Nuestra moneda, vuestro problema
La irresistible ascensi¨®n del pensamiento neomercantilista en el mundo est¨¢ generando un miope e injustificado confort ante el d¨®lar fuerte
Los economistas ¡ªy no estamos solos¡ª no podemos anticipar las consecuencias del triunfo electoral de Donald Trump porque no sabemos realmente lo que va a hacer en su nueva presidencia. Las promesas de campa?a ¡ª¡±promesa hecha, promesa cumplida¡±¡ª incluyen demasiados objetivos inconsistentes entre s¨ª para que todos puedan ser puestos en marcha. Cuando la nueva Administraci¨®n colisione con la realidad y tenga que elegir entre alternativas, se desvelar¨¢ si lo que tiene Trump en mente es una presidencia basada en el espect¨¢culo de la transaccionalidad y de los acuerdos audaces, o si, esta vez, va a por todas.
Una de las grandes incertidumbres es qu¨¦ va a ocurrir con el tipo de cambio del d¨®lar. El rally alcista del d¨®lar iniciado en mayo de 2021 ¡ªuna apreciaci¨®n del 15%¡ª no se ha interrumpido, y las expectativas de mayores d¨¦ficit p¨²blicos, rebajas de impuestos y desregulaci¨®n m¨¢s bien tienden a alimentar una nueva apreciaci¨®n nominal.
En 1971, el secretario del Tesoro americano John Cannelly, manifest¨®: el d¨®lar es nuestra moneda, pero es vuestro problema. Y as¨ª es. Un d¨®lar fuerte reduce los m¨¢rgenes de maniobra de la pol¨ªtica monetaria del resto de pa¨ªses porque la depreciaci¨®n de las moneda locales alimenta la inflaci¨®n importada, algo que ¡ªuna vez aprendida la lecci¨®n de que electoralmente el desempleo hiere, pero la inflaci¨®n mata¡ª ning¨²n gobierno querr¨¢ tolerar. Si buscan un ejemplo actual, miren a Brasil, una econom¨ªa que ya se ha visto forzada a acomodar tipos de inter¨¦s reales del 8%, un nivel que no acelera precisamente el crecimiento. No es un caso ¨²nico. Seg¨²n el FMI, una subida del 10% del valor del d¨®lar reduce el crecimiento de los pa¨ªses emergentes en 1,9 puntos porcentuales y en 0,6 puntos porcentuales el de los pa¨ªses desarrollados. Y sus impactos son persistentes: el impacto negativo dura 2,5 a?os en los emergentes y un a?o en los desarrollados.
La historia apunta a otra trilog¨ªa maldita: la combinaci¨®n de un d¨®lar fuerte, unos tipos de inter¨¦s mundiales altos y un nivel de precios de commodities bajo explica en Am¨¦rica Latina el 70% de su ciclo econ¨®mico. En general, lo que se observa en la econom¨ªa global es que cuando los populismos econ¨®micos conducen a un alto nivel de endeudamiento ¡ªespecialmente entre los pa¨ªses emergentes de renta m¨¢s baja¡ª y a esa combinaci¨®n explosiva se le a?ade el fallo multiorg¨¢nico del sistema multilateral encargado de gestionar las reestructuraciones de deuda, lo que puede ocurrir es una tormenta perfecta: una cadena de defaults soberanos entre los pa¨ªses m¨¢s vulnerables sin instrumentos para resolver el problema.
El porcentaje de pa¨ªses en riesgo de default se ha doblado en los ¨²ltimos cinco a?os y ya se sit¨²a en el 60% entre los pa¨ªses de renta baja. Dada su importancia geopol¨ªtica, que exista la probabilidad de cat¨¢strofe deber¨ªa ser una causa de desasosiego, aunque solo fuese porque China ¡ªque est¨¢ concentrando su ayuda externa en los pa¨ªses en mayores dificultades¡ª pueda adquirir un protagonismo financiero como ¡°prestamista en ¨²ltima instancia¡± que hoy no tiene.
La irresistible ascensi¨®n del pensamiento neomercantilista en el mundo est¨¢ generando un miope e injustificado confort ante el d¨®lar fuerte. Miope, porque la inflaci¨®n importada se comer¨¢ en poco tiempo el aumento de competitividad. E injustificado porque en un mundo de cadenas de valor las devaluaciones competitivas han dejado de ser una ventaja. El Banco de Pagos Internacionales (BIS) estima que un 1% de apreciaci¨®n del d¨®lar reduce el comercio global en un 0,6%. S¨²menle a este potencial efecto la anunciada guerra de aranceles y ver¨¢n que el neto es un mal negocio global.
Los temas comerciales solo son la superficie del problema. En realidad lo complejo est¨¢ en la esfera financiera. Los grandes tenedores de deuda americana asumen riesgos cambiarios que cubren con derivados con un alto coste. La incertidumbre es un mal aliado de los flujos financieros. Por eso, no me extra?ar¨ªa mucho que, si el d¨®lar continua su escalada, pronto oigamos hablar de la necesidad de un nuevo Acuerdo del Louvre como el que tuvo lugar en los a?os 8o durante la era Reagan/Volcker. Me temo que las carcajadas ante esas posibles iniciativas esta vez se van a o¨ªr hasta en Pek¨ªn. Lo dicho: su moneda, nuestro problema.
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