La ambig¨¹edad del Banco de Inglaterra alimenta el miedo en los mercados brit¨¢nicos
El Gobernador de la autoridad monetaria, Andrew Bailey, ha confirmado que el viernes ya no habr¨¢ m¨¢s compras de deuda p¨²blica, pero los inversores siguen presionando para prolongar las compras de bonos
La credibilidad, en pol¨ªtica y en econom¨ªa, es f¨¢cil de perder e incre¨ªblemente dif¨ªcil de recuperar. El nuevo Gobierno del Reino Unido lo sabe bien. Ha sido incapaz de enderezar la situaci¨®n desde que espant¨® a los mercados el 23 de septiembre con el anuncio de una rebaja descomunal de impuestos. Tuvo que intervenir el Banco de Inglaterra (BoE, en sus siglas en ingl¨¦s), para tratar de contener las ca¨ªdas de la libra y los bonos de deuda p¨²blica. Pero la m¨¢xima autoridad monetaria ¡ªy defensora de la estabilidad financiera¡ª, y su gobernador, Andrew Bailey, han ca¨ªdo en su propia trampa, con un juego de tira y afloja con el que pretende poner firmes a los fondos de pensiones y al Gobierno brit¨¢nico, pero que a la vez no ha hecho, sin embargo, m¨¢s que confundir a los mercados: en p¨²blico, el BoE sostiene que no comprar¨¢ m¨¢s deuda; en privado, sugiere que mantendr¨¢ el programa de adquisiciones cuanto sea necesario.
La libra sigue a la baja este mi¨¦rcoles, y la rentabilidad de los bonos a 30 a?os (los favoritos de los fondos de pensiones) ha llegado a superar el 5%, unos m¨¢ximos no registrados desde hace dos d¨¦cadas, para luego descender al 4,8% con las adquisiciones del banco central. Cuando sube el rendimiento, baja el valor del bono. Para incrementar la tensi¨®n, la Oficina Nacional de Estad¨ªstica ha anunciado que la econom¨ªa del Reino Unido se contrajo un 0,3% el pasado agosto, a pesar de que el mes anterior se hab¨ªa expandido un 0,1%. La tormenta perfecta en la que ha entrado el pa¨ªs hace que la recesi¨®n aparezca como inevitable. ¡°Las finanzas de muchos hogares contin¨²an sometidas a tensi¨®n, y eso pesa en el crecimiento del pa¨ªs. Es muy probable que sea la causa de que el Reino Unido entre t¨¦cnicamente en recesi¨®n¡±, ha se?alado Yael Selfin, el economista jefe de la consultora KPMG.
El BoE se ha visto obligado a intervenir directamente en tres ocasiones ¡ªla dos ¨²ltimas, esta misma semana¡ª, para calmar el p¨¢nico financiero sobre los fondos de pensiones. En el Reino Unido, donde los planes de pensiones privados son la norma y las pensiones p¨²blicas son muy inferiores a las de otros pa¨ªses, los fondos de los que dependen los ingresos mensuales de millones de jubilados manejan activos por valor de 2,3 billones de euros, casi el doble del PIB de Espa?a. M¨¢s de la mitad de esos activos son bonos de deuda p¨²blica, cuya fiabilidad en el rendimiento permite asegurar el pago de las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Pero en los ¨²ltimos a?os, para mantener a sus clientes promesas cada vez m¨¢s dif¨ªciles de sostener (sobre todo en ¨¦poca de tipos de inter¨¦s bajos), los fondos han intentado equilibrar su pasivo y su activo con un producto financiero tan complejo y arriesgado como muchos de los que revel¨® la crisis financiera de 2008: los Liability Driven Investment (LDI, en sus siglas en ingl¨¦s), o Inversiones basadas en el Cumplimiento de Obligaciones. Es una t¨¦cnica empleada por muchos fondos de pensiones para equilibrar la diferencia entre sus activos y sus pasivos (el cumplimiento de las obligaciones con los clientes). A trav¨¦s de gestoras de fondos, y con pr¨¦stamos de bancos de inversi¨®n (el dinero era hasta ahora muy barato), compran derivados sobre tipos de inter¨¦s.
El problema surgi¨® cuando el Gobierno de Truss anunci¨® unos planes fiscales, entre la rebaja de impuestos y las ayudas directas a hogares y empresas, para hacer frente a las facturas de gas y electricidad, que supon¨ªan un incremento de casi 200.000 millones de euros de deuda p¨²blica. La libra se desplom¨®, y los bonos a largo plazo vieron c¨®mo se disparaba su rendimiento y bajaba su precio. Comenz¨® a producirse una fire sale, una venta acelerada que, en el caso de los fondos de pensiones, se convirti¨® en un c¨ªrculo vicioso. Los LDI exig¨ªan un incremento de la garant¨ªa depositada en la C¨¢mara de Compensaci¨®n de Derivados (margin call) y los fondos, obligados a obtener una r¨¢pida liquidez, vend¨ªan aceleradamente los bonos que reten¨ªan, lo que provocaba a su vez un mayor desplome de los precios.
Confusi¨®n del Banco de Inglaterra
Bailey, que se encuentra en Washington y participa en las reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI), confirm¨® este martes que el BoE mantendr¨¢ su palabra, y dejar¨¢ de comprar bonos este viernes. ¡°Los fondos disponen de tres d¨ªas para hacer lo que tengan que hacer¡±, dijo el Gobernador, con la voluntad de meter presi¨®n a las gestoras y solucionar un problema que no puede persistir en el tiempo. A la vez, sin embargo, varios medios, como el Financial Times, aseguran que el propio Bailey y su equipo han asegurado a los representantes del sector, en conversaciones privadas, que mantendr¨¢ el programa de compras lo que sea necesario. ¡°El Banco de Inglaterra est¨¢ jugando al juego del gato y el rat¨®n con estas ventas y compras de bonos, y los mercados se est¨¢n inquietando¡±, ha dicho a Bloomberg Antoine Bouvet, analista de ING.
Comienza a crecer la sospecha de que los fondos de pensiones ¡ªque forman parte, junto con las aseguradoras y las firmas de inversi¨®n, de la llamada banca en la sombra¡ª llevan a?os acumulando los activos de riesgo a los que la banca tradicional renunci¨® despu¨¦s de la crisis financiera de 2008. ¡°Como el Banco de Inglaterra ha dejado claro, quiz¨¢ no sea posible proteger todos estos planes de pensiones con resultados extremos de los mercados, pero es importante que se aprendan las lecciones de los eventos recientes¡±, ha dicho el Regulador de Pensiones, la autoridad brit¨¢nica independiente que controla el funcionamiento adecuado de los planes de pensiones en el ¨¢mbito laboral.
La credibilidad del Gobierno
El problema de todos esos prop¨®sitos de enmienda es que juegan con el medio y largo plazo, mientras que los nervios de los mercados no les lleva a mirar m¨¢s all¨¢ del viernes. La Asociaci¨®n de Pensiones y Ahorros Vitales (PLSA, en sus siglas en ingl¨¦s), que agrupa a los principales fondos gestores, ha pedido al Banco de Inglaterra (e indirectamente al Gobierno, que avala las compras de bonos) que extienda al menos hasta el 31 de octubre las medidas de emergencia. Ser¨¢ entonces cuando el ministro de Econom¨ªa, Kwasi Kwarteng, presente sus planes fiscales a medio plazo, e intente convencer a los mercados de la seriedad del Gobierno para mantener controlada la deuda p¨²blica. En un principio, Kwarteng anunci¨® su rebaja de impuestos y dej¨® la presentaci¨®n del plan para el a?o que viene; luego prometi¨® que ser¨ªa el 23 de noviembre. Ahora ser¨¢ el 31 de octubre. Y no est¨¢ claro que los mercados puedan aguantar hasta entonces, sin la respiraci¨®n asistida del Banco de Inglaterra.
En su primera comparecencia ante la C¨¢mara de los Comunes desde que el anuncio de rebaja de impuestos desat¨® la tormenta en los mercados, la primera ministra Truss ha sufrido el acorralamiento de la oposici¨®n laborista. Su rival, Keir Starmer, le ha obligado a responder si pensaba mantener la promesa realizada en agosto, cuando compet¨ªa por el liderazgo del Partido Conservador, de no reducir el gasto social. ¡°Absolutamente¡±, ha respondido Truss, que provocaba as¨ª un nuevo sobresalto entre las filas conservadoras.
Cada vez es m¨¢s claro el consenso entre pol¨ªticos y expertos de que la cuerda debe ceder por alg¨²n lado. O Truss renuncia a la mayor parte de su rebaja de impuestos, como le pide no solo la oposici¨®n sino el propio Fondo Monetario Internacional y hasta el Banco de Inglaterra, o deber¨¢ imponer un recorte generalizado en la mayor¨ªa de partidas presupuestarias. El Instituto de Estudios Fiscales ya ha calculado en 68.000 millones de euros el ahorro que el Gobierno debe hacer, si quiere seguir adelante con su alivio impositivo. Las cuentas no salen, Truss se empe?a en prometerlo todo, y corre el riesgo, una vez m¨¢s, de perder a chorros la credibilidad que le queda, con una nueva rectificaci¨®n de sus decisiones.
Por ahora, la primera ministra Liz Truss ha insistido en que no cortar¨¢ el gasto p¨²blico para compensar su plan para bajar impuestos.
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