Centristas y propaganda de extrema derecha
Les animar¨ªa a reconsiderar sus premisas. El gasto de Biden no es irresponsable y no lastrar¨¢ el crecimiento
Cualquiera que prestase atenci¨®n en los a?os de Obama sab¨ªa que los republicanos intentar¨ªan tambi¨¦n debilitar las presidencias dem¨®cratas. Algunas de las acciones del Partido Republicano ¡ªen especial, los esfuerzos de gobernadores como Ron DeSantis y Greg Abbott para impedir una respuesta eficaz a una pandemia mortal¡ª han escandalizado incluso a los esc¨¦pticos. Aun as¨ª, era predecible un intento republicano de hacer fracasar al presidente Joe Biden, por mucho que eso pudiera perjudicar al resto del pa¨ªs.
M¨¢s sorprendente, al menos para m¨ª, ha sido la conducta autodestructiva de los dem¨®cratas centristas, un t¨¦rmino que prefiero al de ¡°moderados¡±, porque es dif¨ªcil ver qu¨¦ hay de moderado en exigir que Biden abandone pol¨ªticas tan populares como hacer tributar a las grandes empresas y bajar los precios de los medicamentos. A estas alturas parece perfectamente posible que un pu?ado de dem¨®cratas recalcitrantes eche abajo todo el programa de Biden; y s¨ª, son los centristas los que est¨¢n teniendo una pataleta, mientras que los progresistas se comportan como adultos. ?Qu¨¦ est¨¢ motivando al escuadr¨®n del sabotaje? Parte de la respuesta, dir¨ªa yo, radica en que han interiorizado hasta tal punto las d¨¦cadas de propaganda econ¨®mica de la derecha que su reacci¨®n ante cualquier propuesta para mejorar la vida de los ciudadanos es pensar que debe de ser inviable e inasequible.
Por supuesto, esta no es toda la historia. Sin duda no deber¨ªamos subestimar la influencia del dinero: tanto los donantes ricos como las grandes farmac¨¦uticas han estado alardeando de su fuerza sin ning¨²n pudor. Y no deber¨ªamos descartar la importancia de la simple incapacidad para el c¨¢lculo: 3.500 millones de d¨®lares suena a much¨ªsimo dinero, y no debe darse por sentado que los pol¨ªticos entienden (o piensan que sus votantes entienden) que este es un gasto propuesto a lo largo de una d¨¦cada, no en un solo a?o. Equivaldr¨ªa a poco m¨¢s del 1% del PIB en ese periodo, y seguir¨ªa dejando el gasto p¨²blico total muy por debajo del nivel que alcanza en otras democracias ricas. Tambi¨¦n pasa por alto el hecho de que el verdadero coste, descontados los ahorros netos y los nuevos ingresos, ser¨ªa muy inferior a 3.500 millones de d¨®lares.
Y algunos pol¨ªticos parecen ser v¨ªctimas de la noci¨®n equivocada de que solo el gasto en infraestructuras ¡°f¨ªsicas¡±, como carreteras y puentes, puede considerarse una inversi¨®n en el futuro del pa¨ªs. Es decir, no est¨¢n al d¨ªa con el creciente conjunto de pruebas que demuestran la elevada rentabilidad econ¨®mica del gasto en personas, en especial el gasto para sacar a los ni?os de la pobreza. Aun as¨ª, a menudo me sorprendo cuando oigo a pol¨ªticos y expertos que no se consideran parte del movimiento conservador vendiendo relatos econ¨®micos que son poco m¨¢s que propaganda derechista, pero se han repetido tantas veces que muchos que deber¨ªan estar mejor informados los aceptan como un hecho probado.
Por ejemplo, oigo con frecuencia que el gasto desbocado y los d¨¦ficits presupuestarios causaron la estanflaci¨®n en la d¨¦cada de 1970. En realidad, a lo largo de esa d¨¦cada la deuda federal disminuy¨® como proporci¨®n del PIB (y luego se dispar¨® durante el mandato de Ronald Reagan). En la medida en que entendemos la estanflaci¨®n de la d¨¦cada de 1970, parece haber estado causada por la combinaci¨®n de crisis del petr¨®leo y una pol¨ªtica monetaria ineficaz. El que hubiera un Gobierno grande, no tuvo nada que ver.
En ocasiones oigo tambi¨¦n, incluso a centristas, atribuir a las rebajas fiscales de Reagan la recuperaci¨®n de la econom¨ªa estadounidense. Lo cierto es que, en las d¨¦cadas posteriores a aquellas rebajas, a la mayor¨ªa de los estadounidenses les fue peor que en el periodo anterior correspondiente; la bonanza post-Reagan se limit¨® de hecho a un peque?o n¨²mero de ricos.
Por ¨²ltimo, es asombroso cu¨¢nta gente cree que las econom¨ªas europeas con un elevado gasto social est¨¢n gravemente perjudicadas por la reducci¨®n de los incentivos para trabajar. Es cierto que en las d¨¦cadas de 1980 y 1990, buena parte del continente pareci¨® sufrir ¡°euroesclerosis¡±: desempleo persistentemente elevado, incluso en periodos de expansi¨®n econ¨®mica. Pero eso fue hace mucho. Hoy en d¨ªa, pa¨ªses con Estados del bienestar generosos tienen a menudo un mercado laboral con mejor comportamiento que el de Estados Unidos.
Fij¨¦monos en el ejemplo de Dinamarca, que en alguna ocasi¨®n Fox Business ha comparado con Venezuela. De hecho, si hubiera algo de cierto en el dogma derechista, Dinamarca deber¨ªa ser un cuchitril econ¨®mico. Tiene un gasto social mucho mayor que el de Estados Unidos; dos tercios de sus trabajadores est¨¢n sindicados, y los sindicatos son tan poderosos que obligaron a McDonald¡¯s a pagar a sus trabajadores 22 d¨®lares por hora.
Pero lo cierto es que los daneses en edad de trabajar tienen m¨¢s probabilidades que sus hom¨®logos estadounidenses de estar empleados. Es cierto que el PIB real per c¨¢pita es un poco m¨¢s bajo en Dinamarca, pero eso se debe principalmente a que, a diferencia de Estados Unidos, no es un pa¨ªs sin vacaciones; de hecho, los daneses se toman tiempo libre.
El caso es que, hasta donde yo s¨¦, estos centristas dem¨®cratas problem¨¢ticos est¨¢n cegados por un relato econ¨®mico creado deliberadamente para bloquear el progreso y justificar una desigualdad enorme. Y por eso suponen que el programa de Biden ¡ªque constituye un esfuerzo bastante modesto de abordar los problemas reales de nuestro pa¨ªs¡ª es de alg¨²n modo irresponsable y constituye una amenaza para el futuro de la naci¨®n.
Yo los animar¨ªa a reconsiderar sus premisas. El gasto propuesto por Biden no es irresponsable y no perjudicar¨ªa el crecimiento. Al contrario, ser¨ªa profundamente irresponsable no invertir tanto en personas como en cemento, y cuando miramos las pruebas, en lugar de repetir el dogma de la derecha, vemos que el programa de Biden favorece de hecho el crecimiento.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2021. Traducci¨®n de News Clips
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