Econom¨ªa de resistencia
La crisis energ¨¦tica y de suministros eclipsa algunos factores de recuperaci¨®n que conviene cuidar
La espiral de costes de producci¨®n y de precios al consumo, junto con las disrupciones en las cadenas de suministros generadas por la multiplicaci¨®n de paros en el transporte y otros sectores clave, han acrecentado los riesgos de manera alarmante. Sin embargo, diversos indicadores evidencian una importante capacidad de resistencia de la econom¨ªa espa?ola, de modo que la estanflaci¨®n no es el escenario m¨¢s probable ¡ªa condici¨®n de que se maneje la situaci¨®n con audacia¡ª.
La capacidad de compra est¨¢ muy mermada por la inflaci¨®n, algo que en tiempos normales hubiera conducido inexorablemente a un desplome del consumo, de los mercados de exportaci¨®n y del turismo (los consumidores de otros pa¨ªses tambi¨¦n se enfrentan a una reducci¨®n de sus ingresos en t¨¦rminos reales). Sin embargo, la econom¨ªa dispone de un importante amortiguador: el sobreahorro acumulado durante la pandemia. Esta bolsa de gasto latente se desinfla por causa del alza de los precios (se estima que el valor real de los dep¨®sitos bancarios de los espa?oles se ha reducido en cerca de 20.000 millones de euros como consecuencia de la inflaci¨®n). Pero su volumen sigue siendo elevado, permitiendo a los hogares sufragar una parte de sus compras de bienes y servicios. Prueba de ello, el ascenso del gasto con tarjetas, inalterable incluso despu¨¦s de la invasi¨®n de Ucrania ¡ªsi bien los retrasos en el aprovisionamiento son ahora un escollo¡ª. El turismo extranjero da buenas sensaciones, con un incremento de las pernoctaciones desde el inicio de a?o, mientras que las reservas hoteleras para la temporada de verano alcanzan cotas que se aproximan a la era pre-covid.
La contenci¨®n de los salarios y de los precios no energ¨¦ticos es otro amortiguador de la crisis en ciernes, ya que distribuye el shock energ¨¦tico y evita una espiral inflacionista que abocar¨ªa a un fuerte deterioro de la competitividad. Gracias a ello, el dinamismo de las exportaciones se mantiene como uno de los principales activos de nuestro tejido empresarial. Los resultados registrados en el pasado ejercicio parecen prolongarse en el presente, con un alza de los salarios pactados hasta febrero del 2,3%, y un n¨²cleo central de precios en el 3%. En paralelo, las ventas en el exterior siguen cosechando nuevos records, aunque bajo la amenaza de los cuellos de botella.
Por otra parte, parece que la ejecuci¨®n de los fondos europeos est¨¢ mejorando. Las convocatorias en el cierre del a?o totalizan cerca de 9.000 millones ¡ªel doble que en el oto?o¡ª. Y los PERTE empiezan a configurarse: los del veh¨ªculo el¨¦ctrico, energ¨ªas renovables e industria agroalimentaria son relevantes de cara a la necesidad de transformar el modelo productivo.
Todo ello deber¨ªa garantizar un crecimiento positivo para el resto de 2022, aunque menor que el 5,6% anticipado antes del conflicto en Ucrania. Pero esto solo ocurrir¨¢ bajo dos supuestos. En primer lugar, que se mantengan los precios energ¨¦ticos en sus niveles actuales, algo que supone que las exportaciones de gas ruso no se interrumpan por completo. Si este fuera el caso, la econom¨ªa centroeuropea podr¨ªa entrar en recesi¨®n, y nuestra inflaci¨®n se desbocar¨ªa a¨²n m¨¢s, debilitando los puntos de resistencia.
En segundo lugar, la pol¨ªtica econ¨®mica se enfrenta a la dif¨ªcil tarea de evitar el cierre de negocios a ra¨ªz del encarecimiento de la electricidad y de los hidrocarburos, y a la vez preparar el cambio de modelo energ¨¦tico. Urge aligerar el impacto inmediato del shock, como en Francia, Italia y, con retraso, en Espa?a: se trata de evitar un desgarro del tejido productivo y no echar a perder el potencial de recuperaci¨®n. Pero tambi¨¦n son imperiosas reformas con miradas largas, para corregir ineficiencias en los mercados energ¨¦ticos y no quedarse atr¨¢s en un ajuste del modelo energ¨¦tico que es ineludible. Unas reformas que adem¨¢s tendr¨ªan la virtud de limitar el coste presupuestario del plan de urgencia.
PIB
La economía creció un 5,1% en 2021, una décima más de lo avanzado en enero por el INE. Destaca el tirón del consumo privado y de la inversión en el cuarto trimestre, compensando la caída del consumo público (un retroceso que no se había registrado en los últimos seis años). La demanda externa también tuvo un buen comportamiento, impulsada por las exportaciones tanto de bienes como de servicios turísticos y no turísticos. Todos los sectores avanzaron en el cierre del año, sin alcanzar todavía los niveles anteriores a la pandemia, especialmente en la construcción.
Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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