El pueblo se queda con Winnie the Pooh y Disney con su man¨¢ econ¨®mico
El gigante del entretenimiento protege a sus m¨ªticos personajes con el fin de garantizar su explotaci¨®n comercial cuando pasan a ser de dominio p¨²blico
Cuando el escritor brit¨¢nico Alan Alexander Milne imagin¨® un oso adicto a la miel como protagonista de sus cuentos infantiles, poco pod¨ªa intuir que su personaje encarnar¨ªa una de las franquicias m¨¢s rentables de la historia de la cultura de medios. Hasta hoy, el imperio Winnie the Pooh ha amasado una riqueza estimada de m¨¢s de 80.000 millones de d¨®lares en casi 100 a?os de vida. Solo ha sido superado por Pok¨¦mon y Hello Kitty.
Desde el 1 de enero de este a?o, el cuento original de Winnie the Pooh ha pasado a formar parte del dominio p¨²blico de Estados Unidos. El suceso abre el debate sobre qu¨¦ ocurrir¨¢ con el importante negocio de Disney basado en un oso amarillo con jersey rojo. La doctora Jeniffer Jenkins, directora del Duke¡¯s Center for the Study of the Public Domain de la Universidad de Duke, as¨ª lo remarca en un reciente art¨ªculo acad¨¦mico, donde explica que ahora cualquier ciudadano puede copiar, compartir o basarse en la historia original del c¨¦lebre oso, as¨ª como en la historia de Bambi, que tambi¨¦n pasar¨¢ a ser libre. Los usuarios podr¨¢n crear variantes y cuentos paralelos, descargar la obra gratuitamente, venderla o compartirla.
Pero detr¨¢s de creaciones como Micky Mouse o Winnie the Pooh existe una compleja mara?a de derechos, dise?ada para proteger la explotaci¨®n en exclusiva de estas m¨ªticas figuras. Estos personajes son, ante todo, creaciones art¨ªsticas. Como tales, est¨¢n blindados por los derechos de autor, otorgados a un creador sobre su producci¨®n siempre que sea original. Pero estos derechos no funcionan igual que la propiedad sobre un objeto o un inmueble. La propiedad de una casa, por ejemplo, pasa de generaci¨®n en generaci¨®n de forma indefinida, mientras que la propiedad de las creaciones art¨ªsticas tiene una vida finita. Pasados unos a?os, estos bienes culturales pasan a formar parte de lo que se conoce como dominio p¨²blico.
?Qu¨¦ implica esto? En t¨¦rminos generales, ¡°el monopolio de explotaci¨®n concedido a su autor y despu¨¦s a sus herederos expira, y cualquiera puede ya utilizar libremente esos textos, canciones u obras¡±, explica Violeta Arnaiz Medina, abogada y directora del ¨¢rea TMT, propiedad intelectual y software de PONS IP.
En el caso de Winnie y Bambi en Estados Unidos, aclara la experta, ¡°lo que entra en el dominio p¨²blico son los cuentos o historias originales en el marco de las cuales estos personajes fueron creados¡±. La figura del osito rechoncho, a color y con camiseta roja que todos tenemos en mente ¡°continuar¨¢ protegida¡±, al ser una creaci¨®n posterior.
Que la historia original pase a ser p¨²blica en Estados Unidos no significa que alguien en Madrid pueda montar un musical sobre uno de estos personajes. Los derechos de propiedad intelectual tienen car¨¢cter territorial, por lo que todo depende de la ley de cada pa¨ªs. En Estados Unidos, el cuento de Winnie the Pooh pasa a ser de dominio p¨²blico al cumplir 95 a?os desde su creaci¨®n, pero no ocurre lo mismo en otros pa¨ªses, remarca Rodrigo Manzanares, abogado especializado en propiedad intelectual e industrial en ABG IP.
En Espa?a, sin ir m¨¢s lejos, ¡°los derechos de explotaci¨®n del autor expiran 70 a?os despu¨¦s del fallecimiento de este¡±, apunta Manzanares. Por tanto, Winnie the Pooh no entrar¨ªa en dominio p¨²blico espa?ol hasta 2037 (Alan Alexander Milne muri¨® en 1956). Bambi, por su parte, lo har¨ªa en 2026 (su creador, Felix Salten, falleci¨® en 1945).
Protecci¨®n legal
Para evitar que el paso del tiempo amenace sus negocios de oro, Disney protege a sus archiconocidos personajes por tres flancos legales, explica David G¨®mez, socio director de Baylos. En primer lugar, con los derechos de autor, inherentes a cualquier creaci¨®n original. En segundo t¨¦rmino, con marcas, que protegen tanto el nombre como el dibujo. Y, en tercer lugar, con dise?os, lo que toca el campo de la propiedad industrial. Lo com¨²n es que las productoras ¡°utilicen las tres v¨ªas de protecci¨®n para un mismo dibujo animado, ya que cada una ofrece unas ventajas¡±, explica el abogado.
El registro de una marca sobre un dibujo y su nombre suele ser la opci¨®n m¨¢s com¨²n para las productoras. A diferencia de los derechos de autor, una marca puede durar para siempre si se paga por sus continuas renovaciones. Esta v¨ªa permite guardar ¡°la exclusividad a utilizar y explotar el dibujo sin que nadie m¨¢s pueda hacerlo¡±, remarca G¨®mez. Es una f¨®rmula perfecta, por ejemplo, para garantizar el control sobre una gama de productos y juguetes. En Espa?a, sin ir m¨¢s lejos, Disney tiene registrado a Winnie the Pooh como marca propia.
Estas herramientas legales, sin embargo, no pueden derivar en ¡°nuevos monopolios sobre las obras ca¨ªdas en dominio p¨²blico¡±, advierte Violeta Arnaiz. Las industrias pueden proteger partes concretas del negocio, por ejemplo, los peluches de Winnie que vende Disney. Pero la regla de oro es que, si un personaje pasa al dominio p¨²blico, la libertad de difusi¨®n y creaci¨®n debe respetarse sobre los elementos originales. En otras palabras, la comunidad debe poder disfrutar de la aportaci¨®n del creador original de forma libre y gratuita.
Arnaiz lo ve como ¡°un trato¡±, donde ¡°el Estado recompensa al autor su esfuerzo y talento creativo mediante el reconocimiento de unos derechos de exclusiva que le permitan rentabilizar y controlar la obra¡±, y a cambio, ¡°el autor permite que, pasado el tiempo establecido, la sociedad se beneficie de la obra, y esta pueda servir como est¨ªmulo y punto de partida de nuevos creadores¡±.
El caso de Bambi
Bambi pasar¨¢ al dominio p¨²blico en Espa?a en 2026. Esto significa que cualquier persona podr¨¢ crear su propia versi¨®n de la historia del cervatillo y comercializarla de forma libre. Estas obras derivadas, sin embargo, no podr¨¢n tomar elementos que hayan sido creados por Disney posteriormente. El dibujo de Bambi, tal como lo conocimos en la pel¨ªcula de 1942, quedar¨ªa, por tanto, restringido. Rodrigo Manzanares, abogado de ABG IP, explica que un tercero tampoco podr¨¢ vender juguetes similares a aquellos que comercializa Disney. Por mucho que el personaje pase al dominio p¨²blico, no es posible crear confusi¨®n en el consumidor, ya que ¡°no es admisible que una empresa parasite sin m¨¢s la actividad de otra¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.