La desigualdad se enquista m¨¢s en Espa?a que tras las crisis anteriores
A pesar de la fuerte mejora del empleo, la equidad no se recupera con la misma intensidad que en la salida de las anteriores recesiones
A pesar de la intensa mejora del empleo, la desigualdad en Espa?a se est¨¢ recuperando ahora peor que en las anteriores salidas de crisis. Aunque esta vez el Estado y las familias dispusieron de m¨¢s colchones para amortiguar el golpe, la Gran Recesi¨®n ha sido m¨¢s profunda, prolongada y con un incremento del paro m¨¢s brutal. Lo que puede haber condicionado la recuperaci¨®n, retardando la correcci¨®n de la desigualdad. Adem¨¢s, la temporalidad, las escasas horas trabajadas entre los poco formados, la reforma laboral, la globalizaci¨®n y la uberizaci¨®n pueden estar dificultando la mejor¨ªa de las rentas bajas. Seg¨²n los expertos, la burbuja ocult¨® un problema de desigualdad que ya se estaba generando en otros pa¨ªses desarrollados.
Uno de los indicadores de desigualdad m¨¢s habituales es el coeficiente de Gini, que mide cu¨¢nta concentraci¨®n hay de rentas en una sociedad, siendo 0 el caso en el que todos los individuos tienen la misma y 1 el supuesto en el que una sola persona se apropia de todo. Con el fin de comprobar c¨®mo se ha comportado la desigualdad en los distintos ciclos de la historia reciente de Espa?a, basta con igualar todos los periodos fijando el punto inicial en la base 100 ¡ªesto es, el a?o de mayor tasa de crecimiento en cada ciclo¡ª, y ver a partir de ah¨ª c¨®mo evoluciona el Gini de rentas seg¨²n se ralentiza la actividad, cae en una recesi¨®n y, finalmente, inicia la recuperaci¨®n. Al observar el gr¨¢fico, la imagen es clara: durante los a?os de recesi¨®n, el Gini, y por tanto la desigualdad, se comport¨® ahora mejor que en los noventa pero peor que en los ochenta. Sin embargo, una vez llega la mejora del mercado laboral, el Gini no se est¨¢ recobrando con la misma intensidad que en periodos anteriores.
Si se compara con la evoluci¨®n del empleo, en los noventa el Gini traz¨® pr¨¢cticamente la misma trayectoria que la ocupaci¨®n. En cambio, con los datos disponibles entre 2014 y 2016, el paro descendi¨® con fuerza, pero eso no se tradujo en una correcci¨®n tan apreciable del Gini. Y eso a pesar de que esta vez las cifras de ocupaci¨®n est¨¢n siendo muy robustas.
En parte, estos datos reflejan la dureza de esta ¨²ltima crisis, que ha sido mucho m¨¢s profunda, ha abarcado mucho m¨¢s tiempo y, sobre todo, ha tenido un impacto mucho mayor en el desempleo. La de principios de los noventa se debi¨® al colapso del sistema monetario europeo, cuando los pa¨ªses vincularon la cotizaci¨®n de sus divisas al marco en un momento en el que los alemanes tuvieron que subir tipos para atajar la inflaci¨®n provocada por la reunificaci¨®n. El resto de europeos no pudieron aguantar los tipos del Bundesbank, y eso cre¨® una crisis abrupta durante un par de a?os. Por el contrario, en los ochenta se produjo una reconversi¨®n industrial de la econom¨ªa franquista, y el paro se dispar¨® incluso m¨¢s. Si bien el deterioro de esta fue m¨¢s prolongado, tambi¨¦n result¨® m¨¢s gradual. Aunque los espa?oles part¨ªan de situaciones m¨¢s pobres en las dos crisis, estas recesiones describieron un dibujo en el PIB mucho m¨¢s suave que la actual.
De la marcha del Gini se puede extraer un corolario: la evidente vinculaci¨®n que guarda con el empleo. Un estudio del catedr¨¢tico Francisco Goerlich se?ala que el 80% del aumento de la desigualdad en Espa?a tiene que ver con el desempleo. Y la OCDE corrobora esta tesis. Ahora bien, aunque quiz¨¢s todav¨ªa sea pronto dada la escala de esta crisis, en esta ocasi¨®n s¨ª que parece observarse por el momento una conducta distinta, una menor correlaci¨®n que otras veces entre la mejora del empleo y la correcci¨®n de la desigualdad. Incluso con la fuerte recuperaci¨®n vivida en el mercado laboral, el Gini no est¨¢ mejorando ahora al mismo ritmo.
Tendencia global
Por una parte, juegan varios factores: la globalizaci¨®n, la uberizaci¨®n y la tecnolog¨ªa en general parecen estar desempe?ando un papel desconocido hasta ahora en Espa?a. Se trata de fen¨®menos buenos para los consumidores, pero con efectos perjudiciales para los trabajadores desplazados o para aquellos con escasa formaci¨®n, tal y como ha reconocido el FMI.
Por otra parte, seg¨²n se?alan los expertos, tambi¨¦n podr¨ªan estar presionando sobre las condiciones laborales el elevado desempleo de larga duraci¨®n, el mayor peso de los contratos de corta duraci¨®n, la escasa intensidad de horas trabajadas entre los menos formados, la reforma laboral o la divisi¨®n del mercado de trabajo entre fijos y temporales y entre los que han mantenido el empleo y los que no. Con independencia de su productividad, los nuevos contratados reciben salarios m¨¢s bajos que los que retuvieron su puesto en la crisis, coinciden varios estudios. Adem¨¢s, los empleados de baja cualificaci¨®n estar¨ªan trabajando menos horas. Y esta polarizaci¨®n podr¨ªa explicar la peor evoluci¨®n del Gini. Si se a?ade que proceden de una prestaci¨®n de desempleo o hab¨ªan vuelto a los hogares paternos, a veces solo est¨¢n obteniendo una retribuci¨®n ligeramente superior una vez logran un puesto de trabajo.
Como explica el economista Florentino Felgueroso, durante la burbuja la desigualdad baj¨® mientras aumentaba en el resto de los pa¨ªses desarrollados. Es decir, se ocult¨® una tendencia ya latente. Y ocurri¨® as¨ª porque se generaron empleos en la construcci¨®n y los servicios bien retribuidos pese a su baja formaci¨®n y productividad. ¡°Durante la burbuja, el problema estaba en los titulados, que no encontraban trabajos adecuados a su formaci¨®n¡±, recuerda Felgueroso. Ahora esos puestos bien retribuidos para personal poco cualificado ya no se dan. En su lugar, han tomado el testigo sectores como la hosteler¨ªa o los servicios propios de la uberizaci¨®n, caracterizados por muchas horas de trabajo a demanda y salarios m¨¢s bajos. ¡°La burbuja ocult¨® una pauta que ya estaba sucediendo en Estados Unidos desde los ochenta y en Europa desde los noventa¡±, se?ala Felgueroso.
Acad¨¦micos como Raghuram Rajan defienden que en los pa¨ªses avanzados se intent¨® contrarrestar este fen¨®meno fomentando el endeudamiento de las clases menos pudientes. Es decir, al haberse basado en la deuda, el punto alcanzado en 2007 era delusorio.
En cualquier caso, expertos consultados indican que a¨²n es pronto para suscribir conclusiones definitivas. ¡°Los datos podr¨ªan achacarse a la magnitud de esta recesi¨®n y, por tanto, se necesitar¨ªa m¨¢s tiempo para saber c¨®mo evoluciona¡±, precisa un alto cargo de la Administraci¨®n. El patr¨®n hist¨®rico del Gini es que marcha con un a?o de retraso al 90% igual que el empleo. Seg¨²n esta versi¨®n, esta vez podr¨ªa retrasarse algo m¨¢s.
En su ¨²ltimo informe sobre la econom¨ªa espa?ola, la Comisi¨®n Europea dedica un apartado a la desigualdad. Y ah¨ª destaca que el 20% de la poblaci¨®n con m¨¢s renta gana 6,6 veces m¨¢s que el 20% con menos ingresos, lo que sit¨²a a Espa?a entre los pa¨ªses con m¨¢s desigualdad por renta de la UE.
Seg¨²n el diagn¨®stico del Ejecutivo comunitario, los problemas se hallan sobre todo en la parte baja de los ingresos. ¡°La desigualdad es impulsada principalmente por una tasa de paro alta, la polarizaci¨®n en la formaci¨®n y un mercado segmentado entre fijos y temporales¡±, dice. Tambi¨¦n subraya que las rentas de los hogares est¨¢n creciendo menos que el PIB. Es decir, en un contexto de elevado paro las empresas est¨¢n consiguiendo m¨¢s capacidad para fijar salarios, horarios y condiciones. De ah¨ª sus mayores excedentes.
La redistribuci¨®n
Otro elemento que apunta la Comisi¨®n es que la redistribuci¨®n de los impuestos y transferencias p¨²blicas se antoja baja. Solo reduce la desigualdad de ingresos en un 34,6%, frente al 40% de la media de la UE.
Un estudio elaborado por el exdirector de Tributos Jes¨²s Gasc¨®n avala estas tesis. Al cotejar a Espa?a con los once mejores pa¨ªses europeos usando estad¨ªsticas de Eurostat de 2016, los espa?oles no figuran muy lejos en las privaciones severas gracias a la red familiar. Pero s¨ª que aparecen mucho peor en el porcentaje de individuos cuyos ingresos se sit¨²an un 40% por debajo de la mediana, una se?al inequ¨ªvoca de desigualdad.
De acuerdo con estas cifras, el Estado espa?ol gasta m¨¢s en desempleo e intereses, pero menos en educaci¨®n, sanidad y, sobre todo, otro gasto social, que incluye ayudas a la pobreza, las familias o la vivienda. Gasc¨®n recalca que la pobreza ha empeorado m¨¢s con la crisis en aquellos colectivos donde el respaldo p¨²blico deber¨ªa ser m¨¢s contundente: familias con cuatro miembros, menores de 18 a?os y hogares monoparentales.
Mejoras al tener en cuenta la propiedad y la familia
Un documento de Fedea escrito por ?ngel de la Fuente y Jorge Onrubia reconoce que, seg¨²n el indicador que se utilice, la crisis ha supuesto una p¨¦rdida de entre el 35% y el 41% de la desigualdad que se hab¨ªa corregido entre 1973 y 2007. Y se?ala que el grupo que se ha comportado peor en contraste con los a?os setenta es el 10% m¨¢s pobre.
Sin embargo, no todo son cifras l¨²gubres, dicen De la Fuente y Onrubia. Aunque los espa?oles figuren entre los peores por ingresos, la desigualdad se subsana bastante cuando se contemplan aspectos como la vivienda. Seg¨²n Eurostat, si se imputa la propiedad de la casa como si fuese una renta simulando el alquiler, Espa?a abandona el pelot¨®n de cola. Otro tanto ocurre si se toma la encuesta de riqueza del BCE: Espa?a acumula un patrimonio medio mayor que Alemania, Francia o Italia gracias a la apuesta por la vivienda en propiedad. Por sorprendente que sea, los espa?oles del segmento m¨¢s bajo de renta atesoran m¨¢s patrimonio que los alemanes con menores ingresos. Adem¨¢s, en Espa?a la crisis ha provocado una reagrupaci¨®n familiar que ha amortiguado el impacto en el consumo. Mientras que los hogares m¨¢s favorecidos redujeron el consumo un 17,2%, el gasto de los m¨¢s desfavorecidos disminuy¨® solo un 7,6%, sostiene BBVA. Es decir: mientras que la desigualdad en ingresos creci¨®, la desigualdad en compras se contuvo debido al soporte familiar.
Seg¨²n apuntan fuentes de la Administraci¨®n, si se calcula como un gasto en especie las partidas p¨²blicas de sanidad y educaci¨®n, Espa?a se despega de los pa¨ªses m¨¢s desiguales, sobre todo del Este de Europa.
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