Crisis del gas: solidaridad, simpat¨ªa y racionalidad
Los porcentajes de reducci¨®n del consumo incorporados en la primera propuesta de la Comisi¨®n Europea son injustificadamente lesivos para Espa?a y Portugal
La Comisi¨®n Europea hizo el pasado d¨ªa 20 su propuesta para afrontar la crisis de suministro del gas de Rusia el pr¨®ximo invierno. Es una propuesta necesaria, sensata en la mayor parte de su contenido, pero desafortunada al plantear un porcentaje de reducci¨®n del consumo de gas del 15% para toda Europa, voluntario inicialmente, obligatorio llegado el caso, y que podr¨ªa limitarse al 10% para los pa¨ªses con capacidad limitada de interconexi¨®n para apoyar al resto, como ser¨ªa en principio el caso de Espa?a y Portugal. Mi tesis es que la propuesta no solo es injusta, sino lesiva para los intereses europeos en su conjunto.
La Comisi¨®n invoca el principio de la solidaridad energ¨¦tica en el marco de la UE con el que no puedo estar m¨¢s de acuerdo, en particular si se trata de asegurar el suministro a hogares, centros sanitarios y educativos y otros suministros esenciales. Mis reparos se refieren a la aplicaci¨®n que se propone.
Aun en el hipot¨¦tico caso de que la capacidad de las interconexiones entre el sistema energ¨¦tico ib¨¦rico y el del resto de Europa permitieran un apoyo mutuo ilimitado, la aplicaci¨®n del principio de solidaridad debiera hacer un reparto equilibrado del esfuerzo. Cada Estado miembro ha sido hasta ahora soberano para decidir su mix energ¨¦tico: abrir o cerrar nucleares, invertir en plantas de regasificaci¨®n o en almacenamientos, desarrollar renovables, diversificar origen y rutas de aprovisionamiento de gas¡ Invertir en seguridad de suministro es como contratar un seguro.
En la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, por estar en la periferia de Europa, mal interconectada con el sistema energ¨¦tico continental, y no querer depender excesivamente de Argelia, nuestro principal y m¨¢s econ¨®mico proveedor de gas, hemos estado pagando durante muchos a?os un sobrecoste, una prima, invirtiendo m¨¢s que otros en infraestructuras el¨¦ctricas y gasistas y en renovables, y pagando a proveedores m¨¢s caros para asegurarnos el suministro. Por eso nuestro sistema energ¨¦tico es m¨¢s robusto y resiliente.
Salvando las distancias, si se quema un edificio, la solidaridad nos empuja a todos a apoyar soluciones para que nadie se quede en la calle y todos recuperen en la medida de lo posible su vida, pero no necesariamente a compartir la indemnizaci¨®n con quienes no han contratado el seguro. No se trata ¨²nicamente de solidaridad, sino tambi¨¦n de justicia y de riesgo moral.
Pero lo que es a¨²n m¨¢s discutible es llamar solidaridad a una reducci¨®n obligatoria del consumo, con impacto social y econ¨®mico potencial muy importante, cuando ese ahorro apenas puede beneficiar a los socios porque no hay interconexiones suficientes. Se tratar¨ªa de cortes de suministro por simpat¨ªa, no por solidaridad. Algo as¨ª como ponerse a dieta para acompa?ar a alguien que est¨¢ obligado a hacerla.
Supongamos por un momento que, cuando haya pasado esta maldita crisis, por circunstancias simult¨¢neas extraordinarias: baja disponibilidad del parque nuclear, poca agua en los embalses por una sequ¨ªa prolongada, situaci¨®n anticicl¨®nica con poco viento, interrupci¨®n de suministro de gas de Argelia y demanda elevada por una ola de fr¨ªo, hubiera que aplicar cortes de suministro en Espa?a y Portugal, porque la capacidad de importaci¨®n de electricidad y gas por las interconexiones no fuera suficiente para cubrir nuestro desequilibrio. ?Tendr¨ªa sentido cortar el suministro a todos los consumidores europeos en un porcentaje similar al nuestro, aunque ello no resolviera nada, solo por simpat¨ªa, a la que algunos llaman solidaridad?
Pero voy a¨²n m¨¢s lejos. La Comisi¨®n apunta, muy de pasada, una idea muy importante: tiene sentido desplazar temporalmente una mayor actividad de los grandes consumidores industriales de electricidad y gas a los pa¨ªses con bajo riesgo de interrupci¨®n de suministro, cuando haya en esos pa¨ªses capacidad de producci¨®n ociosa. Me estoy refiriendo por ejemplo a la metalurgia b¨¢sica, el acero, la qu¨ªmica, los fertilizantes y otros. Pero el Ejecutivo comunitario no extrae la conclusi¨®n l¨®gica, que es no aplicar reducciones obligatorias a esos sectores en los pa¨ªses con bajo riesgo de suministro, y as¨ª asegurar esos productos b¨¢sicos a las cadenas de producci¨®n europeas. Es inter¨¦s de la UE en su conjunto que Espa?a y Portugal, ya que no pueden exportar m¨¢s gas y electricidad al resto de Europa por falta de interconexiones, exporten m¨¢s productos b¨¢sicos intensivos en energ¨ªa.
En definitiva, la propuesta de la Comisi¨®n es necesaria para prepararnos para el pr¨®ximo invierno. La mayor parte de las sugerencias en materia de ahorro, eficiencia, y cambio de vectores energ¨¦ticos para afrontar la crisis de suministro de gas son acertadas. Pero los porcentajes de reducci¨®n del consumo incorporados son injustificadamente lesivos para Espa?a y Portugal, que disponen de infraestructuras suficientes para asegurar su propio suministro y al mismo tiempo prestar toda la solidaridad al resto de la UE que permiten las interconexiones el¨¦ctricas y gasistas, y lo son tambi¨¦n para los intereses industriales, econ¨®micos y de seguridad de toda la UE.
Luis Atienza Serna ha sido presidente de Red El¨¦ctrica de Espa?a y miembro de la Comisi¨®n de Expertos para la Transici¨®n Energ¨¦tica
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