La nueva ortodoxia
?Supone la compra del 10% de Telef¨®nica una excepci¨®n o es la nueva regla para reindustrializar pa¨ªses?
Hac¨ªa mucho tiempo que no se anunciaba una maniobra tan nacionalizadora como la de que el Estado espa?ol vaya a comprar el 10% de la gigantesca multinacional de las telecomunicaciones Telef¨®nica. ?Supone ese paso una excepci¨®n o es la nueva regla para reindustrializar los pa¨ªses y dotarlos de servicios p¨²blicos m¨¢s potentes despu¨¦s de un cuarto de siglo de deslocalizaciones y de haberse demostrado su fragilidad ante acontecimientos como la pandemia de la covid? Esa es la cuesti¨®n.
En el ¨²ltimo cuarto de siglo el sector p¨²blico empresarial casi ha desaparecido del todo y las privatizaciones han formado parte del paisaje cotidiano. Hubo dos etapas de privatizaciones muy diferenciadas en Espa?a: las de los primeros Gobiernos socialistas hasta el a?o 1996, que ten¨ªan ante todo un car¨¢cter instrumental ¡ªreducir el d¨¦ficit y la deuda p¨²blica¡ª y que fueron privatizaciones parciales, sin perder el control de las empresas p¨²blicas. Los socialistas declaraban por aquel entonces no participar de la creencia de que las empresas p¨²blicas est¨¢n peor gestionadas que las compa?¨ªas privadas.
La segunda etapa, con los Gobiernos conservadores de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, fue muy agresiva. Entre 1996 y 2003 se privatizaron unas 60 empresas, por un valor equivalente a casi el 7% del PIB. El Partido Popular se embarc¨® en una profunda din¨¢mica de desmantelamiento del sector p¨²blico empresarial que afect¨® a la participaci¨®n estatal en los principales sectores econ¨®micos del pa¨ªs. Esas privatizaciones, en declaraciones del expresidente y de algunos de sus principales ministros, ten¨ªan un car¨¢cter ideol¨®gico finalista, como las de Margaret Thatcher, pero con una peculiaridad: a trav¨¦s de las mismas el PP tom¨® el control de una amplia parte de los resortes econ¨®micos del pa¨ªs. Concedi¨® las presidencias ejecutivas de las todav¨ªa empresas p¨²blicas a personas de su m¨¢xima confianza para que terminaran la privatizaci¨®n y se quedaran al frente una vez realizada la operaci¨®n corporativa. Muchos de estos capitanes de empresa no ten¨ªan experiencia de gesti¨®n alguna en los sectores en los que fueron elegidos: se les proporcion¨® la presidencia por su cercan¨ªa ideol¨®gica o incluso personal a los dirigentes del PP. De esta manera se produjo un proceso de connivencia entre la derecha pol¨ªtica y la nueva derecha econ¨®mica. Hay varios ejemplos que as¨ª lo atestiguan. Francisco Gonz¨¢lez asumi¨® el liderazgo del sector financiero p¨²blico, con Argentaria al frente, y poco despu¨¦s, en una operaci¨®n casi incre¨ªble, se fusion¨® con el Banco Bilbao Vizcaya, qued¨¢ndose el pez peque?o con el grande: as¨ª se forj¨® el BBVA. Y en el caso de Telef¨®nica, Juan Villalonga se qued¨® con la presidencia de esta empresa b¨¢sicamente por ser compa?ero de pupitre de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Hay un largo etc¨¦tera de casos parecidos. Juan Bravo, responsable de Econom¨ªa del PP en la actualidad, deber¨ªa conocer estos precedentes cuando se opone a la entrada del Estado en Telef¨®nica como movimiento de resistencia al capital saud¨ª. La pol¨ªtica de privatizaciones del PP es una de las facetas m¨¢s turbias de su pol¨ªtica econ¨®mica.
Queda partido por jugar en el caso Telef¨®nica. Cuando por fin se ejecute esa adquisici¨®n por parte de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) quedar¨¢n a¨²n dos operaciones muy significativas por delante. Est¨¢ por ver si se autoriza la ampliaci¨®n oficial del porcentaje de acciones de los saud¨ªes al 9,9%. Y tambi¨¦n hay que aclarar si contin¨²an al frente de la multinacional Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez Pallete y su equipo.
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