R¨¦cord de ¡®sisis¡¯, m¨¢s personas que nunca estudian y trabajan a la vez: ¡°Es duro. Al final te pasa factura¡±
Son m¨¢s de un mill¨®n, el n¨²mero m¨¢s alto desde que empez¨® a registrarse el dato en 1987, aunque sigue muy por debajo del de otros pa¨ªses. La mayor¨ªa son menores de 30 a?os, pero el fen¨®meno tambi¨¦n avanza con fuerza entre los mayores de 50
Leticia Bern¨¢, de 23 a?os, lleva cinco de ellos colgada del Google Calendar. Sus d¨ªas han sido una especie de rompecabezas en los que ten¨ªa que ir encajando las clases del doble grado de Periodismo y Documentaci¨®n en la Universidad de Murcia (pod¨ªan ser por la ma?ana y por la tarde) con sus horarios de trabajo en un restaurante, primero, y en una tienda de ropa despu¨¦s. Como Bern¨¢, algo m¨¢s de un mill¨®n de personas estudiaban y trabajaban en Espa?a en el segundo trimestre de 2022, la cifra m¨¢s alta desde que la Encuesta de Poblaci¨®n Activa empez¨® a medirlo en 1987. M¨¢s de la mitad de ellos son menores de 30 a?os.
Est¨¢n en el lado contrario de esos ninis que, a pesar de haberse reducido en los ¨²ltimos a?os, siguen martirizando las estad¨ªsticas educativas espa?olas (un 23% de j¨®venes de 16 a 24 a?os ni estudiaba ni trabajaba el a?o pasado, seg¨²n las cifras Eurostat). Los sisis van creciendo de forma sostenida, aunque con cifras todav¨ªa modestas: en el segundo trimestre de 2022, seg¨²n la EPA, hab¨ªa m¨¢s de 375.000 personas de 16 a 24 a?os (un 8,5% del total) ocupadas en un empleo a la vez que estaban matriculadas en estudios reglados. Pero m¨¢s all¨¢ del evidente pundonor que demuestran todos ellos, lo cierto es que no est¨¢ tan claro que sea, o por lo menos no del todo, una buena noticia.
La falta de oportunidades laborales, junto a las escasas facilidades que ofrecen las instituciones educativas para compatibilizar estudio y trabajo, y la falta de tradici¨®n al respecto, han sido las razones que m¨¢s se han repetido a lo largo de los a?os para explicar las exiguas cifras espa?olas. As¨ª, Veerle Miranda, economista de la OCDE, explica que, si lo que muestra ahora la estad¨ªstica es un cambio cultural y social que acerca a Espa?a a otros pa¨ªses desarrollados, ser¨ªa un dato claramente positivo. En otros lugares, una parte importante de los j¨®venes estudiantes tienen empleos que les permiten obtener ingresos extra o mantenerse de forma independiente de sus familias. En Francia son el 14% y la media de la OCDE est¨¢ en el 17%, y en Pa¨ªses Bajos llega al 47%. ¡°No solo se aprenden habilidades b¨¢sicas de trabajo en equipo o resoluci¨®n de conflictos, sino que ofrece una idea de lo que les espera despu¨¦s en el mercado de trabajo¡±, asegura Miranda. Y eso, aunque la tarea no tenga nada que ver con el ¨¢mbito en el que se est¨¢n formando: ¡°Incluso si, por ejemplo, est¨¢s cursando econom¨ªa y trabajas en un bar, adquieres ciertas habilidades que no obtendr¨ªas solo estudiando¡±, resume.
Sin embargo, si el aumento se debe sobre todo a las dificultades econ¨®micas de la poblaci¨®n, puede ser un problema: ¡°Hay estudiantes que realmente necesitan trabajar para financiar sus estudios o incluso para llevar dinero a casa, y ah¨ª es donde puede ser m¨¢s negativo. Porque significa que tienes que trabajar m¨¢s horas, lo que puede tener un impacto negativo en tus estudios¡±.
Sin investigaciones m¨¢s detalladas a mano, Miranda no se atreve a responder cu¨¢l de las dos fuerzas est¨¢ tirando m¨¢s de las cifras. Pero lo cierto es que el de Leticia Bern¨¢ responde claramente al segundo perfil del que habla la experta de la OCDE: personas que se ven obligadas, por pura necesidad, a compatibilizar. En su caso, deb¨ªa mantenerse en Murcia, una ciudad que no era la suya (creci¨® en un peque?o pueblo alicantino llamado Cox): ¡°Mis padres no pod¨ªan pagarme el piso. La beca que me da el Estado para estudiar en la universidad no me cubr¨ªa pr¨¢cticamente nada, no me daba ni para tres meses de alquiler. Entonces, era trabajar para mantenerme y poder estudiar o no trabajar y no poder estudiar¡±, explica por tel¨¦fono. Ahora, desde la tranquilidad que le dan unos pocos ahorros y unas pr¨¢cticas remuneradas en un ¨¢mbito que, por fin, tiene que ver con lo que ha estudiado ¡ªva a catalogar im¨¢genes para el departamento de comunicaci¨®n de la universidad¡ª, recuerda todos los esfuerzos hechos hasta ahora.
La organizaci¨®n era pesada, aunque manejable ¡ª¡°Los d¨ªas que no ten¨ªa clase por la tarde, trabajaba [por la tarde], y los d¨ªas que no ten¨ªa clase por la ma?ana, pues trabajaba por la ma?ana, y tambi¨¦n trabajaba los fines de semana¡±¡ª. El problema era la sensaci¨®n de ir siempre corriendo, de no llegar nunca a tiempo: ¡°Ha sido duro, en el sentido de que no he podido rendir todo lo que hubiese querido. Al final eso te pasa factura. Te das cuenta de que no puedes seguir los mismos ritmos que tus amigos. O que no puedes disfrutar y ver los estudios de la misma forma que ellos, pues los sientes al final como algo negativo¡±.
Ernest Pons, profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Barcelona, aporta algunas claves y varias hip¨®tesis para empezar a entender un fen¨®meno que lleva un tiempo en marcha. ¡°Desde hace a?os, ya preve¨ªamos que la proporci¨®n de universitarios que trabajan a la vez, muy alejada de la de otros pa¨ªses de Europa, iba a ir creciendo. Lo que no sabemos es hasta qu¨¦ punto la pandemia ha influido en la forma en que la gente percibe los estudios y ha acelerado ese proceso¡±. Adem¨¢s, habla de un contexto de salarios que suben poco mientras los costes de estudiar s¨ª crecen sin que haya suficientes ayudas ¡ª¡±Apenas hay becas salario en Espa?a¡±, se?ala¡ª, y de un mercado laboral muy competitivo, con muchos titulados superiores, en el que las empresas siguen dando una enorme importancia a los diplomas. Es decir, se?ala dos corrientes, desde la educaci¨®n y desde el mercado laboral, que empujar¨ªan en la misma direcci¨®n: ¡°El estudiante necesita trabajar para poder subsistir y el trabajador necesita estudiar para aspirar a un mayor ingreso¡±, resume.
De hecho, algo m¨¢s de la mitad del mill¨®n de personas que estudian y trabajan a la vez tienen ya un t¨ªtulo superior. Esto es, una carrera universitaria, como Bern¨¢, o un ciclo superior de FP, como Charisse Magistrado, estudiante y trabajadora de 22 a?os.
Magistrado termin¨® una FP superior de M¨¢rketing y Publicidad en 2020 y pas¨® directamente a engrosar la estad¨ªstica de ninis. Hasta abril, cuando empez¨® a trabajar en una tienda de suvenires de Madrid, con la idea ya en la cabeza de retomar los estudios. En la universidad no pudo ser ¨Dlas notas no le acompa?aron¨D, as¨ª que finalmente ha optado por otro ciclo superior de FP, esta vez de Agencias de Viajes y Gesti¨®n de Eventos en un centro privado. Es m¨¢s caro, pero se lo pude permitir gracias a su sueldo. ¡°Necesitaba el dinero. Mi plan era seguir estudiando, pero yo quer¨ªa estudiar en sitios que costaban mucho¡±. Trabaja seis d¨ªas a la semana, solo libra los martes o el d¨ªa que le asignan. Su horario diario est¨¢ rebosante: se despierta a las 7.45 para salir de casa a las 8.30; llega a clase a las 9.00 y termina a las 14.15. Vuelve a casa a comer y hace los trabajos y deberes hasta las 17.00 para empezar a trabajar media hora despu¨¦s. Hasta las 22.30. ¡°Ahora mismo no tengo mucha vida social¡±, admite. ¡°Incluso los fines de semana que no estudio, no salgo porque hago cosas importantes como hacer recados, lavar la ropa...¡±.
Mayores de 50 a?os
Los menores de 30 a?os son el grueso de las personas que estudian y trabajan a la vez: el 57%. Y hay m¨¢s personas que nunca de estas edades compaginando las dos actividades: 582.300. Pero lo cierto es que en la ¨²ltima d¨¦cada las cifras han experimentado crecimientos muy importantes en todos los grupos de edad (menos en la franja de 30 a 34). Y destaca especialmente el salto entre los trabajadores mayores de 50 a?os, cuyo n¨²mero se ha multiplicado casi por tres desde el segundo trimestre de 2012, hasta llegar a los 76.600. As¨ª, en una ¨¦poca de cambios acelerados, la necesidad de seguir form¨¢ndose alcanza a unas edades en las que los trabajadores tradicionalmente hab¨ªan logrado una estabilidad poco menos que definitiva. Ya no es as¨ª, admite el profesor Pons, que destaca adem¨¢s c¨®mo la digitalizaci¨®n es ¡°un proceso del que muy pocas ocupaciones est¨¢n a salvo¡±.
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