Condiciones para una desescalada de la inflaci¨®n
Los precios energ¨¦ticos ya producen efectos de segunda ronda que lastran las perspectivas
Seg¨²n las previsiones de algunos de los m¨¢s prestigiosos think tanks, la econom¨ªa espa?ola tiene la capacidad de absorber la crisis energ¨¦tica y de suministros: su crecimiento sufrir¨¢ un recorte severo, especialmente en los pr¨®ximos meses, pero sin caer en la tan temida estanflaci¨®n y retomando impulso en el pr¨®ximo ejercicio. El rebote del turismo, el colch¨®n de ahorro generado por la pandemia, y el plus de inversi¨®n aportado por los fondos europeos figuran entre los principales focos de resistencia.
Todas estas previsiones, sin embargo, est¨¢n sujetas a una conjetura: que la inflaci¨®n emprenda una r¨¢pida desescalada, de modo que la virulencia de los precios energ¨¦ticos tenga efectos transitorios y no perjudique el grueso del tejido productivo. Seg¨²n el Banco de Espa?a, el IPC pasar¨ªa del 7,5% este a?o al 2% el que viene, mimetizando el objetivo del BCE.
Ojal¨¢ se cumpla este vaticinio, porque sin duda es el mejor de los escenarios ante un shock energ¨¦tico de gran magnitud, que entra?a m¨²ltiples riesgos. El m¨¢s conocido, como lo se?alan los expertos monetarios, es la amenaza de una espiral de precios y de salarios que se cierne sobre nuestra econom¨ªa.
Cada uno de los sectores intenta recuperar la erosi¨®n de capacidad de compra generada por la inflaci¨®n. La remuneraci¨®n media por asalariado, que ya se redujo un 3,6% en t¨¦rminos reales en 2021, podr¨ªa sufrir un recorte adicional superior al 4% este a?o. Y los sectores industriales no energ¨¦ticos han tenido que comprimir sus m¨¢rgenes, lo que les aboca a incrementar sus precios. Es un hecho que el IPC, descontando la energ¨ªa y los alimentos frescos, se incrementa ya a tasas pr¨®ximas al 3,5%.
La mec¨¢nica de las expectativas de inflaci¨®n es un riesgo a¨²n m¨¢s potente: seg¨²n el Banco de Pagos Internacionales (que agrupa a la mayor¨ªa de bancos centrales del mundo), el alza de los precios est¨¢ superando el umbral a partir del cual los consumidores y las empresas perciben un riesgo elevado de p¨¦rdida de poder adquisitivo. Estar¨ªamos por tanto dejando atr¨¢s la era de la gran moderaci¨®n, caracterizada por una relativa despreocupaci¨®n social en relaci¨®n a la inflaci¨®n. Ahora cualquier incremento parcial de precios se percibe como una se?al de espiral generalizada, y por tanto nutre las expectativas alcistas. El organismo internacional detecta esta mec¨¢nica en EE UU.
Sin duda es prematuro concluir que las expectativas se han desanclado tambi¨¦n en Europa. Pero el riesgo es que andemos ese mismo camino, algo que tendr¨ªa consecuencias tanto para las personas en situaci¨®n de vulnerabilidad como para las empresas m¨¢s afectadas por la crisis energ¨¦tica y que se exponen a riesgos financieros y de morosidad.
En este contexto, es comprensible que la pol¨ªtica monetaria intente anclar las expectativas, abri¨¦ndose a incrementos de tipos de inter¨¦s. Es crucial, sin embargo, que ese ajuste sea gradual y que tenga en cuenta el riesgo de deterioro coyuntural que provocar¨ªa una intensificaci¨®n del conflicto b¨¦lico, o un par¨®n en los flujos de financiaci¨®n de econom¨ªas endeudadas como la nuestra. El rendimiento del bono p¨²blico a 10 a?os ya supera el 1,7%.
Pero el arma monetaria no basta. Tambi¨¦n es importante una pol¨ªtica fiscal que act¨²e de manera quir¨²rgica, aunque potente, para contener la amenaza de desgarro del aparato productivo y compensar los hogares con bajos niveles de renta (a la inversa, la subvenci¨®n al consumo de hidrocarburos, adem¨¢s de entra?ar un alto coste presupuestario, no es susceptible de calmar las expectativas de inflaci¨®n, ni de contener las desigualdades econ¨®micas y sociales). El anuncio de un tope al precio al gas que entra en el mercado el¨¦ctrico es otra medida que, a falta de m¨¢s detalles, permitir¨ªa iniciar una desescalada de la inflaci¨®n. Todo ello condiciona la eventualidad de un acuerdo de rentas, haciendo m¨¢s veros¨ªmil el pron¨®stico de una recuperaci¨®n sin inflaci¨®n.
Industria
Hasta el estallido de la guerra en Ucrania, la industria, con un crecimiento del índice de precios industriales (IPI) del 0,9% en febrero, mantenía la tendencia ascendente iniciada el verano pasado. Los sectores que han presentado un mayor dinamismo en el último año son los de confección, madera, refino de petróleo, productos informáticos e industria textil. Solo los sectores de metalurgia y automóviles, más afectados por la crisis de suministros, presentaban tasas negativas. El índice de manufacturas excluyendo automóviles se encontraba en febrero un 3% por encima del nivel previo a la pandemia.
Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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