El consumo sigue sin recuperar los niveles de antes de la Gran Recesi¨®n
El gasto por habitante no mejora con la misma intensidad que lo ha hecho la econom¨ªa y la desigualdad en consumo no se ha corregido durante los a?os de recuperaci¨®n. Los grandes perjudicados, los hogares con hijos y los m¨¢s desfavorecidos
Los espa?oles siguen sin recuperar los niveles de consumo registrados antes de la Gran Recesi¨®n. Medido en t¨¦rminos individuales y una vez restada la inflaci¨®n, sigue estando un 25% por debajo de las cotas de 2007, seg¨²n un estudio, al que ha tenido acceso EL PA?S, elaborado por el Ivie y la Fundaci¨®n BBVA con datos hasta 2021. Si se toman las cifras todav¨ªa provisionales del INE, con un crecimiento en 2022 del 4% del consumo real, es decir, descontando tambi¨¦n la evoluci¨®n del IPC, y un incr...
Los espa?oles siguen sin recuperar los niveles de consumo registrados antes de la Gran Recesi¨®n. Medido en t¨¦rminos individuales y una vez restada la inflaci¨®n, sigue estando un 25% por debajo de las cotas de 2007, seg¨²n un estudio, al que ha tenido acceso EL PA?S, elaborado por el Ivie y la Fundaci¨®n BBVA con datos hasta 2021. Si se toman las cifras todav¨ªa provisionales del INE, con un crecimiento en 2022 del 4% del consumo real, es decir, descontando tambi¨¦n la evoluci¨®n del IPC, y un incremento de la poblaci¨®n del 0,4% hasta mediados del a?o pasado, el consumo medio de los espa?oles todav¨ªa dista de recobrar las cantidades que se gastaban hace 16 a?os.
En 2007, un espa?ol gastaba 22.800 euros al a?o en euros constantes de 2016 y, por lo tanto, descontando el efecto de la inflaci¨®n. Desde entonces su consumo fue cayendo con la recesi¨®n, hasta que en 2014 toc¨® suelo: 17.200 euros, un 24,7% menos. El paro, la reducci¨®n de salarios en algunos colectivos y la incertidumbre econ¨®mica explican este hundimiento.
A partir de ah¨ª la cifra fue recuper¨¢ndose. Pero muy lentamente. Desde luego no con la fuerza que hab¨ªa ca¨ªdo entre 2007 y 2014. Tras cinco a?os de mejoras muy graduales, en 2019 el desembolso por habitante solo alcanz¨® los 18.400 euros. Y entonces irrumpi¨® la pandemia. Las restricciones hicieron que el consumo se desplomara un 10% hasta los 16.500 euros per c¨¢pita. Y en 2021, con el proceso de vacunaci¨®n y la progresiva reapertura de la econom¨ªa, la cifra mejor¨®, encaram¨¢ndose hasta los 17.100 euros. Todav¨ªa muy lejos de los 22.800 euros contabilizados como el m¨¢ximo. Estas cifras se han estimado a partir de la encuesta de presupuestos familiares del INE y figuran en el informe titulado Consumo y desigualdad, consecuencias de la Gran Recesi¨®n y la covid-19.
Llama la atenci¨®n que la econom¨ªa se haya recuperado con mucho m¨¢s vigor que el consumo. El gasto per c¨¢pita no se ha restablecido en ning¨²n momento, mientras que el PIB lo hizo en 2017 y ahora est¨¢ a un 2% de recuperar lo perdido con la pandemia. En cambio, el consumo individual se encuentra mucho m¨¢s lejos. Cuando se compara con 2008, esto se debe a que por aquel entonces la demanda estaba impulsada por un exceso de deuda y los trabajadores menos formados dispon¨ªan de remuneraciones mejores debido a la burbuja. Ahora hay mucha menos deuda privada y las exportaciones tienen un peso bastante mayor en la actividad, algo que incrementa el PIB pero no el consumo de las familias. Esa es, en parte, la raz¨®n de que la econom¨ªa vaya mejor pero que una parte de la ciudadan¨ªa sienta que le va peor.
Factores como las menores horas trabajadas entre los poco formados, la temporalidad, los menores salarios de entrada, la uberizaci¨®n del empleo, la globalizaci¨®n, el menor peso de los sindicatos o los efectos de la reforma laboral de 2012 tambi¨¦n pueden haber contribuido a una menor recuperaci¨®n del consumo.
Hay, por tanto, diferencias sustanciales entre el consumo, la renta y el PIB. El nivel de consumo depende, m¨¢s all¨¢ de las rentas, de variables como el patrimonio, el ahorro, los colchones familiares, las prestaciones p¨²blicas, las econom¨ªas de escala que genera el reagrupamiento familiar, el n¨²mero de personas trabajando en el hogar o el aumento de gastos que provoca independizarse.
Crecimiento sin igualdad
El estudio del Ivie y la Fundaci¨®n BBVA indica, adem¨¢s, que en todo el periodo analizado el crecimiento econ¨®mico no ha venido acompa?ado de una correcci¨®n de la desigualdad que existe en el consumo. El PIB es un agregado de todo lo que ocurre en el total de la econom¨ªa, pero en las historias de los hogares hay mucha heterogeneidad. Va por barrios. Por ejemplo, hay todav¨ªa personas que no han vuelto al empleo desde 2008 o que se hallan en una situaci¨®n laboral bastante peor. ¡°Con la crisis, la desigualdad se acentu¨®. Pero cuando salimos de la recesi¨®n, a partir de 2014, no se apreci¨® una reducci¨®n de las diferencias en consumo en l¨ªnea con la mejora de la econom¨ªa¡±, explica Iv¨¢n Arribas, investigador del Ivie y coordinador del informe.
La econom¨ªa no mejora esta situaci¨®n. Y el patr¨®n no cambi¨® con la crisis de la pandemia. Aunque las restricciones a la movilidad supusieron en 2020 una reducci¨®n de la desigualdad en consumo al limitarse las compras a los productos m¨¢s esenciales, la recuperaci¨®n de 2021 provoc¨® un nuevo aumento de esta brecha, se?ala el documento.
Los m¨¢s perjudicados
El informe apunta a tres colectivos que fundamentalmente est¨¢n peor: los hogares m¨¢s desfavorecidos, los hogares con hijos y los j¨®venes. ¡°La ca¨ªda del consumo fue mayor en los hogares con m¨¢s miembros, entre los que se encuentran aquellos con hijos dependientes, y tambi¨¦n fue mayor cuanto m¨¢s joven fuera el hogar¡±, subraya el informe. Los pensionistas son, en cambio, los que mejor se han mantenido. Eran las familias con menos consumo y han pasado a situarse arriba: ¡±Pr¨¢cticamente no se vieron afectados por la recesi¨®n¡±, indica el estudio.
Los hogares m¨¢s favorecidos se mueven m¨¢s con la corriente de la econom¨ªa, mientras que los m¨¢s desfavorecidos se van descolgando de ese tren. El documento advierte de que uno de los principales determinantes de la desigualdad en el consumo es la formaci¨®n: los hogares con menos consumo se han visto m¨¢s afectados por las dificultades econ¨®micas y cuentan con cabezas de familia con una menor cualificaci¨®n.
Entre los propios desfavorecidos, adem¨¢s, ha aumentado la desigualdad. Su consumo tambi¨¦n depende m¨¢s de elementos como el ahorro, las ayudas familiares o las prestaciones. Por estos motivos, el consumo de algunos hogares desfavorecidos aguanta mejor que el de otros. As¨ª que entre ellos se ha ampliado la desigualdad. Por el contrario, ha ido disminuyendo la desigualdad entre las familias favorecidas: ahora son m¨¢s homog¨¦neas entre ellas.
Tales datos plantean una reflexi¨®n sobre cu¨¢les son las mejores respuestas para atajar estos problemas. En los momentos de crisis las ayudas p¨²blicas aumentaron y amortiguaron el golpe. Pero es durante la recuperaci¨®n que estas prestaciones no se revelan lo suficientemente eficaces, se?ala el informe. ¡°Lo habitual es que cuando se da una mejora de la actividad, el efecto de la ayuda p¨²blica se disipa¡±, explica Arribas.
Medidas como la restricci¨®n de los contratos temporales, las subidas del salario m¨ªnimo y la creaci¨®n del ingreso m¨ªnimo vital son las principales apuestas del actual Gobierno en este ¨¢mbito. Para Arribas, es importante evaluar todas las pol¨ªticas. En cualquier caso, destaca que la educaci¨®n y la formaci¨®n son la clave: ¡°Una vez se mejore esto, lo dem¨¢s ir¨¢ cayendo por su propio peso¡±, concluye.
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