Las putas tristes que no fueron
Que siempre no. Garc¨ªa M¨¢rquez y sus putas tristes no ser¨¢n placeados por Puebla. Se cancel¨®. Las voces se alzaron: filmar esta pel¨ªcula pod¨ªa entenderse como una "forma de promoci¨®n de un delito como la pederastia"; y la suerte estaba echada. Por lo menos en Puebla, y por lo menos ahora, no se filmar¨¢.
"La censura espera con ilusi¨®n el d¨ªa en que los escritores se censurar¨¢n a s¨ª mismos y el censor podr¨¢ retirarse", dice J.M. Coetzee en Contra la censura. Y, ?carajo!, qu¨¦ f¨¢cil es caer en tentaciones censoras, a¨²n en aras de las mejores causas.
La historia es breve: el estado de Puebla, en M¨¦xico, ser¨ªa locaci¨®n para la filmaci¨®n de Memorias de mis putas tristes, obra de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en adaptaci¨®n de Jean-Claude Carri¨¨re y dirigida por Henning Carlsen. Garc¨ªa M¨¢rquez no necesita presentaci¨®n; Carri¨¨re tiene una carrera como guionista cuyos cimientos llegan hasta los di¨¢logos creativos con Luis Bu?uel; Carlsen es un s¨®lido director de cine sueco, con obra que habla por s¨ª misma.
La novela referida es para muchos posiblemente una de las menos logradas de Garc¨ªa M¨¢rquez: la historia de un anciano que para su cumplea?os 90 se regala una noche de sexo con Delgadina, una adolescente virgen. Tiene sus ra¨ªces en obras previas, como La casa de las bellas durmientes de Y. Kawabata, que -es cierto- resuelve de manera mucho m¨¢s sutil la paradoja del deseo maduro por la inocencia puberta.
El escenario elegido para la filmaci¨®n no es muy virgen que digamos; y no porque Puebla haya sido localizaci¨®n ya de muchas pel¨ªculas en la historia del cine. Lo que hace especial a este estado -cuyo gobierno cofinanciaba el filme-, y sobre todo por el tema de esta obra de Garc¨ªa M¨¢rquez, son los esc¨¢ndalos de los ¨²ltimos a?os que ligan al gobernador, Mario Mar¨ªn, con un empresario acusado de pederastia y con amenazas abiertas a periodistas que han buscado desenmascarar el tr¨¢fico sexual de menores en el sur mexicano.
Es posible que el anuncio de financiamiento de esta pel¨ªcula respondiera m¨¢s a un deseo publicitario por asociar el nombre de Garc¨ªa M¨¢rquez a un gobierno vilipendiado por la intelectualidad mexicana. Porque la reacci¨®n a las denuncias de posible fomento a la pederastia fueron casi de resorte: sin chistar se retir¨® la oferta de financiamiento. Fin de la historia: que no se le haga m¨¢s ruido. Y casi logra enterrarse en el barullo de las convulsiones pol¨ªticas que vive M¨¦xico; adem¨¢s de que una parte de quienes opinan profesionalmente no le entraron demasiado al tema, porque la ecuaci¨®n 'Garc¨ªa M¨¢rquez-libertad de expresi¨®n-pederastia-Mario Mar¨ªn' no es f¨¢cil de resolver.
Algo de lo aqu¨ª sucedido no me gusta nada, porque me temo que en aras de una buena causa se toc¨® a la puerta de la censura. Un mal manejo de las autoridades locales, esencialmente desprestigiadas, y una reacci¨®n purista de quienes defienden causas respetables: la suma de infortunios y la cancelaci¨®n de la expresi¨®n. Adem¨¢s a priori; nadie ha hablado de la calidad de la adaptaci¨®n, no s¨¦ siquiera si se conoce. Fue una reacci¨®n precautoria: para evitar lo que pudiera llegar a suceder. Y ya sabemos que eso no le sali¨® bien ni al Tom Cruise de Minority Report.
Desprecio profundamente la pederastia y apoyo todo esfuerzo por combatirla. Secundo tambi¨¦n las denuncias de quienes han sido atacados por ventilar el tr¨¢fico de ni?os en la parte sur de M¨¦xico. Pero justo por todo eso se activan mis se?ales de alarma cuando quienes han luchado por la libertad de expresi¨®n ahora piden que no se filme una pel¨ªcula porque podr¨ªa promover la pederastia. ?Los espectadores somos incapaces de entender la diferencia entre realidad y ficci¨®n? ?No hay grandes obras que evidencian las miserias humanas? ?Qui¨¦n traza la l¨ªnea divisoria entre lo que s¨ª estamos en condiciones de consumir y lo que no?
Eran los a?os 80. Un profesor de literatura nos narr¨® su encuentro con el diablo. Escrib¨ªa una novela, y a uno de sus personajes -hombre cuarent¨®n- le gustaban las ni?itas. Para retratarlo mejor, mi profesor se sent¨® en la banca de un parque y mientras ve¨ªa jugar a unas peque?as, imagin¨® lo inimaginable. El s¨®lo narr¨¢rnoslo nos descubri¨® tambi¨¦n al diablo. Y no recuerdo que ninguno de nosotros saliera del aula, corriendo, a cometer actos de pederastia.
Lolita de Nabokov; la publicidad de Calvin Klein; las fotograf¨ªas de Benetton; el manga y su gr¨¢fica perturbadora; ?cu¨¢ntas obras conocemos que han provocado la reacci¨®n airada de algunos que ven en la materializaci¨®n de la sexualidad infantil, la peor de las perversiones sociales?
Quienes abogaron por cancelar la filmaci¨®n de la pel¨ªcula que ser¨ªa (?o ser¨¢?) de Carlsen argumentaron que la obra de Garc¨ªa M¨¢rquez hace menos da?o porque se lee menos, y una pel¨ªcula llega a m¨¢s personas. ?Vaya argumento chabacano y paternalista! Dejemos la explicitaci¨®n de las miserias humanas a los libros de unos pocos, y resguardemos de ellas a las masas indefensas: ?as¨ª va a ser? Ahora bien, si todo el numerito se arm¨® para cobrarle al gobernador Mar¨ªn sus v¨ªnculos con empresarios acusados de pederastia y por la persecuci¨®n de periodistas, entonces se ech¨® mano de lo mismo que se defend¨ªa para atacar al villano.
La libertad de expresi¨®n no est¨¢ a merced del juicio de unos cuantos, ni pueden esos cuantos decidir lo que otros debemos consumir. Existe el principio de elecci¨®n. Y en tal caso habr¨ªamos debido darle el beneficio de la duda a la calidad probada de Carri¨¨re y Carlsen.
Yo espero que lo sucedido se quede s¨®lo en episodio, y no se vuelva tentaci¨®n reiterada. Pero, por ahora, ni Garc¨ªa M¨¢rquez ni sus putas tristes se placear¨¢n por Puebla. Se cancel¨®.
Gabriela Warkentin es directora del Departamento de Comunicaci¨®n de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de M¨¦xico; Defensora del Televidente de Canal 22; conductora de radio y TV; articulista.
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