Meritocracia y desigualdad de oportunidades educativas
Las intervenciones para redistribuir la riqueza entre familias en la infancia pueden ayudar al fomento de la equidad
La creciente y persistente desigualdad en nuestras sociedades ha dado paso a un cambio en las actitudes ciudadanas hacia las pol¨ªticas redistributivas que tratan de paliar estas desigualdades. Medidas como un salario m¨ªnimo decente, rentas m¨ªnimas,, y en general, ayudas a los colectivos m¨¢s desfavorecidos cuentan hoy con un respaldo m¨¢s generalizado en la ciudadan¨ªa que hace apenas dos d¨¦cadas. Entre las razones que han favorecido este cambio, se encuentra, en nuestra opini¨®n, el creciente desencanto hacia la idea de la meritocracia. El ideal meritocr¨¢tico defiende que los logros y las recompensas econ¨®micas y sociales deben distribuirse seg¨²n el m¨¦rito o esfuerzo y no en funci¨®n del legado familiar y social de cada persona. Sin embargo, esta idea, que en principio puede sonar justa y equitativa, puede esconder formas de privilegio social invisibles a primera vista. En otras palabras, la meritocracia y el legado familiar podr¨ªan en la pr¨¢ctica estar mucho m¨¢s relacionados de lo que en principio pudiera parecer.
Para abordar esta importante cuesti¨®n social, desde ISEAK, y con la colaboraci¨®n de COTEC, acabamos de publicar un estudio que analiza la capacidad de nuestro sistema educativo de actuar como un ascensor social. es decir, como un nivelador de las condiciones iniciales de manera que se pueda ascender social y econ¨®micamente, al menos en parte, en funci¨®n del m¨¦rito/esfuerzo. La movilidad social depende en gran medida de las competencias y conocimientos adquiridos a trav¨¦s de la educaci¨®n, por lo que un modelo educativo que nivele las oportunidades es el mejor instrumento para facilitar esa movilidad social que permita ascender socialmente en funci¨®n del m¨¦rito. Sin embargo, existe evidencia que sugiere que la movilidad social entre generaciones est¨¢ disminuyendo y que uno de sus determinantes es la desigualdad educativa. Si solo los hijos de padres acomodados tienen acceso a las mejores oportunidades educativas, la desigualdad ser¨¢ m¨¢s persistente entre generaciones que en una sociedad donde la educaci¨®n dependa en menor medida del entorno familiar.
El estudio utiliza como medida del desempe?o educativo los resultados de PISA 2018. Esta base de datos tiene la virtud de medir el nivel de competencias en matem¨¢ticas, en capacidad lectora y en ciencias de alumnos de 15 a?os en m¨¢s de 70 pa¨ªses que participan en la prueba. La medici¨®n es homog¨¦nea, lo que nos permite comparar las competencias de nuestros estudiantes con las de los pa¨ªses de nuestro entorno. Del an¨¢lisis se extraen para nuestro pa¨ªs varias conclusiones importantes. En primer lugar, solo uno de cada tres estudiantes que pertenecen a los niveles socioecon¨®micos m¨¢s bajos (aquellos cuyo nivel de renta familiar est¨¢ en el 20% m¨¢s bajo), alcanza la competencia b¨¢sica en matem¨¢ticas. Por otra parte, los estudiantes de entornos m¨¢s favorecidos tienen m¨¢s del doble de posibilidades de alcanzar ese nivel de competencias.
Para adentrarnos en las causas que provocan estas diferencias en competencias, tratamos de cuantificar el nivel de desigualdad de oportunidades en nuestro sistema educativo. Existe desigualdad de oportunidades si los resultados educativos dependen de circunstancias que est¨¢n fuera del control del estudiante y que, por tanto, no guardan relaci¨®n con el m¨¦rito o esfuerzo. Entre estas circunstancias se incluyen factores como el sexo, la nacionalidad, el nivel socioecon¨®mico de la familia, etc¨¦tera. Cuanto m¨¢s relevantes sean estas circunstancias para entender las diferencias en las competencias educativas, mayor ser¨¢ la desigualdad de oportunidades en educaci¨®n. Analizamos la importancia de las circunstancias en las competencias educativas de 35 pa¨ªses, y Espa?a muestra una desigualdad de oportunidades moderada, situ¨¢ndose en el tramo intermedio. Nuestras estimaciones apuntan a que alrededor del 26% del rendimiento en matem¨¢ticas (medido por las competencias matem¨¢ticas en PISA) se explica por esas circunstancias ajenas completamente al m¨¦rito o responsabilidad individual.
Si bien este nivel de desigualdad de oportunidades podr¨ªa considerarse aceptable en comparaci¨®n con pa¨ªses como los Emiratos ?rabes o Israel, estamos considerablemente alejados de otros sistemas educativos que, adem¨¢s de lograr buenos resultados medios en matem¨¢ticas, destacan por su alta equidad, como Macao o Hong Kong. En conjunto, estos resultados indican que existe margen de mejora para conseguir que los estudiantes compitan en clave de mayor igualdad de oportunidades para conseguir mayores competencias. Adem¨¢s, dado que la cantidad de libros que hay en el hogar es la circunstancia que m¨¢s influye al explicar la desigualdad de oportunidades en Espa?a, insistimos en que las pol¨ªticas p¨²blicas tienen el deber fundamental de compensar la desproporcionada importancia del capital cultural de las familias espa?olas con el fin de promover la equidad educativa.
?Qu¨¦ pol¨ªticas p¨²blicas podr¨ªan facilitar un entorno educativo que fomentara la igualdad de oportunidades? Identificamos tres amplias ¨¢reas de actuaci¨®n. En primer lugar, combatir la segregaci¨®n escolar, pues fomenta la diversidad en las aulas, reuniendo a estudiantes con habilidades y procedencias sociales diversas en un mismo entorno educativo. En segundo lugar, subrayamos la importancia de medidas relacionadas con la organizaci¨®n escolar y las pr¨¢cticas docentes, que faciliten el aprendizaje colaborativo entre los docentes y reduzca su carga administrativa para permitirles m¨¢s tiempo en el aula. Por ¨²ltimo, dado que se constata una conexi¨®n entre la desigualdad de oportunidades en la adolescencia y la desigualdad de ingresos en la infancia, consideramos que las intervenciones dirigidas a la redistribuci¨®n de la riqueza entre familias m¨¢s y menos favorecidas durante la infancia pueden contribuir al fomento de la equidad educativa en el futuro.
Cabe precisar que nuestros resultados no niegan la importancia del esfuerzo y el m¨¦rito educativo, ni se?alan que sea deseable desconectar el acceso a posiciones de poder e influencia de las competencias individuales. Lo que si evidencian es una brecha entre el ideal meritocr¨¢tico y su realizaci¨®n en la pr¨¢ctica. De ah¨ª que enfaticemos el desaf¨ªo moral de dise?ar pol¨ªticas e instituciones que minimicen, en la medida de lo posible, la influencia excesiva de las circunstancias personales ajenas al m¨¦rito. En palabras de John Rawls, ¡°la distribuci¨®n natural [de circunstancias] no es ni justa ni injusta; tampoco es injusto que las personas nazcan en la sociedad en una posici¨®n particular. Estos son simplemente hechos naturales. Lo que es justo e injusto es la forma en que las instituciones abordan estos hechos¡±. Centrarse en abordar estas desigualdades educativas puede ser un primer paso, aunque posiblemente insuficiente desde una perspectiva global. No obstante, representa un punto de partida com¨²n, independientemente de si se critica la meritocracia desde dentro o fuera de su marco.
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