La locura inmobiliaria expulsa a los neoyorquinos de Manhattan
El coste del alquiler, con una media de 4.000 euros en un piso de un dormitorio, empuja a los vecinos de la ¡®Gran Manzana¡¯ hacia zonas m¨¢s baratas
Yanis Berbelis, propietario de un restaurante griego que llevaba 30 a?os abierto en Manhattan, se vio obligado a cerrarlo en oto?o cuando el due?o del local le subi¨® la renta a 39.000 d¨®lares al mes (pagaba 20.000 hasta entonces). Gracias a un colega del barrio, que le cede por las noches las instalaciones de su restaurante, Berbelis mantiene su negocio dando cenas, a cambio de un alquiler bastante m¨¢s sensato.
Alex, due?o de una tienda de productos derivados de la marihuana, sufre para reunir los 50.000 d¨®lares de alquiler mensual del local, enfrente del Madison Square Garden. En el edificio donde el realquilado Berbelis prepara musakas, por cierto, se alquila estos d¨ªas un apartamento de dos dormitorios por 7.000 d¨®lares al mes, por encima del promedio de renta residencial en la ciudad, que ronda los 4.000 d¨®lares para una vivienda de un dormitorio (en julio y agosto lleg¨® a 4.200 d¨®lares) y los 5.500 por dos habitaciones, seg¨²n el portal Rent?Hop. En los corrillos de conocidos es habitual o¨ªr hablar de subidas de renta residencial de hasta 1.500 d¨®lares. De golpe y sin anestesia.
La inflaci¨®n que calent¨® al rojo vivo el a?o pasado la econom¨ªa ha dejado en los alquileres un rastro indeleble. La carest¨ªa est¨¢ provocando un ¨¦xodo de poblaci¨®n mayor que el inducido por la pandemia, mientras los habitantes de viviendas sociales incurren en impagos y han dejado al organismo competente, de titularidad municipal, al borde de la quiebra: la recaudaci¨®n cay¨® en 2022 al 65%, un m¨ªnimo hist¨®rico para la agencia. Vivir en Nueva York es sufrir, tanto en el mercado de renta libre ¡ªel mayor de EE UU¡ª como en el de la protegida, que solo alberga a uno de cada 16 neoyorquinos.
Un informe de la Asociaci¨®n Nacional de Agentes Inmobiliarios publicado la semana pasada constata el ¨¦xodo de neoyorquinos hacia zonas m¨¢s baratas. Es una tendencia nacional, pero Nueva York es el emisor por antonomasia: ya expele m¨¢s gente de la que atrae. En 2022 se fueron casi 300.000 personas, casi un 1% negativo en el saldo demogr¨¢fico. Ese mismo a?o, el Estado registr¨® una tasa de entradas un 50% inferior a los a?os previos, la misma que en 2021, en pandemia.
¡®Casting¡¯ de idoneidad
Si a la carest¨ªa se le a?ade el casting de idoneidad a que es sometido el candidato a inquilino por la comunidad de propietarios, encontrar casa en Nueva York es un reto. Evitar Manhattan; migrar a las afueras, pese al sobrecoste en tiempo y dinero que implican los desplazamientos, al otro lado del r¨ªo Hudson, en Nueva Jersey, con la complicaci¨®n a?adida de los traslados¡ Lo cierto es que el n¨²mero de nuevos contratos de alquiler firmados en noviembre se desplom¨® un 39% respecto a octubre, lo que supone el mayor descenso desde el inicio de la pandemia. La gallina de los huevos de oro que durante a?os ha sido la competencia entre inquilinos por conseguir un piso apa?ado ¡ªen renta y en condiciones¡ª puede estar a punto de agotarse, avisan a los caseros las agencias inmobiliarias.
Alquilar en Nueva York es una manifestaci¨®n extrema de la encarnizada lucha de las especies por los recursos, la ley de la jungla en un paisaje de rascacielos. Salvo que uno forme parte de la pl¨¦yade de milmillonarios de Park Avenue o de la Calle 57, el nuevo epicentro del lujo residencial, solo tendr¨¢ el recurso al pataleo: participar en la encuesta que todos los a?os elige al peor casero de la Gran Manzana. No es broma: la lista se publica despu¨¦s en la p¨¢gina web del defensor de la ciudad.
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