Tres reglas para la pandemia de Trump
Hay que centrarse en las adversidades, no en el PIB; dejar de preocuparse por los incentivos para trabajar y no confiar en el presidente
De modo que ahora Donald Trump llama ¡°virus chino¡± a la Covid-19. C¨®mo no iba a hacerlo: el racismo y culpar a otros de sus propios fracasos son los rasgos que definen su presidencia. Pero si tenemos que darle un apodo a la enfermedad, mucho mejor que nos refiramos a ella como la ¡°pandemia de Trump¡±.
Es cierto que el virus no se origin¨® en Estados Unidos. Pero la respuesta estadounidense ha sido catastr¨®ficamente lenta e inadecuada, y el responsable es Trump, que rest¨® importancia a la amenaza y se resisti¨® a tomar medidas hasta hace solo unos d¨ªas.
Comparemos la gesti¨®n estadounidense del coronavirus con la de, por ejemplo, Corea del Sur. Ambos pa¨ªses detectaron su primer caso el 20 de enero. Pero Corea se movi¨® con rapidez para aplicar pruebas generalizadas y ha utilizado los datos de esas pruebas para orientar el distanciamiento social y otras medidas de contenci¨®n. Y parece que all¨ª la enfermedad est¨¢ en retroceso.
En cambio, en Estados Unidos, la realizaci¨®n de pruebas apenas acaba de empezar; solo se les han practicado a 60.000 personas, frente a las 290.000 efectuadas por Corea, a pesar de que la poblaci¨®n es seis veces mayor y de que el n¨²mero de casos parece estar dispar¨¢ndose.
Los detalles de nuestro descalabro son complejos, pero todos se derivan en ¨²ltima instancia del hecho de que Trump minimizara la amenaza: hasta la semana pasada segu¨ªa afirmando que la Covid-19 no era peor que una gripe (aunque fiel a su estilo, ahora afirma que siempre ha sabido que se avecinaba la pandemia).
?Por qu¨¦ decidieron Trump y su equipo negarlo y retrasarlo? Todo da a entender que el presidente no quer¨ªa hacer ni decir nada que pudiera provocar una ca¨ªda de los precios de las acciones, algo que ¨¦l parece considerar la principal medida de su ¨¦xito. Esa es presumiblemente la raz¨®n de que todav¨ªa el 25 de febrero Larry Kudlow, jefe de economistas del Gobierno, declarase que Estados Unidos hab¨ªa ¡°contenido¡± el coronavirus, y que la econom¨ªa estaba ¡°aguantando estupendamente¡±.
Pues bien, fue una mala apuesta. Desde entonces, la Bolsa pr¨¢cticamente ha perdido todo lo avanzado durante la presidencia de Trump. Y lo que es m¨¢s importante, la econom¨ªa est¨¢ claramente en ca¨ªda libre. Entonces, ?qu¨¦ deber¨ªamos hacer ahora?
Dejar¨¦ la pol¨ªtica sanitaria a los expertos. En cuanto a la pol¨ªtica econ¨®mica, yo sugerir¨ªa tres principios. Primero, centrarse en las adversidades, no en el PIB. Segundo, dejar de preocuparse por los incentivos para trabajar. Tercero, no confiar en Trump.
En lo referente al primer punto: muchas de las p¨¦rdidas de empleo que experimentaremos en los pr¨®ximos meses no solo ser¨¢n inevitables, sino deseables de hecho. Queremos que los trabajadores que est¨¢n o podr¨ªan estar enfermos se queden en casa, para ¡°aplanar la curva¡± de propagaci¨®n del virus. Queremos cerrar en parte o en su totalidad los grandes espacios empresariales, como las f¨¢bricas de automoci¨®n, que pudieran actuar como placas de Petri humanas. Queremos cerrar restaurantes, bares y establecimientos comerciales no esenciales.
Ahora bien, seguramente habr¨¢ p¨¦rdidas de empleo adicionales e innecesarias causadas por un desplome del gasto empresarial y de consumo, y por eso se deber¨ªa aplicar un est¨ªmulo general considerable. Pero la pol¨ªtica no puede y no debe impedir una p¨¦rdida temporal de empleo generalizada.
Lo que la pol¨ªtica s¨ª puede hacer es mitigar las adversidades que afrontan quienes dejan temporalmente de trabajar. Eso significa que tenemos que gastar mucho m¨¢s en programas como la baja m¨¦dica remunerada, las prestaciones por desempleo, los cupones para alimentos y la atenci¨®n sanitaria gratuita para ayudar a los estadounidenses en apuros, que necesitan mucha m¨¢s ayuda de la que obtendr¨ªan con un reparto de efectivo global. Este gasto proporcionar¨ªa tambi¨¦n est¨ªmulo, pero esa es una preocupaci¨®n secundaria.
Y eso me lleva al segundo punto. Los sospechosos de rigor est¨¢n objetando ya que ayudar a los estadounidenses necesitados reduce el incentivo que estos tienen para trabajar. Se trata de un argumento horrible incluso en los buenos tiempos, pero resulta absurdo ante una pandemia. Y los Gobiernos estatales que, animados por la Administraci¨®n de Trump, han estado intentando reducir las ayudas p¨²blicas imponiendo requisitos laborales deber¨ªan suspender de inmediato esos requisitos.
Por ¨²ltimo, respecto a Trump: en los ¨²ltimos d¨ªas, la televisi¨®n estatal, me refiero a Fox News, y los expertos de derechas, han pasado repentinamente de tachar la Covid-19 de farsa liberal a exigir que se paren todas las cr¨ªticas al presidente en tiempos de emergencia nacional. Es algo que no deber¨ªa sorprendernos.
Pero aqu¨ª es donde la historia de la pandemia de Trump ¨Ctodas esas semanas desperdiciadas en las que no hicimos nada porque Trump no quer¨ªa o¨ªr hablar de nada que pudiera perjudicarlo pol¨ªticamente¨C adquiere importancia. Demuestra que incluso cuando hay vidas de estadounidenses en peligro, la pol¨ªtica de este Gobierno se centra exclusivamente en Trump, en lo que a ¨¦l le parece que le har¨¢ quedar mejor, sin importar el inter¨¦s nacional.
Lo que esto quiere decir es que cuando el Congreso asigne dinero para reducir el da?o econ¨®mico causado por la Covid-19, no deber¨ªa dar a Trump discrecionalidad para gastarlo. Por ejemplo, aunque tal vez sea necesario proporcionar fondos para avalar a algunas empresas, el Congreso debe especificar normas sobre qui¨¦n recibe esos fondos y con qu¨¦ condiciones. De lo contrario, ya sabemos lo que va a ocurrir: Trump abusar¨¢ de cualquier discrecionalidad que se le otorgue para compensar a sus amigos y castigar a sus enemigos. ?l es as¨ª.
Responder al coronavirus ser¨ªa dif¨ªcil en la mejor de las circunstancias. Ser¨¢ especialmente dif¨ªcil cuando sabemos que no podemos confiar ni en el juicio ni en los motivos del hombre que deber¨ªa estar liderando la respuesta. Pero uno entra en una pandemia con el presidente que tiene, no con el presidente que desear¨ªa tener.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2020. Traducci¨®n de News Clips
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.