Una ley educativa que nace sin alas
La norma trae m¨¢s buenas que malas noticias, algunas inconcreciones y otras omisiones preocupantes. Pero, sobre todo, nace sin consenso
Que la oposici¨®n iba a derogar la LOMCE cuando gobernara lo sab¨ªamos todos desde el mismo momento en que se aprob¨®. Que su modificaci¨®n era necesaria lo compart¨ªamos muchos, incluyendo a varios responsables educativos de las CCAA donde gobernaba el PP. Pero solo los m¨¢s optimistas cre¨ªmos posible que esa nueva ley pod¨ªa ser fruto de un amplio consenso. La reci¨¦n aprobada LOMLOE forma parte de un nuevo cap¨ªtulo de los fallidos intentos por situar a la educaci¨®n como pol¨ªtica de Estado y en un lugar privilegiado del debate p¨²blico. La ley, tramitada el jueves pasado en el Congreso de los Diputados, ha sido aprobada con una mayor¨ªa muy ajustada. Trae m¨¢s buenas que malas noticias, algunas inconcreciones y otras omisiones preocupantes. Pero, sobre todo, nace con una fuerte contestaci¨®n y falta de consenso, cortando sus alas: limitar¨¢ su impacto, y su duraci¨®n en el tiempo.
- En primer lugar, la ley apuesta de manera decidida por pasar de un modelo memor¨ªstico y enciclop¨¦dico, donde aprobar es m¨¢s importante que aprender, a un modelo competencial adaptado a las sociedades del futuro.
- Trae decisiones valientes para reducir la repetici¨®n de curso, una medida low cost para quien la toma, pero muy cara para quien la sufre o la financia.
- Mejora la flexibilidad del sistema mediante modificaciones organizativas, y abre la puerta normativa a un cambio profundo del modelo curricular.
- Adem¨¢s, sit¨²a el fen¨®meno de la segregaci¨®n escolar, un problema relevante en muchas ciudades y ciertas autonom¨ªas, como uno de los retos que el sistema educativo deber¨¢ abordar en los pr¨®ximos a?os.
- Finalmente, hace una apuesta decidida por un modelo de evaluaci¨®n externa, integral y sofisticado, bien ligado al curr¨ªculum, y orientado al diagn¨®stico y la mejora de los centros.
Pero no es menos cierto que la ley es poco concreta en otros aspectos de igual importancia. Se queda en una buena declaraci¨®n de intenciones de expandir la educaci¨®n de 0 a 3, pero de dudoso ¨¦xito, ya que el reconocimiento jur¨ªdico al derecho de una plaza sigue sin existir. Se atreve poco con la crucial transformaci¨®n de las pol¨ªticas docentes, d¨¢ndose, eso s¨ª, un plazo de un a?o para su complej¨ªsima reforma. Y habla de un calendario muy largo y poco concreto de las necesarias mejoras en financiaci¨®n para alcanzar el famoso 5% del PIB (quien sabe si con la crisis de la covid y la ca¨ªda del PIB ya lo alcancemos artificialmente en 2020, aumentando escasamente el gasto). M¨¢s a¨²n, la ley no se moja en la cuesti¨®n de la mejora de la autonom¨ªa de los centros educativos ni afronta la profesionalizaci¨®n de los equipos directivos, lo que nos mantiene como excepci¨®n europea.
Pero quiz¨¢s el elemento m¨¢s nocivo es que la ley nace sin consenso. El proceso de elaboraci¨®n, interrumpido por las elecciones de 2019, ha sido mejorable: se ha comunicado como una venganza a la LOMCE y no se han realizado comparecencias en la Comisi¨®n del Congreso, algo in¨¦dito que no debiera repetirse. Estos errores abrieron el flanco para el ataque frontal tanto de la escuela concertada como de la oposici¨®n. Bajo el ruido ensordecedor de la interminable batalla (ideol¨®gica) entre escuela p¨²blica y concertada, la se?al que pasa desapercibida e ignorada es la ca¨ªda demogr¨¢fica y la p¨¦rdida de alumnos: menos l¨ªneas, menos centros y menos puestos de trabajo. En 2006, tiempos de bonanza econ¨®mica y crecimiento demogr¨¢fico, la escuela concertada s¨ª apoy¨® la LOE, promovida por el PSOE.
En estos procesos de construcci¨®n de modelo educativo, el consenso es fundamental, y lo es por dos motivos. El primero, el m¨¢s obvio, es que, sin consenso, la duraci¨®n de una ley ser¨¢ corta; como ocurri¨® con la LOMCE, la oposici¨®n ya se ha comprometido p¨²blicamente a derogarla en cuanto vuelvan al gobierno. El segundo, quiz¨¢s menos evidente, pero probablemente m¨¢s importante, es la falta de implicaci¨®n de quienes deben asegurar el recorrido y el impacto de la norma. La ley llega con tanto ruido medi¨¢tico que, aun estando de acuerdo con ella, muchos profesionales y centros educativos le ponen la sordina, porque lo perciben como algo ajeno. M¨¢s a¨²n las Administraciones que no comparten o critican esta ley. ?C¨®mo lograremos reducir la segregaci¨®n escolar en Madrid, de las m¨¢s altas de Europa, si sus responsables auton¨®micos critican ferozmente la ley y hablan de ¡°compensarla con una ley propia¡±? ?C¨®mo lograremos reducir la repetici¨®n en lugares como Andaluc¨ªa o Murcia, si sus responsables pol¨ªticos no creen en ella y afirman que ¡°est¨¢ condenada al fracaso¡±? ?Y c¨®mo lograremos desarrollar un modelo de carrera profesional docente, algo mucho m¨¢s dif¨ªcil que aprobar una ley, y que requiere consensos entre Administraciones, universidades, sindicatos y patronales, en este contexto de guerra escolar? Nada de esto lograremos con una ley educativa con las alas cortadas.
Lucas Gortazar es Senior Fellow de Educaci¨®n de EsadeEcPol. @lucas_gortazar
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