Por qu¨¦ Europa sigue sin alumbrar un pacto que limite el precio del gas
Los Veintisiete han acercado posiciones en los ¨²ltimos d¨ªas, pero todav¨ªa falta para llegar al acuerdo
A poco que en la UE surjan diferencias en el terreno econ¨®mico, estas suelen asomarse por la misma grieta que ya se vio en la crisis financiera y de deuda soberana: a un lado, el norte; al otro, el sur. Ahora aparecen en un terreno distinto, pero con unas implicaciones econ¨®micas direct¨ªsimas: la pol¨ªtica energ¨¦tica. Los Veintisiete acumulan ya semanas de bloqueo en el alumbramiento de un tope al precio del gas en el mercado mayorista, un movimiento cuyo mero anuncio permiti¨® una relajaci¨®n del mercado, pero que sigue enfangado en las siempre tediosas negociaciones multilaterales.
Este tope pretende evitar que se repita la situaci¨®n del verano. Entonces, el mercado holand¨¦s TTF ¡ªel que se toma como referencia para todo el bloque¡ª alcanz¨® los 350 euros por megavatio hora (MWh), su r¨¦cord hist¨®rico. Este l¨ªmite divide a la UE en dos bandos con puntos de partida radicalmente opuestos. De un lado, una quincena de Gobiernos del sur y la periferia del continente, entre ellos Espa?a ¡ªcuyo perfil en la refriega ha ido creciendo con el paso de los d¨ªas, muy especialmente tras arrancar el visto bueno del Ejecutivo comunitario a la excepci¨®n ib¨¦rica¡ª, piden ambici¨®n y no una soluci¨®n inaplicable como las que, a su juicio, Bruselas ha puesto encima de la mesa hasta ahora: 275 euros primero; 220 euros despu¨¦s. Del otro lado, Alemania y Holanda tratan de frenar una medida que, a su entender, lejos de solucionar la crisis podr¨ªa entorpecer su salida.
Las posiciones se han ido acercando en las ¨²ltimas jornadas, especialmente en la ¨²ltima reuni¨®n de ministros de Energ¨ªa del martes. Tanto, que hasta los l¨ªderes de la UE se han animado a comprometer un acuerdo para el pr¨®ximo lunes. Pero a¨²n hay diferencias. La ¨²ltima propuesta puesta sobre la mesa por la presidencia de turno del Consejo de la UE, en manos de la Rep¨²blica Checa, pasa por un tope de 200 euros m¨¢s otros 35 de diferencial respecto a la cotizaci¨®n del gas licuado en el resto de mercados internacionales ¡ªun extra a?adido que busca mantener el atractivo de Europa respecto al resto, sobre todo Asia¡ª y que solo se activar¨ªa si se alcanzan esas cotas durante un m¨ªnimo de tres d¨ªas consecutivos. La rebaja sobre los niveles iniciales es significativa. Pero sigue siendo ¡°inasumible¡± para pa¨ªses como Espa?a.
Entre lo financiero y la seguridad de suministro
Los temores de Berl¨ªn y La Haya son especialmente agudos en torno a dos grandes cuestiones: la financiera y la seguridad de suministro. Herederos de una firme tradici¨®n tendente a la prudencia en todos los planos¡ªde lo fiscal a lo monetario, pasando por lo energ¨¦tico¡ª, los Gobiernos de Olaf Scholz y Mark Rutte temen que el tope cree un agujero en la cuenta de resultados de sus compa?¨ªas energ¨¦ticas, que el verano pasado se vieron obligadas a firmar contratos de suministro de gas a precios disparatados y cuyas cuentas de resultados quedar¨ªan ahora entre la espada (los compromisos adquiridos entonces) y la pared (el m¨¢ximo que fijar¨ªa el tope al gas). Es decir, vender¨ªan a precios por debajo de sus costes.
En su cruzada contra el tope, Alemania y Holanda cuentan con un aliado de excepci¨®n: el Banco Central Europeo (BCE), que el viernes pasado advirti¨® de los ¡°riesgos para la estabilidad financiera de la zona euro¡± que implicar¨ªa la medida y que abogaba por un completo redise?o de su propuesta. Tambi¨¦n la Comisi¨®n Europea est¨¢ en este bloque: la primera propuesta presentada, con un dise?o que hubiera evitado su activaci¨®n incluso el pasado agosto, deja bien clara cu¨¢l es su postura y la de sus equipos t¨¦cnicos. Para la n¨¦mesis meridional, sin embargo, el mayor riesgo financiero es otro: que, sin un tope, ante un nuevo ¡ªy no descartable¡ª estallido de precios, las familias y las empresas europeas sean incapaces de afrontar sus obligaciones. Y que esto acabe provocando una cascada de impagos de peligrosas consecuencias macroecon¨®micas.
La seguridad de suministro es el segundo gran caballo de batalla. Como desde que empez¨® la crisis energ¨¦tica, el norte da mucho m¨¢s valor al abastecimiento ¡ªque, tras el cerrojazo del Kremlin, no tiene ni mucho menos garantizado¡ª que a los precios. Para el sur, en cambio, con un potente parque de regasificadoras construidas a golpe de talonario p¨²blico ¡ªcuanto m¨¢s lejos de Rusia, m¨¢s necesidad de buscar proveedores alternativos por barco¡ª, lo m¨¢s importante es atajar la escalada del mercado gasista. Sin ese flanco cubierto, el control de la inflaci¨®n ser¨¢ poco menos que una quimera.
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