Europa lucha para sostener a su industria
La UE busca alternativas para ser m¨¢s competitiva y contrarrestar la desestabilizaci¨®n provocada por la escalada de los precios energ¨¦ticos
La pol¨ªtica energ¨¦tica en Europa semeja a la Reina Roja de Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas. Alguien hab¨ªa cometido un error, alguien deber¨ªa pagarlo. Los operarios de la empresa de materiales francesa Saint-Gobain est¨¢n trabajando en la localidad alpina de Chamb¨¦ry con ropa polar. Para ahorrar gas se mueven a 8 grados cent¨ªgrados en vez de los habituales 15. El fabricante franc¨¦s Renault reduce el tiempo de su ¡°pintura en caliente¡± con el fin de disminuir un 40% la demanda de esa energ¨ªa. El gigante farmac¨¦utico Bayer anunci¨® en 2019 sus planes para transformar toda su operativa en renovable. Ahora, ¡°por si acaso¡±, ha vuelto a poner en marcha el petr¨®leo, y la planta de Volkswagen en Wolfsburgo ¡ªla mayor de la compa?¨ªa¡ª utilizar¨¢ carb¨®n los pr¨®ximos dos inviernos. ?Puede ser Europa competitiva sin energ¨ªa barata? El canario ha detectado el gris¨². Se escucha un trino de luces rojas. ¡°Corremos un riesgo enorme de que el Viejo Continente se desindustrialice¡±, advert¨ªa hace unas semanas Alexander De Croo, primer ministro de B¨¦lgica.
Miles de personas viven tras esa frase. La industria europea emplea a unos 35 millones de trabajadores. Cerca del 15% de la poblaci¨®n activa. Espa?a, acorde con los ¨²ltimos datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), supera por poco los 2.800.000 operarios. Cifras que se cuentan tan r¨¢pido como el Sombrerero Loco, de Alicia y sus maravillas, descartaba las horas. La consultora Rhodium ¡ª?citada por Financial Times¡ª estima que solo cinco sectores acaparan el 81% de la demanda de gas en Europa. Qu¨ªmica, materiales b¨¢sicos (acero y hierro), minerales no met¨¢licos (cemento y cristal), refino y coquizaci¨®n (transformar en coque los residuos pesados del petr¨®leo) y papel e impresi¨®n. En la ¨²ltima d¨¦cada, hasta 2020, seg¨²n la Agencia Internacional de la Energ¨ªa (AIE), el gas europeo ha sido tres veces m¨¢s caro que el estadounidense. Ahora la brecha es 10 veces mayor, desde que Rusia cerr¨® sus gasoductos.
Desde luego, alguien ha cometido un error y alguien deber¨ªa pagarlo. ¡°Alemania ha estado aprovechando durante muchos a?os el gas barato ruso como multiplicador de la competitividad en su producci¨®n industrial y sus exportaciones¡±, valora Jos¨¦ Garc¨ªa Montalvo, catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Que nadie dude de que el pa¨ªs germano blindar¨¢ un sector que emplea (cifras de Goldman Sachs) a un mill¨®n de personas. Espa?a, a diferencia de Polonia o Alemania, cerr¨® sus minas de carb¨®n y las renovables tienen cada vez m¨¢s peso. Mientras el sol sigue brillando sobre los paneles fotovoltaicos, la seguridad de suministro podr¨ªa ser un est¨ªmulo para que se instalaran empresas. Posee un tercio del total de las infraestructuras de regasificaci¨®n de la Uni¨®n Europea y dos gasoductos con Argelia. Y si se consigue abandonar el sistema marginalista en la fijaci¨®n del precio de las renovables y la nuclear ¡ªcomo ha propuesto el Gobierno a Bruselas¡ª, ¡°se abaratar¨ªa enormemente el precio de la electricidad¡±, reflexiona Carlos Mart¨ªn, jefe del Gabinete Econ¨®mico de CC OO. Entonces, Espa?a atraer¨ªa producci¨®n industrial. Durante los nueve primeros meses de 2022 fue el tercer mayor exportador de energ¨ªa de Europa (Rystad Energy Research), solo por detr¨¢s de Suecia y Alemania. Pero no resulta tan sencillo. Volkswagen avanz¨® la posibilidad de trasladar parte de su fabricaci¨®n al sur del Viejo Continente. Y a Alemania le temblaron los L?nder. Cre¨® un programa de ayudas de subvenciones p¨²blicas de 265.000 millones de euros ¡°para ama?ar la competencia del mercado interior, como han denunciado varios l¨ªderes europeos¡±, avisa el economista jefe.
Norte y sur
Desde luego la prosperidad alemana no procede del gas natural, sino de un s¨®lido sistema universitario y de grandes centros de investigaci¨®n. Pero algo ha cambiado en Europa. ¡°Cada vez veremos m¨¢s intervenci¨®n estatal¡±, prev¨¦ Gonzalo Escribano, director del programa de Energ¨ªa y Clima del Real Instituto Elcano. Y agrega: ¡°Esta es una situaci¨®n a la que los pa¨ªses del norte no est¨¢n tan acostumbrados frente a los mediterr¨¢neos. Es una de las formas para evitar desindustrializarnos¡±. El Gobierno no cesa de pedir que se puedan relajar las reglas de la Uni¨®n que sit¨²an l¨ªmites a las ayudas p¨²blicas a las empresas. Alemania ha demostrado su capacidad para imponer sus intereses, al igual que instaur¨® su errada pol¨ªtica de austeridad. Espa?a busca esquivar el dominio germano con un mayor acercamiento a Francia.
Al tiempo que Volvo y Bayer acumulan material por si lo necesitasen los pr¨®ximos meses, y BASF ¡ªla mayor planta qu¨ªmica del mundo¡ª es motivo de preocupaci¨®n por su dependencia del gas, el FMI reparte su bendici¨®n urbi et orbi de plegarias habituales. ¡°Los pa¨ªses de la Uni¨®n deber¨ªan mejorar los programas de formaci¨®n laboral y adaptarlos m¨¢s a las necesidades de la econom¨ªa, mantener fuertes redes de seguridad, aplicar reformas estructurales para impulsar la productividad (incluidas las tecnolog¨ªas con bajas emisiones de carbono), la digitalizaci¨®n, la oferta de mano de obra y la integraci¨®n de los inmigrantes¡±, resume Oya Celasun, directora adjunta para Europa de la organizaci¨®n. Nadie duda ¡ªsi acierta Goldman Sachs¡ª de que la econom¨ªa mundial ser¨¢ muy dependiente del mundo f¨®sil. La demanda crecer¨¢, al menos, hasta 2030. ¡°Y qui¨¦n quiere pegarse un tiro en el pie. Entre la transici¨®n energ¨¦tica y los elevados costes de la energ¨ªa tenemos que encontrar un lugar para proteger nuestros intereses¡±, puntualiza Arturo Rojas, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI).
Porque Europa vive un movimiento centr¨ªpeto. La gravedad empuja hacia el centro. Las compa?¨ªas y las cadenas de suministro vuelven a casa. Sin embargo, el recibimiento ser¨¢ muy distinto. La OCDE estima ¡ªseg¨²n Financial Times¡ª que la Rep¨²blica Checa, Polonia, Austria, Eslovaquia, Suecia, Eslovenia, Finlandia y el norte italiano tienen los sectores econ¨®micos m¨¢s vulnerables al gas. La teor¨ªa est¨¢ escrita, pero no sobre piedra. ¡°La apuesta por la descarbonizaci¨®n que ha hecho el Viejo Continente, con el aumento del peso de las renovables, permitir¨¢ mitigar el efecto de los elevados precios de los combustibles f¨®siles y su impacto en el coste de la electricidad¡±, augura Carlos Sol¨¦, socio de Energ¨ªa de KPMG Espa?a.
Como toda predicci¨®n, puede llegar al final del cielo malva o quedar atrapada en una raya del horizonte oscura. Las exportaciones (datos de Standard & Poor¡¯s) de productos petroqu¨ªmicos ¡ªla mayor¨ªa dependientes del gas natural¡ª han ca¨ªdo entre el 6% y el 8% en los ¨²ltimos meses. Es m¨¢s. ¡°Los efectos negativos de los altos precios energ¨¦ticos ya est¨¢n aqu¨ª. Sin embargo, la repercusi¨®n de una mano de obra m¨¢s barata y un tipo de cambio favorable llegar¨¢n con posterioridad¡±, recoge S&P en un informe reciente.
La guerra de los subsidios
Hace pocos años, la competitividad era la fuerza gravitacional del mundo o su agujero negro. “Ahora”, avanza José García Montalvo, catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), “puede ser compensada con subsidios”. Los ejemplos se desgranan al igual que el aire fricciona las ramas de un sicomoro y crea un canto propio. La agresiva política industrial del presidente estadounidense, Joe Biden, con los chips y los límites del reshoring (vuelta de la producción al lugar de origen) son contestados por Europa con sus propios subsidios manufactureros. Regresa el Estado.
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