La guerra de Ucrania cubre de oro a los amos de las materias primas
El periodista Javier Blas revela en ¡®El mundo est¨¢ en venta¡¯ los secretos del ¡°¨²ltimo reducto del capitalismo salvaje¡±, que saca tajada de la invasi¨®n rusa para lograr los mayores beneficios de su historia
Es muy probable que a quien lea estas l¨ªneas los nombres Glencore, Vitol, Trafigura, Gunvor o Cargill apenas le suenen. Sin embargo, este rep¨®ker de firmas es vital en el origen de un sinf¨ªn de productos esenciales en su d¨ªa a d¨ªa: de los cereales que desayuna a la gasolina con la que reposta su coche o la placa solar que acaba de instalar en su tejado. Con la br¨²jula de los precios de las materias primas desimantada, estas empresa est¨¢n obteniendo una parte desproporcionada ¡ªy creciente¡ª de la tarta global de rentas: tras transitar con ¨¦xito por la pandemia ¡ªmientras la mayor¨ªa de industrias sufr¨ªa penurias¡ª, 2022 ser¨¢ el mejor a?o de su historia. Nunca antes hab¨ªan ganado tanto y nunca antes hab¨ªan mandado tanto.
¡±La guerra les est¨¢ haciendo de oro: est¨¢n aprovech¨¢ndose de la coyuntura para ganar dinero a manos llenas. Las turbulencias siempre les vienen bien¡±, explica durante una videollamada Javier Blas (Huesca, 45 a?os), coautor, junto a Jack Farchy, de El mundo est¨¢ en venta: la cara oculta del negocio de las materias primas (Pen¨ªnsula), publicado hace meses en Espa?a y que ahora llega a las librer¨ªas latinoamericanas. ¡°Es el ¨²ltimo reducto del capitalismo salvaje; el ¨²ltimo gran sector econ¨®mico que sigue trabajando en la sombra¡±, dispara desde la redacci¨®n de Bloomberg en Londres.
El secretismo, dice, es marca de la casa: ¡°Son empresas que se mueven en el oscurantismo, y solo ahora los Gobiernos y los bancos centrales se est¨¢n empezando a mover para tratar de entender algo m¨¢s c¨®mo funcionan¡±. El Banco Central Europeo, el Banco de Francia, el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal han sido los primeros en aumentar el escrutinio sobre un ¨¢mbito del que se desconoc¨ªa casi todo. ¡°Y se quedan horrorizados, tanto por lo que consiguen ver como por lo que no: el primer paso para esclarecer y regularlo es admitir que hay opacidad. La guerra ha encendido una bombilla que est¨¢ empezando a iluminar todo¡±, celebra el reportero, quien antes trabaj¨® en Financial Times.
Estas indagaciones no solo est¨¢n empezando a sacar a relucir lo que Blas califica sin ambages de ¡°las cloacas de la industria¡±, sino que ponen de manifiesto que estas malas pr¨¢cticas son ¡°m¨¢s representativas de lo que quer¨ªan pretender y que exist¨ªan hasta hace un par de a?os¡±. Literalmente: Vitol ha admitido haber pagado sobornos en una fecha tan reciente como en julio de 2020. ¡°Dicen que ha cambiado, pero entonces tambi¨¦n nos dec¨ªa que hab¨ªa cambiado y hemos descubierto que no era as¨ª. No se le puede dar el beneficio de la duda: los a?os salvajes han continuado pr¨¢cticamente hasta anteayer¡±.
Ha tenido que estallar la guerra de Ucrania y la mayor crisis energ¨¦tica para varias generaciones para que la lupa p¨²blica vaya pos¨¢ndose sobre estos traders. Algo parecido a lo ocurrido con las altas finanzas en la Gran Recesi¨®n. ¡°Antes de 2007, el mundo de la pol¨ªtica no ten¨ªa una idea muy profunda de c¨®mo funcionaba el mundo de los fondos y de los bancos de inversi¨®n; tampoco de las partes m¨¢s oscuras de las altas finanzas. Tuvo que llegar la crisis para que todo eso saliese a relucir. Eso mismo es lo que est¨¢ ocurriendo ahora: hemos necesitado una guerra en la que los precios de la energ¨ªa se han ido por las nubes para tratar de entender un poco mejor el sector de las materias primas y para preguntarnos qui¨¦nes han estado comprando petr¨®leo a Putin para vend¨¦rnoslo a nosotros¡±, afirma.
Reveses judiciales
A prender esa bombilla est¨¢ contribuyendo el Departamento de Justicia de EE UU y otros grandes pa¨ªses en los que operan. Por primera vez en d¨¦cadas, ¡°se han puesto a trabajar para tratar de cambiar las cosas¡± con resultados cada vez m¨¢s visibles: Glencore se ha declarado culpable de corrupci¨®n en ?frica y Sudam¨¦rica, lo que le ha obligado a pagar sendas multas milmillonarias en Estados Unidos y en el Reino Unido; Vitol ha tenido que hacer lo propio por sobornos a funcionarios en Brasil, M¨¦xico y Ecuador; Trafigura ha sido demandada por las autoridades brasile?as por supuestos sobornos a ejecutivos de la petrolera semiestatal Petrobras, y Gunvor est¨¢ siendo investigada por soborno y blanqueo de capitales en Ecuador, tras ser sentenciada por un caso similar en el Congo y en Costa de Marfil.
El impacto de estos reveses judiciales en sus cuentas de resultados, sin embargo, no solo es m¨ªnimo sino que se ve m¨¢s que compensado por la brutal explosi¨®n de los m¨¢rgenes en los ¨²ltimos tiempos. ¡°Est¨¢n comprando el petr¨®leo 30 d¨®lares por debajo de su precio de mercado para despu¨¦s venderlo con un descuento de cinco. El resultado: se embolsan un margen de 25. Es brutal¡±, a?ade. La din¨¢mica se repite en los mercados agr¨ªcolas: si hasta hace poco m¨¢s de un a?o el margen sol¨ªa rondar los 10 o 15 d¨®lares por tonelada de trigo, cebada o soja, ahora se ha disparado hasta m¨¢s de 80.
¡°No hay sector en el mundo que est¨¦ haciendo tanto dinero. No hay una industria que, a lo largo de la historia, haya multiplicado tanto sus ganancias en tan poco tiempo¡±, desgrana Blas. Este reciente aceler¨®n es solo el final de un proceso m¨¢s largo: a finales de los noventa, 50 millones de d¨®lares era un buen beneficio anual para una compa?¨ªa como Vitol; el a?o pasado gan¨® 4.000. ¡°Una trayectoria as¨ª solo la encuentras en empresas de Silicon Valley. Pero, a diferencia de aquellas, estas no han inventado nada: solo compran y venden¡±, relata Blas. Todo, desde la m¨¢s absoluta discreci¨®n: ¡°La sexta fortuna es un se?or del sector de las materias primas, Daniel Mat¨¦ [con una fortuna de 3.600 millones de euros, seg¨²n Forbes], que podr¨ªa pasear ahora mismo por La Rambla y sentarse en una terraza sin necesidad de escolta y con la tranquilidad de que nadie lo va a reconocer¡±.
Gran concentraci¨®n
Una de las cosas que m¨¢s sorprendi¨® a Blas y a Farchy fue la ¡°naturalidad¡± con las que algunos ejecutivos retirados de la industria les hablaban del pago de sobornos para cerrar tratos comerciales, ¡°como si eso fuese lo normal¡±. Tambi¨¦n que en pa¨ªses como Suiza, hasta pr¨¢cticamente anteayer (2016), no solo fuese legal hacerlo, sino que se pudiese desgravar lo abonado. ¡°Adem¨¢s de tener su sede en pa¨ªses en los que la regulaci¨®n es m¨¢s laxa, gran parte de su actividad se produce en alta mar, fuera del alcance de cualquier Gobierno: ?qui¨¦n regula cuando un petrolero ruso con una carga de un mill¨®n de barriles viene a esta hasta las costas espa?olas y, a 25 o 30 millas de Ceuta, trasvasa el crudo a otro barco?¡±, se pregunta. El resultado: m¨¢xima opacidad y grav¨¢menes m¨ªnimos. ¡°No pagan impuesto de sociedades pr¨¢cticamente en ning¨²n sitio. Todo el mundo habla de los impuestos de ca¨ªdos del cielo, pero a nadie se le ocurre decir que a lo mejor habr¨ªa que hacer algo aqu¨ª¡±, a?ade.
Se trata de un sector alt¨ªsimamente concentrado ¡ªlos grandes nombres, los que de verdad mandan y mueven el mercado, son poco m¨¢s de media docena¡ª en manos de un peque?o ramillete de hombres, todos ellos milmillonarios. Hay quien llega a equiparar su poder con el de la gran banca. ¡°No se puede decir que tengan m¨¢s importancia, pero s¨ª que maneja m¨¢s actividad f¨ªsica sin la cual no podr¨ªamos entender el mundo moderno. Y tienen presencia en lugares en los que Wall Street no est¨¢: de Cuba hasta la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo; de Rusia a Chile. Salvo en Corea del Norte, las he visto operar en todos los pa¨ªses del mundo¡±, remarca. En las d¨¦cadas de los setenta y los ochenta, como reconoci¨® David Tendler, por aquel entonces primer ejecutivo de la estadounidense Philipp Brothers, incluso la CIA sol¨ªa acudir a ellos cuando quer¨ªa saber qu¨¦ se estaba cociendo en los pa¨ªses en los que operaban.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.