªtica energ¨¦tica de Alemania alienta la intenci¨®n de desmarcarse del plan de ahorro de Von der Leyen.
¡°Los pa¨ªses tienen razones para resistirse al ahorro del gas¡±, apunta Claudia Kemfert, jefa del departamento de Energ¨ªa, Transporte y Medio Ambiente en el Instituto Alem¨¢n de Investigaci¨®n Econ¨®mica. La experta subraya que ¡°la fuerte dependencia de Rusia, especialmente la de Alemania, es claramente pol¨ªtica, el gasoducto Nord Stream 2, por ejemplo, nunca fue un proyecto econ¨®mico sino pol¨ªtico¡±.
Mosc¨² lleva a?os manejando la llave del gas y el petr¨®leo como un arma pol¨ªtica y pese a eso, remarca el analista ruso especializado en energ¨ªa Mijail Krutijin, los pa¨ªses m¨¢s dependientes apenas han tomado medidas hasta ahora para desengancharse del gas barato. Frente a quienes creen que ha sido por ¡°miop¨ªa pol¨ªtica¡±, Krutijin sostiene que ha sido fruto de un ¡°lobby prorruso¡± que ha sido ¡°fundamental para orientar la pol¨ªtica energ¨¦tica de la UE hacia la dependencia del suministro energ¨¦tico¡±. Por lo tanto, opina, ¡°ha sido estupidez o corrupci¨®n¡±. Como Kemfert y McWiliams, el analista ruso considera que este es el momento id¨®neo para que la UE haga pol¨ªticas coordinadas.
Los 27 se hab¨ªan mantenido hasta ahora relativamente alineados, salvo alguna discrepancia sobre el alcance de las sanciones contra Rusia (sobre todo, en cuanto al embargo del petr¨®leo) o alg¨²n derrape por parte de los socios prorrusos como Hungr¨ªa. Pero el consenso era relativamente f¨¢cil cuando el castigo reca¨ªa mayormente en la econom¨ªa rusa. Ahora, la guerra comienza a hacer mella tambi¨¦n en la Uni¨®n Europea, agitada por tensiones internas como consecuencia de la crisis econ¨®mica y energ¨¦tica que se barrunta para los pr¨®ximos meses.
¡°Ning¨²n ciudadano europeo notaba nada en sus bolsillos si destin¨¢bamos 500 o 2.000 millones de euros a comprar armas para Ucrania o si ampli¨¢bamos la lista de sanciones, pero las consecuencias econ¨®micas s¨ª que las va a notar y mucho a partir de ahora¡±, apunta con preocupaci¨®n una alta fuente comunitaria.
Los pasillos de las instituciones comunitarias en Bruselas bullen con c¨¢lculos, pron¨®sticos y proyecciones sobre el umbral de resistencia de las opiniones p¨²blicas europeas al impacto del conflicto. Y abundan las dudas sobre la capacidad o habilidad de los diferentes gobiernos para convencer a los votantes de que los sacrificios en favor de Ucrania merecen la pena.
Los propios gobiernos se vieron sorprendidos durante la primera fase de la guerra por el respaldo popular a las medidas aprobadas para apoyar militar y presupuestariamente la resistencia del pueblo ucranio a la invasi¨®n el ej¨¦rcito ruso. La gran interrogante es si esa solidaridad aguantar¨ªa con unos precios de la electricidad, del gas y del combustible del auto muy por encima de los disfrutados durante los ¨²ltimos a?os. Los ucranios parecen dispuestos a soportar una guerra de desgaste con decenas de muertos al d¨ªa. ?Pero qu¨¦ dir¨¢n los europeos si la gasolina sube a 4 euros o se suspende la producci¨®n de ciertas empresas para ahorrar energ¨ªa?
Las gasolineras de Bruselas ya han lucido en este mes de julio tarifas de 2,2 y 2,4 euros el litro de combustible, seg¨²n su tipo u octanaje. ¡°Es un 30% m¨¢s que antes de la guerra ¡°, recuerda una fuente de la Comisi¨®n. Y otra fuente del mismo organismo anticipa que todos los datos disponibles hasta ahora apuntan ¡°a una gran crisis macroecon¨®mica para la que m¨¢s vale prepararse con tiempo¡±.
Escenario catastr¨®fico
Von der Leyen ha decidido tomar ese escenario catastr¨®fico como la hip¨®tesis principal para su respuesta pol¨ªtica al desaf¨ªo de Putin. Y ha cifrado en 45.000 millones de metros c¨²bicos el ahorro de gas imprescindible no s¨®lo para capear el invierno que viene sino para tener ciertas garant¨ªas de suministro en el de 2023. Las voces cr¨ªticas, sobre todo meridionales, la acusan de querer imponer un recorte generalizado del gas para paliar una carencia que, en principio, s¨®lo deber¨ªa afectar a los pa¨ªses m¨¢s dependientes de Rusia como Alemania e Italia.
Bruselas considera un grave error de c¨¢lculo interpretar que la crisis energ¨¦tica golpear¨¢ solo a los pa¨ªses dependientes de Rusia. ¡°Las consecuencias ser¨¢n para todos si el escenario previsto por la Comisi¨®n se cumple¡±, advert¨ªa el viernes Eric Mamer, portavoz oficial del organismo. Mamer recuerda que ¡°las econom¨ªas europeas est¨¢n muy interconectadas¡± y vaticina que ¡°los efectos de una crisis energ¨¦tica ir¨¢n mucho m¨¢s all¨¢ del campo energ¨¦tico y afectar¨¢n al mercado interior¡±.
La protecci¨®n del mercado interior, aut¨¦ntico motor del crecimiento y la prosperidad europea, fue uno de los argumentos invocados por pa¨ªses como Espa?a para defender una respuesta conjunta frente a la crisis econ¨®mica provocada por la covid-19. Los pa¨ªses del norte se resistieron en un principio y abogaron por un s¨¢lvese quien pueda. Pero Alemania y Francia acabaron por percibir los riesgos de desintegraci¨®n y apostaron por un hist¨®rico fondo de recuperaci¨®n dotado con 750.000 millones de euros.
Espa?a, curiosamente, es ahora el pa¨ªs que m¨¢s ha levantado la voz contra el plan de ahorro para sorpresa de buena parte de la Comisi¨®n Europea. El ejecutivo de Pedro S¨¢nchez no parece ver esta vez en peligro el mercado interior. El organismo comunitario ha intentado superar las objeciones espa?olas con la introducci¨®n in extremis de un art¨ªculo en el proyecto legislativo que permitir¨ªa a Espa?a y Portugal invocar su insularidad energ¨¦tica para reducir el ahorro a un 10%, cinco puntos menos que el resto. Pero la vicepresidenta tercera del gobierno espa?ol y ministra de Transici¨®n ecol¨®gica, Teresa Ribera, no se ha dado por satisfecha y ha reaccionado con enorme dureza. ¡°Es una posici¨®n delicada la de Espa?a, porque en estos momentos cualquier gesto visible de disenso se interpreta en Bruselas como un favor a Putin¡±, apunta una fuente comunitaria.
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