La ideolog¨ªa del esfuerzo: la revuelta meritocr¨¢tica de las ¨¦lites neoliberales en educaci¨®n
Es la reivindicaci¨®n nost¨¢lgica del mantra tradicional de la ¡°letra con sangre entra¡±, incapaz de concebir el proceso de ense?anza y aprendizaje como un viaje apasionante de descubrimiento y de comprensi¨®n de y para la vida
En pleno siglo XXI resurgen las voces de sectores sociales que reclaman volver a una educaci¨®n de ¨¦lite, disfrazando con el ropaje del esfuerzo, el m¨¦rito y la exigencia de m¨¢s contenidos escolares la demanda de selecci¨®n y segregaci¨®n social. Es la revuelta de las ¨¦lites neoliberales en educaci¨®n.
No son capaces de concebir el proceso de ense?anza y aprendizaje como un viaje apasionante de descubrimiento...
En pleno siglo XXI resurgen las voces de sectores sociales que reclaman volver a una educaci¨®n de ¨¦lite, disfrazando con el ropaje del esfuerzo, el m¨¦rito y la exigencia de m¨¢s contenidos escolares la demanda de selecci¨®n y segregaci¨®n social. Es la revuelta de las ¨¦lites neoliberales en educaci¨®n.
No son capaces de concebir el proceso de ense?anza y aprendizaje como un viaje apasionante de descubrimiento y de comprensi¨®n de y para la vida, sino como un ejercicio disciplinario, de ¡°instrucci¨®n¡± casi militar por parte de los docentes y un viacrucis de sacrificio por parte de los estudiantes, centrado en la cultura del esfuerzo y la ideolog¨ªa m¨¦rito.
Es, en definitiva, la reivindicaci¨®n nost¨¢lgica del mantra tradicional de la ¡°letra con sangre entra¡±, revestida de culpabilizaci¨®n de los estudiantes que no se esfuerzan. Dado que responsabiliza y culpa al alumnado que fracasa de su fracaso, porque no aprovecha las oportunidades que se le dan, alguien debe tener el poder de obligarles a esforzarse. Alguien tiene que hacerles ¡°sangrar¡± para conseguirlo.
Esta revuelta educativa utiliza la ideolog¨ªa meritocr¨¢tica como una reformulaci¨®n refinada de su programa elitista. Como analizan Michael Sandel (La tiran¨ªa del m¨¦rito) o C¨¦sar Rendueles (Contra la igualdad de oportunidades) en vez de justificar sin m¨¢s las desigualdades, defienden los privilegios de las ¨¦lites por su capacidad de esfuerzo, por sus superiores m¨¦ritos intelectuales, como un premio merecido a su supuesto talento y esfuerzo. El truco est¨¢ en el enga?o de que la meritocracia ofrece posibilidades de ascenso, en teor¨ªa, a cualquiera que tenga el talento de aprovecharlas, aunque se constate que la movilidad social no ha socavado nunca la influencia y el poder de las ¨¦lites.
La mentira de la igualdad de oportunidades
Es la ret¨®rica de ¡°las oportunidades¡±, resumida en el conocido lema: ¡°si trabajas duro, podr¨¢s ascender todo lo lejos que tu talento te permita¡±. Aunque con la cada vez mayor precarizaci¨®n del trabajo, eso del trabajar duro ha acabado siendo eclipsado por el talento. El problema es que la meritocracia se basa en una mentira radical: la presunci¨®n de que todos y todas partimos de una l¨ªnea de salida igual. Niegan las brechas sociales, econ¨®micas o de g¨¦nero.
El economista Thomas Piketty demuestra en su libro El capital del siglo XXI la falsa relaci¨®n entre esfuerzo y riqueza, concluyendo que la herencia es uno de los principales factores de reproducci¨®n del modelo econ¨®mico capitalista. Es el denominado ¡°gobierno de los herederos¡±, pues m¨¢s de la mitad de la riqueza mundial pasa de generaci¨®n en generaci¨®n. En 2016, otro estudio de dos economistas italianos mostr¨® que las familias m¨¢s ricas de Florencia en el Renacimiento segu¨ªan siendo las familias m¨¢s ricas de Florencia 600 a?os despu¨¦s. Un informe de la OCDE (2018) titulado ?Un ascensor social descompuesto? C¨®mo promover la movilidad social confirma que la parte inferior de la pir¨¢mide social no asciende, la brecha social se agranda y los m¨¢s ricos mantienen sus grandes fortunas. Lo mismo que han venido demostrando las investigaciones tambi¨¦n en educaci¨®n.
La meritocracia es una ideolog¨ªa para hacer tolerable la creciente desigualdad social. Es el caballo de Troya utilizado por las ¨¦lites econ¨®micas, sociales y pol¨ªticas en su rebeli¨®n contra cualquier forma de reparto social y garant¨ªa de derechos que, a su juicio, es la ¡°ideolog¨ªa de los perdedores¡±.
Si durante gran parte del siglo XX los debates sobre el Estado social y de bienestar giraban en torno a la solidaridad y lo que nos debemos unos a otros como ciudadan¨ªa, a partir de los a?os ochenta, sin embargo, se han reconfigurado. Ahora se centran en la responsabilidad de los desfavorecidos respecto a su propio infortunio. Argumentando que la comunidad solo est¨¢ obligada a ayudar a aquellos que sufran infortunios que no sean culpa suya (distinguiendo as¨ª, entre pobres ¡°merecedores¡± de ayuda y los que no se la merecen).
Ideolog¨ªa del esfuerzo
En el terreno educativo se est¨¢ produciendo el mismo fen¨®meno. Se est¨¢ reafirmando la idea de que ya existe igualdad de oportunidades, por lo que las diferencias de logro educativo deben atribuirse tan solo a las capacidades individuales y al esfuerzo, es decir, como concluye Xavier Besal¨², al tiempo y los codos que hayan puesto para salir bien posicionados en los ex¨¢menes.
Esta ideolog¨ªa meritocr¨¢tica no solo reproduce las pautas de desigualdad social imperantes, sino que opera como una ideolog¨ªa que, adem¨¢s de reciclar tales condiciones, enmascara los mecanismos de reproducci¨®n de las desigualdades sociales en la escuela bajo el velo de la igualdad de oportunidades. De hecho, las investigaciones demuestran reiteradamente que el nivel de estudios de los progenitores determina notablemente el que acaban logrando sus hijos e hijas: el 45% de quienes tienen familias en el pelda?o m¨¢s bajo del sistema educativo se quedan en el mismo nivel y no progresan en el ¨¢mbito acad¨¦mico, seg¨²n el Informe de 2021 del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil en Espa?a. El 49% del alumnado que pertenece al primer cuartil m¨¢s pobre del Estado espa?ol ha repetido alg¨²n curso al acabar la ESO, indica este informe.
Sin embargo, la idea de que las personas deben tener la capacidad de ascender ¡°hasta donde su talento y su esfuerzo las lleven¡± es tan com¨²n en todo discurso educativo que raya en el t¨®pico. Apenas si suscita controversia y pr¨¢cticamente nadie la cuestiona. De esta forma, la responsabilidad se hace recaer en el sujeto como tal, lo que libera al sistema educativo de su condici¨®n de instrumento que perpet¨²a, con sistem¨¢tica eficacia, dichas pautas. En este sentido, la meritocracia no es s¨®lo un mecanismo, sino una ideolog¨ªa. Obliga a releer los problemas sociales, como el fracaso escolar, en t¨¦rminos de comportamientos individuales, de oportunidades y esfuerzos personales.
Dispositivo disciplinador
Se construyen as¨ª palabras talismanes con fuerza casi performativa. El t¨¦rmino esfuerzo se relaciona con una visi¨®n positiva de superaci¨®n y mejora en la vida y en la educaci¨®n, olvidando que el esfuerzo invertido en una actividad que carece de sentido para quien la realiza (copiar 100 veces ¡°no me portar¨¦ mal¡±) se convierte en una condena que no sirve para nada y que adem¨¢s tiende a ser contraproducente.
Pero hasta tal punto han calado esta ideolog¨ªa que cualquier propuesta pedag¨®gica que no conlleve esfuerzo parece poco seria. Este enfoque se basa en una forma falsa y deformada de enfocar y entender el esfuerzo. El alumnado claro que se esfuerza cuando comprende y valora el sentido de la actividad en la que est¨¢ inmerso, cuando le interesa y ve su utilidad y sentido. Es algo innegable. Por eso deber¨ªamos centrar la reflexi¨®n en lo que tendr¨ªamos que hacer las administraciones educativas y los docentes para ¡°que valiera la pena esforzarse¡±.
El m¨¦rito y el esfuerzo se han convertido as¨ª en un dispositivo disciplinador de corazones y mentes, un pretexto para modelar la frustraci¨®n y la verg¨¹enza de los derrotados, que viste de promesa su fracaso: alg¨²n d¨ªa tambi¨¦n les tocar¨¢ el turno, sin ser conscientes no solo de que ese d¨ªa nunca llegar¨¢ porque las cartas est¨¢n trucadas desde el principio, sino de que lo que as¨ª se logra es perpetuar y justificar el esquema, convirtiendo incluso a los perdedores en clase aspiracional eterna.
El problema es la meritocracia
Como describe Sandel, cuando la gente se queja de la meritocracia suele hacerlo no porque est¨¦ en contra, sino porque cree que se est¨¢ llevando a la pr¨¢ctica incorrectamente, que el sistema est¨¢ ama?ado para perpetuar los privilegios de los ricos y los poderosos. Que es un ideal que est¨¢ pervertido. Pero ?y si el verdadero problema no es que no se puede asegurar una meritocracia justa, sino que el ideal es defectuoso en s¨ª mismo, un proyecto pol¨ªtico vac¨ªo que evidencia una concepci¨®n empobrecida de la ciudadan¨ªa y la libertad?, se pregunta.
Porque la esencia del ideal meritocr¨¢tico no es la igualdad, sino la movilidad. No cuestiona la desigualdad. Solo insiste en que ricos y pobres tengan la posibilidad, a lo largo del tiempo, de intercambiar posiciones en funci¨®n de sus respectivos m¨¦ritos. El ideal meritocr¨¢tico no es un remedio contra la desigualdad, es m¨¢s bien una justificaci¨®n de esta.
Pero, sobre todo, la meritocracia neoliberal pone la necesidad imperiosa de afanarse, rendir y tener ¨¦xito en el centro mismo de la vida moderna, convirtiendo a buena parte de la sociedad en esa ¡°clase aspiracional¡± siempre insatisfecha y anhelante, en constante competici¨®n y b¨²squeda de mayores rendimientos, logros y ¨¦xitos.
Incapaces de constatar la valiosa contribuci¨®n al bien com¨²n de quien limpia en un hospital, quien reparte el pan, la enfermera que cuida de la salud o el electricista que mantiene la instalaci¨®n, hasta que llega una crisis como la de la Covid-19. La pandemia de 2020 condujo a reflexionar, aunque fuera de un modo fugaz, sobre la paradoja de las tareas que contribuyen al bien com¨²n (enfermera) y las que son valoradas y remuneradas por el mercado (broker). El problema es que esto ¨²ltimo, lo que es remunerado por el mercado es lo que termina definiendo el m¨¦rito y la autoestima de las personas.
Este enfoque, en vez de arreglar las condiciones que provocan la desigualdad, forja una pol¨ªtica meritocr¨¢tica que consiste en escapar y escalar, manteniendo el sistema injusto, pero buscando estar colocados en la parte de arriba. Este r¨¦gimen tir¨¢nico de la meritocracia, como concluye el propio Rendueles, hace que resulte muy dif¨ªcil invocar ese sentido de solidaridad colectiva y obligaci¨®n mutua que supone un proyecto humano compartido basado en el bien com¨²n.
Puedes seguir EL PA?S EDUCACI?N en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.