Cuatro familias piden repatriar a las v¨ªctimas del tren
Los parientes tardar¨¢n d¨ªas en recuperar los cuerpos de los muertos en Castelldefels
Una vez obtenidas las identidades de las 12 v¨ªctimas mortales del siniestro de Castelldefels, donde un tren Alaris arroll¨® a un grupo de j¨®venes en la noche de la verbena de Sant Joan, los forenses se emplear¨¢n las pr¨®ximas semanas en la reconstrucci¨®n de los cuerpos, absolutamente mutilados por el impacto del convoy. Por este motivo, la consejera de Justicia, Montserrat Tura, ya advirti¨® el s¨¢bado de que esta tarea va a durar semanas, pues hay que confrontar el perfil gen¨¦tico de cada uno de los restos para poder agruparlos. Hasta entonces, el juez no podr¨¢ ordenar que se entreguen los cad¨¢veres a los familiares para recibir sepultura. Al menos cuatro de ellos han solicitado que los cuerpos se repatr¨ªen a su lugar de origen: dos ecuatorianos, un colombiano y un boliviano.
A pesar de esta incertidumbre, el c¨®nsul de Ecuador en Barcelona, Freddy Arellano, se?al¨® ayer que la pr¨®xima semana se entregar¨¢n los cuerpos de las v¨ªctimas a sus familiares a pesar de la "lentitud" del proceso de reconstrucci¨®n. Un dato que el Departamento de Justicia, responsable del Instituto de Medicina Legal, puso en duda. Tambi¨¦n la c¨®nsul de Colombia en Barcelona, Juana D¨ªaz, confirm¨® este extremo. "Es muy pronto para hablar de repatriaciones de cad¨¢veres, porque no les han entregado los restos a las familias, y creo que tardar¨¢n semanas. Y primero el juez debe autorizar la entrega y la repatriaci¨®n".
El hecho de que haya un proceso judicial en marcha abre interrogantes sobre qui¨¦n debe asumir el coste de las repatriaciones de los ata¨²des, pues el coste es muy elevado. En muchas ocasiones se responsabiliza el Gobierno del pa¨ªs de origen, pues las familias no pueden asumir la factura. "Mientras no se aclaren los hechos, el Gobierno no tiene ninguna obligaci¨®n y no hay pronunciamiento de la justicia. Pero, en cualquier caso, creo que es prematura especular sobre este asunto", concluy¨® la c¨®nsul colombiana.
Arellano, por su parte, se?al¨® que ha recibido el ofrecimiento de celebrar una misa en memoria de las v¨ªctimas en la catedral de Barcelona, en una fecha a¨²n por determinar, para as¨ª llevar a cabo un acto conjunto al que podr¨ªan asistir las m¨¢ximas autoridades. Ya se han organizado actos de homenaje y se han oficiado misas en las ciudades de residencia de los fallecidos, por ejemplo ayer en Sabadell, en Cornell¨¤ y en Santa Coloma de Gramenet.
Los 10 heridos en el accidente que permanecen hospitalizados evolucionan favorablemente y algunos han mejorado su cuadro cl¨ªnico. Las dos mujeres ingresadas en Bellvitge pasaron ayer de estado grave a menos grave a pesar de sus m¨²ltiples traumatismos y fracturas de tibia y peron¨¦.
"D¨¦jenme dar una sepultura digna a mi ni?o en Bolivia, por favor"
El dolor por la tragedia en Castelldefels en la noche anterior al d¨ªa de Sant Joan se expande m¨¢s all¨¢ de las fronteras espa?olas debido al origen de las v¨ªctimas mortales del accidente ferroviario. Entre el tercer y el cuarto anillo que rodea Santa Cruz, considerada la capital econ¨®mica de Bolivia, una familia lleva d¨ªas organizando en una casa un confesado "velorio simb¨®lico". Es la familia de Diego Erwin Guti¨¦rrez Algara?ar, un joven boliviano de 18 a?os que figura entre las 12 personas que murieron arrolladas por el tren Alaris que viajaba de Alicante a Barcelona en la fat¨ªdica noche.
"Por favor, por favor, por favor. D¨ªgales que me traigan a mi ni?o, que me lo entreguen ya, que me dejen darle una sepultura digna como hacemos en este pa¨ªs, con una misa cat¨®lica, no me importa que no est¨¦ arregladito, que me lo entreguen, por favor", suplica entre sollozos Delmira Arauz, en una conversaci¨®n telef¨®nica. Es la abuela de Diego.
Ella lo cri¨®, recuerda, porque su hija Mary, la madre del chico, emigr¨® a Espa?a cuando era peque?ito "para buscar oportunidades, como tanta otra gente". Mary se instal¨® en Barcelona con la idea de quedarse como mucho un par de a?os. Pero all¨ª sigue, casi ocho m¨¢s tarde. "Un d¨ªa ella vino a Bolivia para llev¨¢rselo, para que estudiara en Espa?a. ?Pero ha resultado que sin quererlo se lo llev¨® al horror!", exclama Delmira.
Un vecino de Dalmira le ha llevado un ejemplar de EL PA?S en el que los amigos de Diego explican que el joven boliviano ayud¨® a su novia a subir al and¨¦n. "F¨ªjese, ya le llaman h¨¦roe, prefiri¨® salvar a la chica", se emociona su abuela, que quiere convencer a su hija de que, una vez que repatr¨ªen el cuerpo, se quede a vivir en Bolivia con su segundo hijo, Mateo. "?No quiero a nadie de mi familia viviendo en ese pa¨ªs. ?C¨®mo podr¨ªa vivir ah¨ª con ese recuerdo?", se pregunta Delmira, sin dejar de llorar.
"Me han quitado lo m¨¢s hermoso de mi vida", repite una y otra vez, mientras cuenta lo bien que jugaba Diego al f¨²tbol y lo "estudioso, hermoso, cari?oso y bueno" que era.
Su hija Mary y sus nietos Diego y Mateo ten¨ªan previsto viajar a Santa Cruz la ma?ana siguiente a la noche de la tragedia. La joven v¨ªctima quiso celebrar su despedida con unos amigos y pasarlo bien en un concierto playero, pero nunca lo alcanzar¨ªa a escuchar.
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