Por qu¨¦ la productividad se ha estancado en Espa?a
La riqueza generada por cada trabajador es la asignatura pendiente de nuestra econom¨ªa. Urge desarrollar medidas que hagan avanzar esta variable que es clave en la calidad de vida de un pa¨ªs
El debate pol¨ªtico sobre la posible reducci¨®n de la jornada laboral ha vuelto a poner a la productividad en la picota. Antes de subir sueldos o reducir horarios hay que hacer algo con la baja productividad de la econom¨ªa espa?ola, dicen unos. Sin un m¨ªnimo de bienestar para los trabajadores estamos condenados a perpetuar un modelo de pa¨ªs basado en precios y sueldos bajos, dicen los otros.
En una ciencia tan poco exacta como la econom¨ªa, buscar a un ganador del debate es m¨¢s dif¨ªcil (y menos productivo, tal vez) que comenzar el an¨¢lisis con los puntos en com¨²n de las dos posturas: que en todos lados la productividad es una variable clave para mejorar el nivel de vida y que a Espa?a le queda mucho por avanzar en este ¨¢mbito.
La primera premisa est¨¢ fuera de cuestionamiento. Ganar productividad significa que los aumentos en la riqueza del pa¨ªs son mayores al incremento en horas totales de trabajo sumadas por la econom¨ªa. Una condici¨®n imprescindible para financiar aumentos sostenibles en sueldos y mejorar las condiciones laborales sin reducir los beneficios empresariales.
Sobre la segunda parte, desafortunadamente, tampoco hay dudas. Como consign¨® en su informe de enero pasado el reci¨¦n creado Observatorio de la Productividad y la Competitividad en Espa?a (OPCE), aunque la productividad total de los factores viene mejorando lentamente desde el a?o 2013, aun no ha recuperado la velocidad de crucero que ten¨ªa cuando estrenamos siglo. En Espa?a, la productividad total de los factores, ¡ªun concepto que se define como la diferencia entre la tasa de crecimiento de la producci¨®n y la tasa media de crecimiento de los factores utilizados para obtenerla¡ª, fue en 2022 un 7,3% menor a la del a?o 2000, dice el informe, que compara ese pobre desempe?o con el m¨¢s positivo de Estados Unidos y Alemania, donde el indicador mejor¨® un 15% y un 12%, respectivamente.
Entre los sospechosos habituales figuran el siempre cuestionado peso econ¨®mico del sector inmobiliario, la menor inversi¨®n de las empresas nacionales en capital intangible, las dificultades que enfrentan las peque?as para crecer, y la excesiva importancia de sectores como la construcci¨®n o el turismo, con menos margen para introducir mejoras productivas. En palabras de Matilde Mas, del Instituto Valenciano de Investigaciones Econ¨®micas (Ivie), cocreador, junto a la Fundaci¨®n BBVA, del OPCE, ¡°no hay un solo culpable, sino muchos aspectos en los que todas las partes tienen que trabajar para mejorar la productividad¡±.
Uno de esos aspectos es el gusto de familias, inversores y empresas a adquirir propiedades inmobiliarias pensando en la revalorizaci¨®n del activo antes que en maximizar su utilidad productiva. Entre 1995 y 2007, dice el informe, el alza de precios inmobiliarios contribuy¨® a que empresas de hosteler¨ªa, de energ¨ªa y de muchas actividades de servicios atrajeran inversiones enormes para adquirir naves, locales comerciales o despachos que resultaron poco productivos. ¡°Estas inversiones desembocaron en excesos de capacidad no utilizada, que afloraron sobre todo cuando la econom¨ªa entr¨® en recesi¨®n¡±, explican desde el Observatorio.
Con m¨¢s de 80% del tejido empresarial formado por pymes de menos de tres trabajadores, el reducido tama?o promedio de la empresa espa?ola es el otro gran culpable de la baja productividad, y es que cuanto m¨¢s peque?as, m¨¢s dificultades tienen para incorporar nuevas tecnolog¨ªas, profesionalizar la gesti¨®n, o acceder a mecanismos de financiaci¨®n.
Mercado interior
Seg¨²n Mar¨ªa Jes¨²s Fern¨¢ndez, economista del centro de estudios Funcas, frente al crecimiento de estas empresas rema en contra un Estado de las autonom¨ªas que ha fragmentado el mercado interior imponiendo un freno a la libre competencia por ¡°los costes de atender a todas las regulaciones¡±. ¡°Otro problema que desincentiva su crecimiento es el de las cargas burocr¨¢ticas y regulatorias que empiezan a enfrentar a partir de los 50 trabajadores en plantilla¡±, explica. Antonia D¨ªaz, subdirectora del Instituto Complutense de An¨¢lisis Econ¨®mico, coincide en apuntar el tama?o promedio de la empresa espa?ola como un obst¨¢culo a la productividad, pero no comparte las razones de Fern¨¢ndez. ¡°Lo de los 50 empleados no est¨¢ funcionando como un tope y eso se demuestra en que el n¨²mero mediano de trabajadores en la empresa espa?ola est¨¢ muy por debajo¡±, dice.
En opini¨®n de D¨ªaz, donde hay que buscar las trabas al crecimiento de las pymes es en la falta de acceso a los mercados de cr¨¦dito, as¨ª como en una pol¨ªtica impositiva que las deja en desventaja con relaci¨®n a las grandes. Iniciativas como el kit digital van en el sentido correcto, dice, pero son limitadas por definici¨®n porque dependen del presupuesto de cada gobierno: ¡°Las peque?as empresas alemanas tienen una ventaja de la que carecen las espa?olas y es que all¨ª s¨ª hay un plan claro y continuado para ayudarlas a crecer¡±.
Otro argumento que suele esgrimirse para hablar de los problemas de productividad en Espa?a es la falta de capacitaci¨®n de los trabajadores, un razonamiento que seg¨²n la experta del Instituto Complutense es dif¨ªcil de conciliar con ¡°la sobrecualificaci¨®n que hay y con todos los licenciados que salen de las universidades y no encuentran trabajo¡±. ¡°No se puede echar la culpa de la baja productividad a los trabajadores cuando los ingenieros se est¨¢n yendo fuera. El problema est¨¢ en que las empresas no crean empleos con gran contenido tecnol¨®gico¡±, a?ade.
La comparaci¨®n con otros pa¨ªses de Europa parece confirmarlo: las ocupaciones de cualificaci¨®n elemental son mucho m¨¢s importantes en la econom¨ªa espa?ola (el 12,1% del total) que en la de pa¨ªses europeos como Alemania (7,7%), o Suecia (4,4%), seg¨²n los datos del OPCE. Espa?a tambi¨¦n punt¨²a mal en ocupaciones de alta cualificaci¨®n, con solo un 35,9% frente al 46,7% de Alemania o al 57,5% de Suecia.
Todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que sin mejoras de productividad no puede haber incrementos sostenibles de salarios. Tambi¨¦n, en que la productividad del trabajo ¡ªla que se mide dividiendo el valor a?adido bruto de la econom¨ªa por el total de horas trabajadas¡ª viene creciendo muy lentamente desde los a?os noventa. ?Pero qu¨¦ ocurre cuando esas mejoras, aun siendo humildes, no van parejas a aumentos salariales?
Eso es lo que seg¨²n el economista Nacho ?lvarez est¨¢ ocurriendo en Espa?a, ¡°donde los salarios reales est¨¢n estancados desde principios de los a?os noventa¡±. ¡°Esos crecimientos de la productividad, que hoy son menores de lo que eran hace 35 a?os, se est¨¢n repartiendo de forma mucho m¨¢s desigual, yendo a parar ¨ªntegramente al crecimiento de las rentas del capital y no a mejoras del salario real¡±, explica ?lvarez, que entre los a?os 2020 y 2023 fue secretario de Estado de Derechos Sociales.
En su opini¨®n, hay varias explicaciones posibles para entender por qu¨¦ las mejoras en productividad no han revertido en el salario real. Una de ellas es que el cambio tecnol¨®gico puede haber generado ¡°una apropiaci¨®n desigual de las ganancias, de forma que los trabajadores poco cualificados tienen ahora m¨¢s dif¨ªcil incorporar las ganancias de productividad¡±.
Otra explicaci¨®n atribuye la desconexi¨®n a la p¨¦rdida de importancia de la negociaci¨®n colectiva, la erosi¨®n de la afiliaci¨®n a los sindicatos, y la internacionalizaci¨®n de las cadenas de valor. En cualquier caso, la desvinculaci¨®n que en estos a?os se dio entre las dos variables es, seg¨²n ?lvarez, el mejor argumento para acompa?ar a las pol¨ªticas de mejoras en productividad con pol¨ªticas de reparto de rentas.
No todas las empresas pueden permitirse reducir la jornada o aumentar el sueldo, pero las que s¨ª tienen la opci¨®n deber¨ªan estudiar la medida como una forma de mejorar su productividad, dice Matilde Mas. Con mejores condiciones laborales se reducen los costes de supervisi¨®n (porque aumenta el temor a perder un buen trabajo) y se producen menos rotaciones de empleados, ahorr¨¢ndole as¨ª al empresario el tiempo y dinero perdidos ¡°en contratar y formar a nuevos trabajadores¡±.
¡°La idea no es nueva, viene de los a?os ochenta y se llama teor¨ªa de los salarios de eficiencia, cuyos padres son el premio Nobel [de Econom¨ªa George] Akerlof y su esposa Janet Yellen¡±, explica Mas. ¡°Para las empresas que tengan las condiciones necesarias para hacerlo, es una forma de ir hacia un empleo de mayor calidad en vez de al modelo de minimizar los costes, al modelo de lo barato... Pa¨ªses que cobren menos que Espa?a hay todos los que uno quiera¡±.
Capacidades directivas
La formaci¨®n de los empleados en el puesto de trabajo no es el ¨²nico intangible en el que fallan las empresas espa?olas. Otra gran deficiencia es la baja calidad en los puestos de mando de las empresas, una variable que siempre fue relevante y que en opini¨®n de la experta del Ivie lo ser¨¢ aun m¨¢s en el futuro cercano, cuando la inteligencia artificial fuerce a las personas que toman las decisiones en las empresas a dise?ar formas de organizaci¨®n ¡°m¨¢s horizontales y con m¨¢s iniciativa para los trabajadores¡±.
¡°Ahora mismo la contabilidad nacional considera estos capitales intangibles no como inversi¨®n, sino como gasto corriente, como quien compra l¨¢pices, pero la literatura lleva mucho tiempo subrayando que es una variable crucial para entender el mal comportamiento de algunas econom¨ªas¡±, dice Mas. ¡°En Espa?a, y por hacer un resumen un poco dr¨¢stico, tenemos poco capital organizativo y demasiado inmobiliario¡±.
De los muchos males que aquejan a la productividad, ninguno tiene soluci¨®n r¨¢pida. El exceso en propiedades inmobiliarias pesar¨¢ durante muchos a?os en el balance de las empresas y a las inversiones en capital intangible les lleva tiempo convertirse en mejoras de productividad. Pero una pol¨ªtica de fondo que no exige grandes desembolsos y genera c¨ªrculos virtuosos es la mejora de las condiciones de libre competencia: nada estimula tanto la adopci¨®n de tecnolog¨ªas y mejoras organizacionales como la posibilidad de que un competidor (m¨¢s productivo) se quede con tu mercado.
Seg¨²n Antonia D¨ªaz, el trabajo por hacer para mejorar la competencia ha quedado en evidencia con ¡°las dificultades de la Comisi¨®n Nacional de Mercados y la Competencia [CNMC] para hacer su labor¡±. En una mesa redonda que la Asociaci¨®n de Profesionales de Cumplimiento Normativo convoc¨® recientemente, los expertos se?alaron la necesidad de reforzar el poder disuasorio de la CNMC incrementando el importe de la multa m¨¢xima a directivos (de forma que supere el actual l¨ªmite de 60.000 euros), incluir la posibilidad de su inhabilitaci¨®n, y aumentar la multa m¨¢xima a la empresa que incurre en practicas de mercado abusivas, fijada ahora en el 10% del volumen de negocio.
Claro que para eso la multa tendr¨ªa primero que aplicarse. Seg¨²n la memoria de la CNMC, una de cada dos sanciones a empresas incumplidoras en el a?o 2022 fueron revocadas por la Audiencia Nacional. De acuerdo con informaci¨®n publicada por Cinco D¨ªas, solo en lo que llevamos de 2024 el alto tribunal ha frenado, de manera cautelar o definitiva, sanciones a empresas por un valor conjunto de 287 millones de euros (la ¨²ltima multa de la CNMC que la Audiencia Nacional dej¨® en suspenso fue contra Apple y Amazon por restringir la competencia en su marketplace).
En opini¨®n de Matilde Mas, hay una buena noticia para la productividad que ya podemos empezar a celebrar y es el cambio incipiente en la forma en que las empresas reaccionan a las crisis. Espa?a se distingu¨ªa de sus socios europeos con una sobreactuaci¨®n en la pol¨ªtica de despidos ante cada recesi¨®n, dice, lo que generaba a corto plazo un espejismo de mejor productividad (los que quedan empleados tienen que multiplicar sus esfuerzos para llegar a lo que antes hac¨ªan entre varios) y hac¨ªa perder a la empresa un capital humano valios¨ªsimo por la formaci¨®n que ten¨ªa sobre su puesto de trabajo.
¡°Con la puesta en marcha de los ERTE durante la pandemia, la respuesta fue comportarse como el resto de pa¨ªses occidentales, hemos dejado de ser los raros¡±, explica Mas. ¡°Mantuvimos el empleo porque la alternativa, despedir a gente en la que hab¨ªamos invertido habr¨ªa sido un destrozo enorme por la necesidad de incurrir de nuevo en los costes de incorporaci¨®n, formaci¨®n...¡±. Aunque en ese cambio de actitud la financiaci¨®n estatal haya tenido mucho que ver, esta experta cree que ¡°el mensaje ha calado¡± entre los empresarios.
Novedades fiscales
Otro cambio en marcha que podr¨ªa tener repercusiones en el crecimiento de las peque?as empresas, y por tanto en mejoras de la productividad, es el m¨ªnimo del 15% en el impuesto de sociedades que deber¨¢n pagar las corporaciones con facturaci¨®n superior a 750 millones de euros. Acordada por la OCDE, la medida reduce parcialmente la desventaja competitiva que sufren las peque?as al pagar impuestos m¨¢s elevados. Todav¨ªa no se ha aprobado el proyecto de ley pero el Gobierno ya ha dicho que el gravamen m¨ªnimo tendr¨¢ efectos para los beneficios generados desde el 1 de enero de 2024.
Seg¨²n Nacho ?lvarez, tambi¨¦n pueden generar un efecto positivo sobre los indicadores de productividad la docena de programas (Perte) que se han puesto en marcha desde 2021 para fomentar industrias con capacidad de tracci¨®n, como los microchips, el hidr¨®geno renovable, la automoci¨®n el¨¦ctrica y la descarbonizaci¨®n. ¡°Una de las mejores pol¨ªticas industriales que puede aplicar Espa?a en este momento es poner en valor el factor de atracci¨®n de la energ¨ªa renovable¡±, dice el ex secretario de Estado. ¡°Espa?a se puede situar en el contexto europeo como una econom¨ªa capaz de producir energ¨ªa notablemente m¨¢s barata que los pa¨ªses de su entorno porque la mitad de nuestro mix energ¨¦tico ya es renovable¡±.
¡°Cuando desde el Estado se han hecho estas intervenciones para tratar de favorecer a determinados sectores tampoco tienen un gran ¨¦xito y terminan siendo m¨¢s derroche que otra cosa, no solo en Espa?a sino en general¡±, contrapone Mar¨ªa Jes¨²s Fern¨¢ndez. En su opini¨®n, ser¨ªa m¨¢s ¨²til introducir medidas que corrijan la fragmentaci¨®n del mercado interior, que eliminen trabas regulatorias para el crecimiento de las peque?as empresas, y que mejoren las competencias m¨ªnimas de los estudiantes en resoluci¨®n de problemas matem¨¢ticos y comprensi¨®n lectora, entre otras pol¨ªticas.
Aunque reconoce avances en la legislaci¨®n relativa al capital riesgo, la economista de Funcas tambi¨¦n considera necesaria una regulaci¨®n fiscal ¡°que no castigue al que asume el riesgo de invertir en actividades de mayor contenido tecnol¨®gico y potencial productivo¡± si lo que se quiere es crear un ecosistema que favorezca ¡°la generaci¨®n de ideas y de inversiones en estos ¨¢mbitos de mayor productividad¡±.
Entre los a?os 2000 y 2022 la econom¨ªa de Espa?a creci¨® m¨¢s que la de locomotoras de Europa como Alemania y Francia. A pesar de esa ventaja, la renta per c¨¢pita espa?ola se ha ido alejando cada vez m¨¢s del promedio europeo: de acuerdo con los datos del OPCE, pas¨® de estar un 2,4% por debajo, en el a?o 2000; a estar un 14,4% por debajo, en el 2022. Esa incoherencia aparente es lo que ocurre cuando hay un atraso en productividad. Mientras otras econom¨ªas europeas avanzaban haciendo mejor las cosas, Espa?a hac¨ªa crecer su PIB, entre otros factores, por los siete millones que ha registrado como aumento de la poblaci¨®n. En un pa¨ªs con altos niveles de desempleo, cualquier estrategia que incorpore ciudadanos a la vida laboral es bienvenida. Hacerlo mejorando la riqueza generada por cada uno de ellos, lo es todav¨ªa m¨¢s.
La IA y el riesgo de que la brecha crezca
Si ocurre como en otras revoluciones tecnológicas, la llegada de la inteligencia artificial (IA) mejorará en primer lugar la productividad de las 'start-ups' y de las grandes empresas, según el investigador de The Productivity Institute Dirk Pilat. Las start-ups, porque empiezan de cero incorporando la IA desde el principio. Y las grandes, porque tienen mejor capacidad en sus equipos directivos para adaptar la organización a los posibles nuevos productos y procesos que permita la tecnología. A Pilat, que antes trabajó para la OCDE como vicedirector en el área de Ciencia, Tecnología e Innovación, le preocupa que esa diferencia en el ritmo de adopción termine convirtiéndose en otra razón para agrandar la brecha de productividad entre grandes y pequeñas empresas. Un factor a tener muy en cuenta en un país como España, donde las pymes tienen tanto peso en el tejido productivo.
Consciente de los riesgos de dejar sin regulación una tecnología que en el futuro no tan lejano podrá tomar decisiones médicas, legales, o de contratación, Pilat también habla de la necesidad de dejar espacio para que las empresas innoven en procesos y productos a partir de la IA. “Muchos de mis colegas estadounidenses dirían que Europa ha regulado demasiado rápidamente la IA, especialmente para un continente que no tiene ningún gran jugador en el sector”, dice. En cualquier caso, explica, todavía falta un tiempo para que empecemos a ver cambios inducidos por la IA en la forma de trabajar de empresas tradicionales, “no solo en Meta o en Google sino en pequeños bancos, tiendas y hoteles”.
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