Discurso homenaje a Ernest Lluch
Alocuci¨®n del presidente de la Generalitat, Jos¨¦ Montilla, durante el acto en memoria de Ernest Lluch celebrado en Mai¨¤ de Montcal
Buenos d¨ªas amigos y amigas, Ahora hace un a?o, en este mismo lugar, record¨¢bamos el car¨¢cter polifac¨¦tico de Ernest.
Record¨¢bamos como resultaba imposible, al hablar de ¨¦l, separar al intelectual del barcelonista; al pol¨ªtico, del profesor; al economista del tertuliano.
Y c¨®mo los diferentes paisajes de su trayectoria vital (Vilassar, Barcelona, Valencia, Girona, Madrid, Santander, Donosti o Mai¨¤), formaban un todo continuo. Porque todo le interesaba, porque nada era ajeno a su curiosidad intelectual.
A¨²n as¨ª, en esta aparente dispersi¨®n tem¨¢tica y geogr¨¢fica, en esta imagen de sabio despistado que tanto le gustaba cultivar, lat¨ªa una enorme coherencia ideol¨®gica y de valores.
Fue esta coherencia la que inspir¨®, tanto su compromiso pol¨ªtico, como su b¨²squeda intelectual y su vertiente divulgativa. Fue esta misma coherencia suya la que se hac¨ªa insoportable para los que lo asesinaron.
Coherencia, por ejemplo, en la defensa del pacto constitucional como el mejor camino posible para el triunfo del consenso sobre los esencialismos de uno y otro signo. Como el marco de convivencia para los pueblos de Espa?a. Por eso defendi¨®, en todas partes, la opci¨®n de un "constitucionalismo ¨²til", generoso, flexible e integrador.
Hoy, cuando los posicionamientos como el de Ernest no parecen estar de moda, nosotros nos reafirmamos en su defensa, con la misma coherencia y con el mismo convencimiento testarudo de Ernest.
De aqu¨ª nuestro compromiso con el Estatut que votaron los catalanes. De aqu¨ª, nuestro malestar ante aquellos que pretendan menospreciar la voluntad democr¨¢tica de los catalanes expresada en las urnas, que apoyaron el a?o 2006 un texto negociado entre el Parlament de Catalunya y las Cortes Generales, y aprobado por ¨¦stas como ley org¨¢nica.
Quiero recordar que nuestra constituci¨®n proclama en su pre¨¢mbulo la voluntad de "proteger a todos los espa?oles y los pueblos de Espa?a en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones".
Tenemos una constituci¨®n que quiere proteger a los pueblos de Espa?a y no tiene que servir de pretexto para recortar el autogobierno acordado entre dos c¨¢maras legislativas y refrendado por el pueblo.
Miquel Roca, uno de los ponentes constitucionales, en motivo del vig¨¦simo quinto aniversario de la Constituci¨®n, dec¨ªa que "reconocer, respectar y facilitar el desarrollo de esta concepci¨®n plural de Espa?a es la m¨¢xima manifestaci¨®n de lealtad constitucional".
Aqu¨ª encontramos uno de los pilares de la situaci¨®n que vivimos hoy: admitir o negar, propiciar o bloquear el desarrollo de la concepci¨®n plural de Espa?a.
Porque una visi¨®n restrictiva del car¨¢cter abierto e inclusivo de la Constituci¨®n espa?ola, una visi¨®n que cierre el paso a la concepci¨®n plural de Espa?a ser¨ªa el peor servicio que se podr¨ªa hacer a la propia Constituci¨®n.
Defender la Constituci¨®n espa?ola es promover su esp¨ªritu integrador, plural, abierto y acogedor. Utilizarla en sentido contrario es ponerla en peligro.
Quiero recordar, por tanto, a aquellos que tienen la alta responsabilidad de velar por la constitucionalidad de nuestras leyes que la interpretaci¨®n de la Constituci¨®n no tiene que da?ar en ning¨²n caso el car¨¢cter abierto e inclusivo del texto constitucional.
La Constituci¨®n que "reconoce y garantiza el derecho a la autonom¨ªa de las nacionalidades y regiones", tiene que ser le¨ªda desde la mirada generosa de los que la votamos, al servicio de un pacto pol¨ªtico y de un proyecto compartido.
Lo que ayer fue escrito, acordado y votado para unir, no puede servir hoy para dividir. ?ste es el verdadero esp¨ªritu constitucional. Espero que nadie da?e de forma temeraria e imprudente este esp¨ªritu.
Y por eso mismo, perseveramos y perseveraremos en la defensa de nuestro Estatuto. Quien pretenda reducir la presente situaci¨®n a una nueva fase del denominado "problema catal¨¢n" se equivoca.
?ste no es un problema exclusivamente nuestro, seg¨²n y como, ni principalmente nuestro, sino una cuesti¨®n que ata?e, en primer lugar, a todas las instituciones del Estado y a todos los espa?oles, ya que de ella se derivar¨¢ en el futuro este proyecto espa?ol com¨²n de convivencia en la diversidad.
Por eso, desde el m¨¢ximo respeto por la instituci¨®n y su mandato constitucional, no puedo dejar de lamentar y de expresar la gravedad de la situaci¨®n a la que nos est¨¢n llevando el retraso y las filtraciones interesadas sobre el Estatut aprobado por el pueblo de Catalunya.
Nadie puede ignorar la hist¨®rica responsabilidad que tiene el Tribunal ante la sentencia del Estatut. No se puede ignorar una realidad irrefutable: por primera vez en 30 a?os han de pronunciarse sobre una ley refrendada por el pueblo. Una ley refrendada por el pueblo de Catalunya que es la ley que configura nuestro autogobierno.
Tanto la excepcionalidad de la ley, como la excepcionalidad de la actual situaci¨®n del Tribunal, obligan a que el respeto a su funci¨®n y el acatamiento de sus decisiones vayan acompa?ados de la m¨¢xima prudencia y sentido de Estado.
Es la hora de la responsabilidad hist¨®rica.
Acabo con unas palabras de Miguel Herrero y Rodr¨ªguez de Mi?¨®n, otro ponente constitucional, cuando recuerda que "la propia finalidad de la norma se desvanece, si su letra no puede ser interpretada [...] a la luz de la realidad social del tiempo en que tiene que ser aplicada". Conf¨ªo que este sea el criterio que finalmente se imponga.
Los catalanes y las catalanas dijimos claramente cu¨¢l es el Estatut que queremos. Un Estatut aprobado por el Parlament, negociado con el Congreso y el Senado y acordado por las Cortes Generales, que al votarlo lo consideraban plenamente constitucional. ?Estamos todos equivocados? Estoy seguro que no.
Ernest Lluch, que tantas y tan apasionadas pol¨¦micas hab¨ªa mantenido con Miguel Herrero, seguramente hoy estar¨ªa bien presente en el debate, defendiendo encarnizadamente el constitucionalismo ¨²til y, precisamente por eso, Ernest estar¨ªa hoy defendiendo la constitucionalidad de nuestro Estatut.
Un pa¨ªs y una sociedad se reconoce en sus referentes y en el trato que les dispensa. En este sentido, pienso que los catalanes, y en especial los socialistas catalanes, hemos sabido conservar la memoria de Ernest de la mejor manera posible: manteni¨¦ndonos fieles a los ideales compartidos. Eran los suyos. Eran y son los nuestros.
Y con este esp¨ªritu nos tenemos que saber guiar, para seguir reclamando respeto por lo que somos y por lo que, como pueblo hemos decidido y dicho que queremos ser.
Muchas gracias.
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