Educaci¨®n antifascista m¨¢s all¨¢ del 23J
El antifascismo es educar en la diversidad, en la igualdad, en la inclusi¨®n, en la justicia social y los derechos humanos
La educaci¨®n o es antifascista o no es educaci¨®n. Pero no solo de cara a las elecciones del 23 de julio, donde Espa?a se juega rescatar el fascismo neoliberal de infausta memoria o avanzar en democracia e igualdad, sino m¨¢s all¨¢ del 23J, de cara al futuro de tantos j¨®venes que construir¨¢n la sociedad del ma?ana.
Educar en la diversidad, en la igualdad, en la inclusi¨®n, en la democracia, en la justicia social y los derechos humanos es educar en el antifascismo. No hay neutralidad posible. Educar en el antifascismo es educar en la diversidad, en la igualdad, en la inclusi¨®n, en la justicia social y los derechos humanos. Sin concesiones ni medias tintas.
Porque para ser dem¨®crata hay que ser antifascista. Es un principio b¨¢sico que hasta hace poco tiempo era una piedra angular en la construcci¨®n de la Europa actual, tras la barbarie fascista de los a?os treinta y el genocidio que conllev¨®. Mientras que otras democracias europeas se fundaron sobre el paradigma del antifascismo, la espa?ola lo ha hecho sobre el de la ¡°superaci¨®n¡± del pasado, el olvido del fascismo franquista que ha pervivido en las instituciones y que ahora se ha extendido como una peste por la sociedad y que permea a nuestros j¨®venes.
A partir del 24 de julio tenemos dos tareas urgentes e imprescindibles como sociedad. La primera, plantearnos c¨®mo ha sido posible que vuelvan a salir de sus tumbas los discursos del odio y la exaltaci¨®n de la barbarie que la ultraderecha y la derecha extrema ha extendido por toda Europa y que ha conseguido que en Espa?a tantos j¨®venes puedan considerar que esta es una opci¨®n pol¨ªtica m¨¢s que se puede defender y votar. La segunda, tenemos que decidir c¨®mo debemos orientar el sistema educativo de nuestro pa¨ªs para erradicar de nuevo esa peste, como dir¨ªa el fil¨®sofo Albert Camus, esta enfermedad pol¨ªtica con su epicentro marcado por el odio que corroe una democracia vulnerable y fr¨¢gil. En su novela La peste recordaba que esa plaga ¡°nunca muere o desaparece para siempre; puede permanecer dormida durante a?os, hasta que vuelva a aparecer otra vez¡±.
La pregunta que nos tenemos que hacer es qu¨¦ hemos hecho en educaci¨®n los ¨²ltimos 20 a?os para que tantos j¨®venes se declaren votantes o simpatizantes del fascismo. Quiz¨¢ hemos estado demasiado ocupados en formar al profesorado en estrategias de gamificaci¨®n, mindfulness, biling¨¹ismo y competencias digitales, o enfrascados en c¨®mo ense?ar a resolver ra¨ªces cuadradas y ecuaciones de segundo grado, o c¨®mo hacer an¨¢lisis sint¨¢cticos, desarrollar arte sin compromiso cr¨ªtico o historia sin memoria. Mientras asist¨ªamos impasibles, mirando para otro lado, c¨®mo nos privatizan la educaci¨®n, mantienen el adoctrinamiento nacionalcat¨®lico con la religi¨®n o recortan la financiaci¨®n de la educaci¨®n p¨²blica, destinando los presupuestos educativos a aumentar el gasto militar, que ha duplicado el aumento en Educaci¨®n en 2022.
Como recuerda el padre del liberalismo conservador brit¨¢nico, Edmund Burke: para que el mal triunfe solo es necesario que las personas buenas no hagan nada
Como dec¨ªa Martin Luther King ¡°tendremos que arrepentirnos en esta generaci¨®n no simplemente por las palabras y acciones llenas de odio de las personas malas, sino por el espantoso silencio de las personas buenas¡±, que miran para otro lado ante el auge del fascismo. Como recuerda el padre del liberalismo conservador brit¨¢nico, Edmund Burke: para que el mal triunfe solo es necesario que las personas buenas no hagan nada.
Jos¨¦ Luis Mart¨ªn Descalzo, en su obra Una f¨¢brica de monstruos educad¨ªsimos, explicaba c¨®mo una antigua presa del campo de concentraci¨®n de Dachau, maestra de escuela, comentaba que aquellas c¨¢maras de gas hab¨ªan sido construidas por ingenieros especialistas, que las inyecciones letales las pon¨ªan m¨¦dicos o enfermeros titulados, que ni?os reci¨¦n nacidos eran asfixiados por asistentes sanitarias competent¨ªsimas, que mujeres y ni?os hab¨ªan sido fusilados por gentes con estudios, por doctores y licenciados. Y conclu¨ªa: desde que me di cuenta de esto, sospecho de la educaci¨®n que estamos impartiendo.
No hay conocimiento ¨²til si no nos hace mejor personas y mejor sociedad, m¨¢s justa y m¨¢s cuidadosa con quienes convivimos y con el planeta en el que habitamos. No podemos seguir siendo ¡°indiferentes¡± ni ¡°obedientes¡± ante un modelo social, econ¨®mico, ideol¨®gico, pol¨ªtico y educativo que justifica y conduce a la desigualdad, la insolidaridad y el ego¨ªsmo brutal, el saqueo del bien com¨²n, el ecocidio del planeta, el machismo, el odio, la intolerancia y el fascismo. La verdadera munici¨®n de este modelo no son solo las balas de goma o el gas lacrim¨®geno; es nuestro silencio y nuestra indiferencia c¨®mplice.
La comunidad educativa no puede permanecer ajena o indiferente a la barbarie. Debemos implicarnos hasta mancharnos, que dir¨ªa el poeta, en atajar esta enfermedad pol¨ªtica que corroe una democracia vulnerable y fr¨¢gil y que, aunque sabemos que nunca se podr¨¢ erradicar por completo sin la superaci¨®n del sistema capitalista, como argumentaban el fil¨®sofo Walter Benjamin o el dramaturgo Bertolt Brecht, debemos, mientras tanto, contener de forma constante y tenaz. Y el ant¨ªdoto m¨¢s potente frente a la barbarie de este neofascismo que avanza como un virus por Europa y por Espa?a, es la educaci¨®n. Una educaci¨®n para el bien com¨²n frente al odio, el racismo, la intolerancia y el acoso a la democracia.
Es urgente y crucial acordar un pacto social por un sistema educativo desde una pedagog¨ªa antifascista
Lucio Anneo S¨¦neca, en el siglo IV antes de nuestra era, afirmaba: ¡°no nos atrevemos a hacer muchas cosas porque aseguramos que son dif¨ªciles, pero son dif¨ªciles porque no nos atrevemos a hacerlas¡±. Tenemos que atrevernos a so?ar. Nos jugamos el futuro de nuestros hijos e hijas, y el de la sociedad en su conjunto.
En definitiva, es urgente y crucial acordar un pacto social por un sistema educativo desde una pedagog¨ªa antifascista, pues la educaci¨®n debe ser coherente con el modelo de sociedad que pretendemos construir, es decir, que esta sea m¨¢s justa, equitativa, solidaria, ecol¨®gica, feminista, inclusiva y feliz. Aunando esfuerzos y compartiendo propuestas e iniciativas que sean una alternativa a las pol¨ªticas del neofascismo, que suponen el ataque m¨¢s grave a la educaci¨®n p¨²blica desde la transici¨®n, retrotray¨¦ndonos al modelo de escuela y sociedad franquista y decimon¨®nica. Es crucial seguir dando pasos decididos hacia un modelo educativo que contribuya a la construcci¨®n de una ciudadan¨ªa sabia, cr¨ªtica y consciente, que ayude a hacer un mundo m¨¢s justo y mejor, sin dejar a nadie atr¨¢s, as¨ª como a la educaci¨®n de personas m¨¢s iguales, m¨¢s libres, m¨¢s cr¨ªticas, m¨¢s ecofeministas y m¨¢s creativas.
Por eso, insisto una vez m¨¢s, como comunidad educativa, debemos comprometernos m¨¢s all¨¢ del 23J a educar a las nuevas generaciones en la igualdad, en la inclusi¨®n, en la justicia social, en el bien com¨²n y en los derechos humanos desde una pedagog¨ªa claramente antifascista. Sin concesiones ni medias tintas. No se puede ser dem¨®crata sin ser antifascista.
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