Una f¨®rmula para que la escuela p¨²blica compita mejor con la concertada
Los colegios p¨²blicos de primaria que dan la ESO van en aumento. El modelo es preferido por un sector de familias, facilita la innovaci¨®n educativa y da servicio de comedor al alumnado de secundaria, pero en algunos lugares va acompa?ado de una reducci¨®n recursos
Sentada en su despacho de directora, Quina Barba se lo piensa unos segundos antes de explicar por qu¨¦ cree que la decisi¨®n de que su colegio p¨²blico de Infantil y Primaria asumiera hace tres a?os la Educaci¨®n Secundaria Obligatoria (ESO) fue una buena idea: ¡°Mucho de nuestro alumnado hubiera fracasado si se hubiera ido a un instituto normal. Porque nosotros somos una escuela y nuestra metodolog¨ªa de trabajo, nuestra estructura y los refuerzos que ponemos est¨¢n muy orientados a acompa?ar. Cuando vienen los profesores de secundaria al principio alucinan, y despu¨¦s no se quieren ir¡±.
Barba dirige el colegio p¨²blico de La Font d¡¯En Carr¨°s, un pueblo de 3.800 habitantes situado a 45 metros de altitud y a seis kil¨®metros de distancia del Mediterr¨¢neo, al sur de Valencia. Su centro forma parte de un cambio que avanza en la escuela p¨²blica: 270 colegios de Infantil y Primaria han incorporado la ESO y est¨¢ previsto que decenas m¨¢s lo hagan en los pr¨®ximos cursos. Hace 10 a?os no llegaban al centenar. Galicia, Castilla y Le¨®n, Asturias y Extremadura aplican el modelo desde hace un par de d¨¦cadas como una soluci¨®n para su escuela rural, pero en estos territorios el modelo lleva tiempo estancado o est¨¢ en retroceso. El impulso le est¨¢ llegando de comunidades como Catalu?a, Arag¨®n, Madrid, Comunidad Valenciana y Baleares, donde tambi¨¦n se est¨¢ implantando en zonas urbanas como una forma de maximizar los espacios escolares y, en parte de ellas, adem¨¢s, por motivos pedag¨®gicos y sociales.
El modelo tiene elementos positivos y otros que generan controversia. El soci¨®logo Miquel ?ngel Alegre menciona entre los primeros que facilita la transici¨®n entre primaria y secundaria, un paso en el que muchos alumnos se pierden; favorece la innovaci¨®n metodol¨®gica de los centros y los proyectos en los que participan chavales de edades diferentes; fomenta que los profesores de secundaria aprendan de los de infantil y primaria, y viceversa, y permite optimizar las instalaciones educativas ante la ca¨ªda de la natalidad, representando una alternativa al cierre de colegios p¨²blicos. Tambi¨¦n refuerza, a?ade Alegre, la capacidad de la escuela p¨²blica para competir con la concertada ante un determinado perfil de padres: ¡°Hay familias a las que les preocupa el cambio al instituto por lo que tiene de contraste para un chaval peque?o que viene del colegio. Esta f¨®rmula permite a la p¨²blica ofrecer, como la concertada, la opci¨®n de elegirlo todo de una vez desde los tres a?os a los 16¡å. Este argumento resulta especialmente importante, opina I?igo Salaberria, presidente de la asociaci¨®n vasca de centros p¨²blicos Heinze, en un contexto de acelerada disminuci¨®n del alumnado. En algunos colegios integrados, normalmente antiguos, solo se estudia hasta el segundo curso de la ESO (el equivalente al antiguo octavo de EGB), pero casi todos ofrecen la etapa completa.
La integraci¨®n tambi¨¦n presenta riesgos. El que m¨¢s le preocupa a la directora de un colegio madrile?o que pide no ser identificada es que, en su opini¨®n, el Gobierno regional de su comunidad, donde ya hay 32 de estos centros, los aprovecha para ¡°invertir menos¡± en educaci¨®n. Y en muchos casos sus alumnos de la ESO no disponen de los mismos recursos, como laboratorios o salas de tecnolog¨ªa, que tendr¨ªan en un instituto. Al mismo tiempo, admite la directora, la integraci¨®n permite a los alumnos de secundaria usar el servicio del comedor, algo que no sucede en la gran mayor¨ªa de institutos p¨²blicos de Espa?a.
¡°Los ni?os est¨¢n m¨¢s protegidos¡±
¡°El balance general es muy positivo¡±, dice Ricardo Civera, director del colegio p¨²blico El Espartidero, en Zaragoza, que incorpor¨® la ESO hace cuatro a?os; ¡°cuando por ejemplo el alumnado de cuarto de secundaria baja a trabajar un proyecto lector o de matem¨¢ticas con los ni?os m¨¢s peque?os, se nos cae la baba¡±. Elena Escribano, madre de dos alumnos del centro, resume la idea que mueve a muchas familias a preferir este tipo de colegios en la p¨²blica: ¡°Los ni?os est¨¢n m¨¢s protegidos, porque siguen con sus compa?eros, sus profesores y en el entorno de siempre hasta los 16¡å.
El colegio de Zaragoza que dirige Civera tiene ahora 800 alumnos y tambi¨¦n un problema que antes no ten¨ªa. ¡°Tenemos serias dificultades de espacio. Hemos perdido zonas comunes que dan mucha vitalidad a nuestra idea de centro. Nuestra biblioteca funciona ahora como biblioteca, sala multiusos, minisala de inform¨¢tica, lugar donde hacer las extraescolares¡¡±.
Los colegios que asumen la ESO (en alg¨²n caso ocurre al rev¨¦s: el instituto incorpora infantil y primaria) tienen con frecuencia un perfil innovador. Algo especialmente evidente en Catalu?a, el territorio donde m¨¢s se han extendido y donde reciben el nombre de institutos escuela. En Les Vinyes de Castellfabib, en Barcelona, los alumnos de secundaria trabajan por ¨¢mbitos de conocimiento, en vez de por materias, y de forma competencial, y los docentes incorporan al aprendizaje la resoluci¨®n de situaciones de la vida diaria: ¡°Puede ser un problema que surge en el municipio o que los alumnos se pongan en la situaci¨®n de que, por ejemplo, son editores y tienen que publicar un nuevo libro¡±, explica su director, Quim Preixens. El docente asegura que los resultados son buenos en las evaluaciones internas, en las externas que hace la Generalitat y en el retorno que les dan los institutos a los que despu¨¦s van sus alumnos a estudiar Bachillerato o Formaci¨®n Profesional.
Preixens destaca que uno de los puntos fuertes del instituto escuela es el ¡°acompa?amiento emocional¡± que proporciona a los chavales. ¡°No tienen el sentimiento de p¨¦rdida de muchos al dejar el colegio, porque pueden seguir viendo a sus profesores de primaria. Al inicio de la secundaria, muchas veces vienen a buscarnos a los que hemos sido sus referentes en primaria y nos dicen: ¡®Me est¨¢ costando un poco¡¯, ¡°me da respeto¡¯, ¡®no s¨¦ c¨®mo voy a llevar que ahora en el aula seamos 30¡ä¡ Buscan nuestro apoyo porque todav¨ªa no han cogido confianza con los profes de secundaria. Y aun as¨ª son docentes a los han ido viendo en el centro y con los que en momentos concretos han podido compartir actividades pedag¨®gicas¡±.
Lo m¨¢s importante y lo m¨¢s dif¨ªcil del modelo
Los m¨¢s importante para que el sistema funcione y tambi¨¦n lo m¨¢s dif¨ªcil de lograr, afirma el director, es la compenetraci¨®n entre el profesorado de las tres etapas. ¡°De lo que m¨¢s nos quejamos en los institutos escuelas es posiblemente de la falta de tiempo de coordinaci¨®n para trabajar m¨¢s veces juntos. Poco a poco cada centro va encontrando sus estrategias para hacerlo, pero muchas veces todav¨ªa se consigue por la buena voluntad del docente. Nuestra lucha es que no dependa de buenas voluntades, sino que tengamos un marco horario que nos permita coordinarnos en el trabajo transversal de centro y hacer muchas actividades conjuntas¡±.
El modelo favorece, adem¨¢s de la innovaci¨®n metodol¨®gica, la organizativa, se?ala el soci¨®logo Miquel ?ngel Alegre. Los institutos escuela catalanes, por ejemplo, empezar¨¢n a aplicar el curso que viene la jornada partida (con clases antes y despu¨¦s de comer) en todas las etapas, algo que se perdi¨® hace a?os en la mayor parte de los institutos p¨²blicos. Y a la vez, advierte el soci¨®logo, reduce las oportunidades para luchar contra la segregaci¨®n escolar: ¡°El cambio de etapa da la posibilidad de intentar romper la segregaci¨®n adscribiendo los colegios de primaria a otros de secundaria con una composici¨®n diferente. Y con los institutos escuela no puedes¡±.
A diferencia de lo que les viene a la cabeza a muchas personas al pensar en esta f¨®rmula educativa, ninguno de los entrevistados en este reportaje considera que tener juntos a alumnos de edades tan diferentes suponga un peligro. Aunque una de las normas del modelo es que los chavales de unas y otras etapas no coinciden salvo en los momentos en que se programan actividades conjuntas y supervisadas. Llum, alumna de cuarto de la ESO en el colegio de la Font d¡¯En Carr¨°s, resume en una frase lo que para ella aporta y resta el modelo: ¡°En general me parece muy bien; seguimos con los mismos amigos, estamos cerca de casa y lo tenemos m¨¢s f¨¢cil. Por otro lado, creo que a todos nos hubiera gustado conocer a m¨¢s gente al llegar al instituto.
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