La pandemia ampl¨ªa la brecha econ¨®mica entre Estados Unidos y Europa
La vacunaci¨®n y los est¨ªmulos explican la mayor parte de la divergencia en las proyecciones entre 2020 y 2022
El oc¨¦ano Atl¨¢ntico es hoy, m¨¢s que nunca, una sima econ¨®mica de grandes proporciones. Como ya ocurri¨® tras la Gran Recesi¨®n, Estados Unidos saldr¨¢ m¨¢s r¨¢pido y con m¨¢s fuerza de la recesi¨®n derivada de la pandemia que Europa, seg¨²n todas las proyecciones disponibles. Casi desde el inicio mismo de la crisis, los caminos que tomaron los dos mayores bloques de econom¨ªas avanzadas fue divergente: en 2020, el PIB estadounidense se dej¨® solo un 3,5%, aupado por las menores restricciones, frente al desplome del 6,8% de la eurozona. Y este 2021, marcado en rojo como el primero del rebote, la brecha va camino de aumentar a¨²n m¨¢s: la actividad repuntar¨¢ un 6,5% en EE UU, frente al 3,9% del bloque del euro, a tenor de la ¨²ltima proyecci¨®n de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE).
La carrera de la recuperaci¨®n la ganar¨¢n los pa¨ªses que menos tarden en vacunar a su poblaci¨®n y los que m¨¢s dinero destinen a ayudar a familias y empresas a salir del abismo en el que las ha sumido el virus. Y el gigante norteamericano marcha con una c¨®moda ventaja frente a Europa en ambos frentes. Casi uno de cada tres estadounidenses ya ha recibido al menos un pinchazo y m¨¢s del 17% la pauta completa, m¨¢s del doble y el triple ¡ªrespectivamente¡ª que en la Uni¨®n Europea.
Esas cifras se traducen en algo m¨¢s que un guarismo: solo hay que mirar a Israel ¡ªindiscutible l¨ªder mundial en ese apartado, con m¨¢s de la mitad de su poblaci¨®n ya plenamente vacunada¡ª para observar c¨®mo la relaci¨®n entre inmunizaci¨®n y regreso a la vida de las constantes econ¨®micas es algo m¨¢s que directamente proporcional. La semana pasada, el Fondo volvi¨® a incidir en lo m¨¢s obvio: que aunque la recuperaci¨®n tiene ra¨ªces algo m¨¢s vigorosas de lo esperado, el ritmo de vacunaci¨®n abrir¨¢ una veta de desigualdad dif¨ªcil de gestionar. ¡°Estamos en un punto de inflexi¨®n: lo que hagamos ahora conformar¨¢ el futuro pospandemia¡±, dijo la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva.
A¨²n m¨¢s relevante es la asimetr¨ªa en el cortafuegos fiscal desplegado contra la crisis. Si a finales del a?o pasado EE UU y la eurozona estaban pr¨¢cticamente empatadas en lo que a ayudas p¨²blicas se refiere, con el cambio de a?o y la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, las tornas han cambiado por completo: tras el visto bueno del Congreso al colosal plan de est¨ªmulo del dem¨®crata ¡ª1,9 billones de d¨®lares, una vez y media el PIB espa?ol¡ª, el gasto comprometido por su Gobierno casi duplica al de sus pares europeos.
¡°A este ¨²ltimo paquete, el de Biden, hay que sumar, adem¨¢s, los dos planes anteriores de Trump¡±, apunta por tel¨¦fono ?scar Jord¨¤, analista de la Reserva Federal de San Francisco y profesor de la Universidad de California en Davis. ¡°Sumando los tres, la inyecci¨®n total es de un orden de magnitud mucho mayor que el europeo¡±. Mientras Washington riega la econom¨ªa con dinero levantado a coste m¨ªnimo en los mercados, en algunas capitales europeas se empieza a mirar cada c¨¦ntimo gastado con recelo. Y, FMI dixit, no es el momento de contar lo gastado. ¡°No es que Europa no haya hecho nada; es que aqu¨ª han ido con mucha, mucha, mucha m¨¢s energ¨ªa. Y la diferencia se va a notar, sobre todo, en el tramo final de este a?o y en la primera mitad del que viene¡±, esboza Gian-Maria Milesi Ferreti, hoy en la Brookings Institution tras casi una d¨¦cada como n¨²mero dos del departamento estudios del Fondo.
Maurice Obstfeld, uno de los m¨¢s estrechos asesores de Barack Obama cuando era presidente, explica por correo electr¨®nico que ¡°hay un riesgo real de que esta divergencia persista m¨¢s all¨¢ de la recuperaci¨®n, especialmente si Biden tiene ¨¦xito en su plan de infraestructuras¡±. Nada que ver con lo que ¨¦l mismo predec¨ªa el verano pasado, cuando en una entrevista con EL PA?S proyectaba un futuro pospandemia m¨¢s brillante de Europa que en su pa¨ªs. Pero muchas cosas han cambiado desde entonces: la llegada del dem¨®crata a la Casa Blanca ha dado nuevos br¨ªos a la pol¨ªtica fiscal, mientras el ¡°desordenado¡± despliegue de la vacuna en la UE amenaza con ¡°afectar a la confianza econ¨®mica¡±.
En los albores de la recesi¨®n, el Viejo Continente dio muestras de haber aprendido la lecci¨®n de la ¨²ltima crisis. El plan de recuperaci¨®n de 750.000 millones de euros ¡ªhoy paralizado provisionalmente por el Tribunal Constitucional alem¨¢n, un dej¨¤ vu de peligrosas connotaciones¡ª introduc¨ªa una dosis importante de solidaridad entre Estados miembros y supon¨ªa el mecanismo m¨¢s potente de integraci¨®n europea en a?os. En paralelo, las pol¨ªticas de sostenimiento de rentas de los trabajadores ¡ªcon instrumentos como los ERTE en Espa?a¡ª se erigieron desde el minuto cero en la primera red de seguridad para millones de personas.
Pero, frente a la premura estadounidense, que ha optado por ¨¢giles entregas de cheques a sus ciudadanos para reactivar el consumo por la v¨ªa r¨¢pida, los fondos europeos ¡ªmayoritariamente enfocados a proyectos de largo aliento¡ª a¨²n no han llegado a las arcas nacionales y, mucho menos, a la econom¨ªa real. ¡°No solo es que el plan sea mucho mayor en EE UU que en la eurozona: es que se est¨¢ implementando m¨¢s r¨¢pido y se est¨¢ dirigiendo a los hogares¡±, esboza Aida Caldera, jefa de divisi¨®n en el departamento de Econom¨ªa de la OCDE. ¡°La idea de Europa de invertir en crecimiento a largo plazo es buena: es lo que hay que hacer. El problema es la lentitud en una recesi¨®n tan grande como esta¡±.
Los ¨²ltimos datos de empleo, la mejor variable para comprobar la salud real de una econom¨ªa, son claros: mientras varios pa¨ªses de Europa ¡ªsobre todo los mediterr¨¢neos, donde la exposici¨®n al turismo ha amplificado el impacto econ¨®mico de los cerrojazos¡ª a¨²n necesitan de la muleta de los ERTE (y sus equivalentes) para contener la sangr¨ªa sobre miles de trabajadores, el mercado laboral estadounidense empieza a arrojar se?ales de optimismo. Aunque todav¨ªa hay 8,4 millones de puestos de trabajo menos que antes de la pandemia, marzo se sald¨® con la creaci¨®n de casi un mill¨®n de empleos, la mejor cifra desde agosto del a?o pasado.
El virus ha empeorado las cosas, pero la doble velocidad a ambas orillas del Atl¨¢ntico viene de atr¨¢s. EE UU creci¨® m¨¢s que la eurozona siete de los ¨²ltimos diez ejercicios, y esa brecha se ha trasladado a la renta per c¨¢pita, la mejor medida de prosperidad econ¨®mica. Entre 2009 ¡ªel peor a?o de la Gran Crisis¡ª y 2019, el ingreso por habitante pas¨® de 47.000 d¨®lares anuales a m¨¢s de 65.000, un aumento del 38%. En la eurozona, ese crecimiento se qued¨® en el 25%: de 28.000 euros a 34.800, lastrada en buena medida por la crisis de deuda soberana ¡ªy la posterior cura de austeridad ¡ª que estuvo a punto de dar al traste con la moneda ¨²nica.
La brecha atl¨¢ntica persistir¨¢ m¨¢s all¨¢ de este a?o. En 2022 el plan fiscal de choque de Biden contra la crisis a¨²n sustentar¨¢ el consumo, de largo el mayor pilar sobre el que se asienta el crecimiento estadounidense. Y el igualmente fara¨®nico programa de inversi¨®n en infraestructuras presentado el pasado mi¨¦rcoles ¡ªotros dos billones de d¨®lares, la d¨¦cima parte del PIB¡ª promete dar un impulso adicional. Incluso antes de incorporar este ¨²ltimo anuncio, la OCDE ya proyectaba un crecimiento dos d¨¦cimas mayor en la primera potencia mundial que en la eurozona: 4% frente al 3,8% de los pa¨ªses de la moneda ¨²nica.
¡°A ciegas, sin saber de qu¨¦ crisis estamos hablando, te puedo predecir que va a salir m¨¢s r¨¢pido. Ocurri¨® despu¨¦s de 2008 y ha vuelto a pasar ahora¡±, refrenda Enrique Rueda-Sabater, profesor de Esade. ¡°Lo que hay es algo con ra¨ªces m¨¢s profundas: la capacidad de la econom¨ªa estadounidense de rebotar es mucho mayor que la europea, porque la flexibilidad de su econom¨ªa tambi¨¦n es mucho mayor. Tiene muchos problemas en otras cosas, s¨ª, pero esa es una de las grandes ventajas de su sistema: siempre se recupera m¨¢s r¨¢pido¡±.
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