Por qu¨¦ hay tantos profesores enfadados
La vuelta a las ratios de siempre, la impresi¨®n de ser poco reconocidos, los cambios pedag¨®gicos en marcha y la precariedad alimentan el malestar del colectivo docente
?ngel Vallejo no se lo piensa mucho: ¡°Los profesores de trinchera hemos estado toda la vida pidiendo una reducci¨®n de ratios de alumnos por aula, diciendo que eso mejora la educaci¨®n. Lo logramos un poco por la pandemia y ahora que se acaba, volvemos a lo de antes¡±. Vallejo da clase en el instituto p¨²blico de San Antonio de Benag¨¦ber, una poblaci¨®n cercana a Valencia fundada en 1950 por el franquismo para realojar a los vecinos del antiguo Benag¨¦ber, un pueblo sacrificado para construir un pantano. Preside la Red Espa?ola de Filosof¨ªa en la Comunidad Valenciana y es de los que cree que hay mar de fondo en el colectivo docente. Una de las razones es esa: la impresi¨®n de que la reivindicaci¨®n hist¨®rica de tener menos alumnos por clase se esfuma tan r¨¢pido como avanza la vacunaci¨®n. Pero el cabreo, advierte, se alimenta de otros motivos.
Hay se?ales, como las pol¨¦micas en las redes sociales o la repercusi¨®n de algunos libros que advierten del catastr¨®fico rumbo de la educaci¨®n, que muestran que el malestar existe. En un colectivo formado por m¨¢s de 700.000 profesores es dif¨ªcil saber hasta qu¨¦ punto es generalizado, pero preguntar a los docentes arroja luz sobre sus causas.
Vallejo pone sobre la mesa varias: ¡°Se cambian continuamente las leyes educativas y se impone metodolog¨ªa como los ¨¢mbitos [la mezcla de asignaturas, en la Comunidad Valenciana] sin consultarnos. Es cierto que quienes est¨¢n elaborando ahora el curr¨ªculo [la forma en que se aprende y se eval¨²a en la escuela] son normalmente docentes que dan o han dado clases, aunque la l¨ªnea general la marc¨® primero el Ministerio de Educaci¨®n. Se nos culpa de que los alumnos repitan mucho, y se nos acusa de ser unos dinosaurios cuando no es verdad; hay mucha nueva pedagog¨ªa y gente con ganas haciendo cosas en las aulas. Y tambi¨¦n se tiende a poner al profesorado como responsable de que no se efect¨²en los cambios, dando a entender que no queremos trabajar. Eso nos cabrea mucho porque le echamos cantidad de horas¡±.
Una escuela que no existe
El malestar por cuestiones pedag¨®gicas es amplio, pero las visiones al respecto son con frecuencia dispares. Mari Luz Gonz¨¢lez, responsable de acci¨®n sindical de Sindicatos de Trabajadores de la Ense?anza (STES), critica el modelo de ense?anza a¨²n en vigor, procedente de la ley Wert, por ser obsoleto y tan memor¨ªstico como cuando ella estudiaba. Mientras Alberto Royo, profesor de M¨²sica en un instituto de Navarra y autor de libros como Contra la nueva educaci¨®n, cree, por su parte, que uno de los problemas de las reformas educativas en Espa?a es que se basan en planteamientos de personas que carecen ¡°de experiencia en el aula¡± y no parten de ¡°un an¨¢lisis realista y riguroso de la situaci¨®n¡±, lo que da lugar a debates superficiales. ¡°Por ejemplo: todav¨ªa se insiste en que no tiene sentido ense?ar la lista de los reyes godos, cuando es obvio que esa lista no se estudia hace much¨ªsimo tiempo. Se denuesta un modelo de escuela que no existe, se frivoliza con propuestas pedag¨®gicas sin base cient¨ªfica o sin experiencia exitosa probada, y se confunden t¨¦rminos y conceptos constantemente¡±.
¡°Como profesor¡±, a?ade Royo, ¡°pido confianza y respeto a mi trabajo y que las Administraciones educativas tomen decisiones sensatas. Que se preocupen, no en devaluar la ense?anza con la excusa de la inclusividad, sino de garantizar que todos los alumnos, independientemente de su situaci¨®n socioecon¨®mica, puedan salir de la escuela con conocimientos¡±.
Uno de cada cuatro docentes es interino. El c¨®ctel de precariedad laboral, celebraci¨®n de oposiciones docentes (estos d¨ªas), pandemia y la previsible salida del sistema de buena parte de los 35.000 docentes que se incorporaron este curso como refuerzo covid no contribuye a mejorar el ambiente. V¨ªctor Gonz¨¢lez lleg¨® en septiembre a un instituto de Madrid, donde ense?a Lengua, y no sabe d¨®nde estar¨¢ despu¨¦s del verano. ¡°Si das clase de ocho a tres, y luego tienes que preparar materiales y ex¨¢menes, cuando te sientas a estudiar ya no tienes la capacidad intelectual necesaria para absorber 50.000 contenidos. Enfrentarte a un examen como el de la oposici¨®n, que me parece medieval, desmoraliza mucho¡±, comenta. Gonz¨¢lez a?ade que el trabajo es muy exigente an¨ªmicamente: ¡°Enfrentarme a 16 alumnos en clase ha sido este curso un desaf¨ªo, no quiero imaginar lo que ser¨¢ hacerlo con 30¡å.
Fastidio de ¨²ltima hora
Hay docentes que no creen que haya tanto malestar, o que no lo ven generalizado. Lourdes Orueta, presidenta de la Asociaci¨®n de Inspectores de Educaci¨®n (Adide) opina que hay m¨¢s bien preocupaci¨®n: por la posible p¨¦rdida de recursos educativos y por c¨®mo se materializar¨¢n los cambios pedag¨®gicos que se derivan de la nueva ley. Y apunta: ¡°Muchos profesores est¨¢n de acuerdo con los cambios metodol¨®gicos que se est¨¢n planteando, pero no van a salir a defenderlos y a decir que ya tocaba porque ya ven que va a ser as¨ª. Los que est¨¢n en desacuerdo seguramente son m¨¢s vehementes¡±.
Las plantillas han llegado a junio m¨¢s cansadas de lo normal y con el inesperado fastidio de ¨²ltima hora, muy comentado en los claustros, de tener que elegir entre ponerse AstraZeneca o Pfizer como segunda dosis de la vacuna, dice Isabel Ruso, presidenta de la asociaci¨®n de directores p¨²blicos de Galicia. ¡°Pero yo no creo que haya una gran crispaci¨®n general. Creo que el profesorado est¨¢ bastante agotado por un curso excepcional, satisfecho por haber sacado el trabajo adelante en estas condiciones, y a la vez expectantes por c¨®mo ser¨¢ el siguiente. El a?o pasado por estas fechas tambi¨¦n parec¨ªa que el curso empezar¨ªa con mucha normalidad y despu¨¦s hubo que cambiar los planes tres veces¡±.
M¨¢s tensi¨®n en los institutos que en los colegios
La visi¨®n cambia mucho en funci¨®n del centro en que se trabaja y de la comunidad aut¨®noma en la que est¨¦ ubicado, porque las condiciones laborales dependen en buena medida de ello, afirma Vicent Ma?es, presidente de la federaci¨®n de directores de colegios p¨²blicos Fedadi. En secundaria, opina, se percibe m¨¢s cabreo que en infantil y primaria. ¡°Y en nuestro colectivo, como en cualquier otro, hay gente de todo tipo. Hay quien se queja de todo continuamente, va tambi¨¦n en el car¨¢cter de cada uno. Lo que s¨ª es una fuente generalizada de malestar es ver c¨®mo se da marcha atr¨¢s en los recursos que se dieron a los centros con motivo de la pandemia. Este colectivo es, en general, voluntarista, y la Administraci¨®n lo sabe y se aprovecha de ello¡±.
Los docentes, concluye el catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, Xavier Bonal, tienen motivos para el malestar, como ¡°la burocratizaci¨®n y la falta de autonom¨ªa escolar¡±. Bonal entiende menos, en cambio, algunas cr¨ªticas a la reforma educativa. ¡°Proceden de un sector especialmente de secundaria, que solo se preparan para ser docentes con un m¨¢ster de un a?o. Son profesores de una materia y consideran que su trabajo es m¨¢s instructivo que educativo: ense?ar matem¨¢ticas, historia o lo que sea y no atender a nada m¨¢s. Yo creo que un profesor tiene que ser un educador en sentido amplio y por tanto atender a las razones por las cuales un alumno no est¨¢ motivado y no aprende¡±.
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