La falacia de la igualdad de oportunidades
Una mayor comprensi¨®n de las personas vulnerables es clave para dise?ar un sistema que mejore su bienestar
Imagine que le paran por la calle y le piden que participe en una encuesta. Ser¨¢n unas cuantas preguntas y luego le har¨¢n un breve test de inteligencia. Acepte. Una de las preguntas iniciales es esta: ¡°Imag¨ªnese que su coche se estropea y la reparaci¨®n cuesta 150 euros. Puede pagarlo al contado, pedir un cr¨¦dito o irse sin repararlo. ?Qu¨¦ har¨ªa?¡± Despu¨¦s de algunas preguntas m¨¢s, le hacen un test de inteligencia llamado test de Raven. ?Cree que sus respuestas a este test se ver¨ªan afectadas por la pregunta sobre la reparaci¨®n del coche? ?Y si la reparaci¨®n hubiese costado 1.500 euros? Esto es lo que se plantearon Anandi Mani, Sendhil Mullainathan y coautores en un experimento realizado en New Jersey, cuyos resultados publicaron en la revista Science. Los autores descubrieron que, el hecho de que la reparaci¨®n costase 150 euros o 1.500 euros no afectaba al desempe?o en el test de inteligencia para la mayor¨ªa de las personas. Sin embargo, para las personas que ten¨ªan bajos niveles de ingresos, el haberse enfrentado al escenario hipot¨¦tico de una reparaci¨®n de 1.500 euros les hac¨ªa realizar el test mucho peor. Es probable que la descripci¨®n de la reparaci¨®n les recordase sus propias dificultades econ¨®micas y que esto les generase una preocupaci¨®n que limit¨® sus capacidades cognitivas.
Cada vez hay m¨¢s estudios cient¨ªficos que muestran c¨®mo la compleja realidad a la que se enfrentan las personas vulnerables limita su productividad y su capacidad de tomar decisiones ¨®ptimas. Por ejemplo, estas personas se enfrentan a innumerables retos para llegar a fin de mes. Cada una de las decisiones econ¨®micas que tomamos a lo largo del d¨ªa (ir a la compra, pagar una factura o ser informados de que nuestros hijos ir¨¢n a una excursi¨®n), son suficientes para desencadenar procesos de estr¨¦s y ansiedad en estas personas. Este flujo de preocupaciones tambi¨¦n conlleva que estas personas no tengan espacio cognitivo, o usando el anglicismo bandwidth, para ocuparse de todo aquello que no sea estrictamente urgente. La capacidad de anticiparse a gastos futuros, de ahorrar o de planificar sus vidas en el medio plazo es un lujo inaccesible para muchos. A esto hay que sumarle que suelen tener una gran incertidumbre sobre sus ingresos futuros y escaso margen de endeudamiento en el corto plazo. Esta compleja realidad tambi¨¦n afecta a la productividad en el trabajo, a la capacidad de concentraci¨®n en los estudios, e incluso a la capacidad de recordar fechas importantes, como un plazo para la solicitud de una ayuda econ¨®mica.
Seg¨²n un reciente informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN-ES), en nuestro pa¨ªs hay 13 millones de personas en riesgo de exclusi¨®n social. Esto es preocupante por varios motivos. Principalmente por la enorme p¨¦rdida de bienestar que sufren estas personas por cantidades monetarias modestas, en un pa¨ªs rico y avanzado como es el caso de Espa?a. En segundo lugar, porque los factores psicol¨®gicos a los que he hecho alusi¨®n pueden generar una trampa de pobreza: las propias circunstancias a las que se enfrentan estas personas merman su capacidad de aprovechar oportunidades educativas o de progresar profesionalmente, lo que a su vez perpet¨²a su situaci¨®n de vulnerabilidad. Cuando el d¨ªa a d¨ªa al que se enfrentan estas personas es un carrera de obst¨¢culos, la igualdad de oportunidades se vuelve una quimera.
Pongamos un ejemplo concreto de c¨®mo situaciones de vulnerabilidad pueden conllevar la p¨¦rdida de oportunidades. Hace unos meses se dio a conocer la noticia de que algunos profesores de secundaria estaban haciendo una colecta para pagar las tasas de selectividad de algunos de sus alumnos. Estos alumnos les hab¨ªan comunicado que no se presentar¨ªan al examen de acceso a la universidad porque sus familias no dispon¨ªan de los 170 euros necesarios para el pago de las tasas. Quiz¨¢s sorprenda que, por una cantidad modesta, algunas familias puedan perder la oportunidad de que su hijo o hija inicie estudios universitarios. Incluso algunos esc¨¦pticos podr¨ªan argumentar que, si para estas familias el acceso a la universidad hubiese sido tan importante, habr¨ªan encontrado la manera de ahorrar peque?as cantidades durante unos meses hasta conseguir acumular el dinero necesario. Pero estos planteamientos son ajenos a la compleja realidad a la que se enfrentan las personas de bajos ingresos. Cuando cada d¨ªa es una batalla para reducir gastos y llegar a fin de mes, la capacidad de planificar a largo plazo queda seriamente mermada. Basta con que haya un gasto inesperado ese mes para que las opciones de ir a la universidad se evaporen.
?Est¨¢n adaptadas las pol¨ªticas p¨²blicas a las dif¨ªciles circunstancias de las personas de bajos ingresos? La reciente pandemia de la covid-19 ha representado un test de estr¨¦s para nuestro Estado del bienestar. Aunque hay evidencias de que el llamado escudo social fue efectivo en limitar el impacto negativo de la pandemia en el bienestar de los m¨¢s desfavorecidos, todav¨ªa queda un amplio margen de mejora. En ocasiones, detalles que pueden parecer menores en el dise?o o la implementaci¨®n de una ayuda pueden limitar mucho cu¨¢nto consiguen ayudar a los m¨¢s vulnerables.
Consideremos, por ejemplo, la pol¨ªtica de becas universitarias. Hasta hace poco, los plazos de solicitud y de concesi¨®n de estas becas eran tales que los beneficiarios s¨®lo recib¨ªan la subvenci¨®n pr¨¢cticamente al final del curso acad¨¦mico objeto de la ayuda. Dado que el principal objetivo de estas becas es facilitar que los estudiantes de familias de bajos ingresos accedan a la universidad, tendr¨ªa mucho m¨¢s sentido que la concesi¨®n de la ayuda tuviese lugar en el momento de realizar la matricula. Sin esa certidumbre en ese momento clave, muchas familias ven el cursar esos estudios como algo inalcanzable. Aunque recientemente el Ministerio de Educaci¨®n y Formaci¨®n Profesional ha implementado mejoras que adelantan los plazos cuatro meses, la ayuda sigue llegando tarde para algunas familias. ?Qu¨¦ impide que la concesi¨®n de la ayuda llegue a las familias en el momento de decidir si cursar estudios universitarios? El principal inconveniente es que la elegibilidad para las ayudas se har¨ªa en base a los ingresos uno o dos a?os anteriores al curso acad¨¦mico objeto de la ayuda. Dado que las situaciones de vulnerabilidad son, desafortunadamente, persistentes, usar ingresos de un a?o anterior parece un mal menor comparado con privar a muchas familias de la certidumbre de que recibir¨¢n la beca en el momento clave de toma de decisiones.
Otro ejemplo relacionado surge del dise?o del Ingreso M¨ªnimo Vital y de varias rentas m¨ªnimas auton¨®micas. Para determinar la prestaci¨®n que se cobrar¨¢ en el a?o en curso se utilizan los ingresos del a?o anterior. Este retraso en la actualizaci¨®n de las ayudas implica que en ocasiones la prestaci¨®n sea inferior a lo que la familia deber¨ªa recibir en un mes determinado y en otras ocasiones sea superior. Cuando es superior, se requiere a las familias que devuelvan el dinero o se le resta de ayudas futuras. Ambas desviaciones son problem¨¢ticas y reducen el bienestar que podr¨ªa generar una determinada transferencia monetaria. Si a este dise?o se le suma que las familias suelen tener dificultades para entender c¨®mo funciona la prestaci¨®n, esto incrementa la incertidumbre sobre sus ingresos y la sensaci¨®n de vulnerabilidad ante decisiones administrativas que no comprenden.
En conclusi¨®n, una mayor comprensi¨®n de la realidad de las personas vulnerables y de los retos a los que se enfrentan es clave para dise?ar e implementar un sistema de protecci¨®n social que maximice el bienestar de las familias con bajos ingresos.
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