Jos¨¦ Garrido Palacios, maestro de los abogados laboralistas
Defendi¨® con precisi¨®n, honestidad y firmeza los intereses de las empresas que le encomendaron su representaci¨®n y tambi¨¦n promovi¨® con pasi¨®n los derechos fundamentales de trabajadores y funcionarios
Pepe Garrido falleci¨® en Madrid el 4 de mayo a los 83 a?os, tras una larga enfermedad, que afront¨® con la entereza y naturalidad propia de su extraordinario car¨¢cter. Pepe fue, sin duda, el mejor abogado laboralista de su generaci¨®n y fue tambi¨¦n una de esas personas inolvidables para quienes tuvimos la suerte de disfrutar su generosa amistad. Nacido en La Recueja (Albacete) en 1940, fue siempre fiel a su tierra y construy¨® su hermosa casa en Salobre, donde la familia Garrido pasaba los veranos. All¨ª cultiv¨® sus m¨¢s importantes valores y las aficiones, que mantendr¨ªa a lo largo de toda su vida: su mejor patrimonio, la fidelidad a sus amigos de siempre; la caza, que practic¨® y disfrut¨® junto con su padre, sus amigos e hijos; su pasi¨®n por el campo y por sus perros, especialmente el Rubio y Marquesa, con sus miradas, sus caricias, y sus sabias conversaciones en los atardeceres del verano en Sages o en Salobre.
Tras licenciarse brillantemente en Derecho en la Universidad de Murcia, se traslad¨® a Madrid, donde gan¨® su plaza en el Ayuntamiento. Comenz¨® su andadura profesional como abogado litigante, que le llev¨® a la creaci¨®n de su propio despacho en el a?o 1969, en el que despleg¨® sus inmensos conocimientos en todas las disciplinas jur¨ªdicas. Aunque Pepe fue, ante todo, un gran laboralista, reconocido como maestro por todos los operadores jur¨ªdicos de esa disciplina, magistrados, fiscales, abogados y funcionarios, quienes disfrutamos de su enorme categor¨ªa profesional y humana y aprendimos que, el ¨²nico modo de ejercer honestamente la profesi¨®n, es decir la verdad a los defendidos, a los contrarios y a los juzgadores. Pepe nos demostr¨®, d¨ªa a d¨ªa y pleito a pleito, que la lealtad era su divisa y eso le gan¨® el respeto y la admiraci¨®n de todos los que le tratamos.
Defendi¨® con precisi¨®n, honestidad y firmeza los intereses de las empresas, que le encomendaron su representaci¨®n. Tambi¨¦n promovi¨® con pasi¨®n los derechos fundamentales de trabajadores y funcionarios, impulsando su ejercicio en todos los tribunales. Obtuvo grandes ¨¦xitos en defensa de los derechos de libertad sindical, igualdad, huelga y libertad de expresi¨®n, lo que permiti¨® ampliar y consolidar los horizontes legales de estos colectivos durante la transici¨®n. Sus aportaciones t¨¦cnicas fueron extraordinarias, ampli¨®, entre otras muchas iniciativas jur¨ªdicas, el ¨¢mbito subjetivo del derecho del trabajo, mediante la promoci¨®n de una cuesti¨®n de constitucionalidad sobre las empleadas del hogar, que provoc¨® finalmente la regulaci¨®n legal de su relaci¨®n laboral especial, asegurando unos derechos que les eran negados hasta entonces. Su implicaci¨®n en todo lo que afectara a su profesi¨®n le llev¨® a intervenir y colaborar activamente en la regulaci¨®n laboral de la relaci¨®n especial de los abogados.
Pepe fue, por encima de todo, un dem¨®crata, comprometido desde muy joven con la justicia social y con los valores de la izquierda, se afili¨® al Partido Comunista en la clandestinidad y contribuy¨® firmemente en la lucha por la conquista de la democracia, defendiendo, con la valent¨ªa y la coherencia que siempre le caracteriz¨®, los derechos humanos en el largo y duro proceso de la transici¨®n. Particip¨® de manera significativa en las luchas por la democratizaci¨®n de los colegios profesionales, lo que le llev¨® a formar parte de la Junta de Gobierno del ICAM, donde se posicion¨® siempre en defensa de los derechos de la ciudadan¨ªa, porque nunca dej¨® de combatir y poner en evidencia lo que consideraba injusto o abuso de autoridad.
Toda su vida fue una constante suma de amistades a las que gustaba cuidar y dedicar atenciones con una generosidad inagotable. Comparti¨® con nosotros sus aficiones e inici¨® a muchos de nosotros en el amor a la poes¨ªa, al flamenco, y a los toros con aquella sabidur¨ªa y con aquella pasi¨®n, que le hizo convertirse en maestro y padre espiritual de toda una generaci¨®n de laboralistas, donde dej¨® una huella profunda.
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