Cuatro familias rotas por un despido
Pere Puig fue durante a?os el alba?il de confianza de los dos constructores a los que asesin¨®.- El subdirector del banco deja dos hijas peque?as
Pere Puig, un alba?il al que ayer le comunicaron su inminente despido, quebr¨® la vida de cuatro familias en menos de 15 minutos: mat¨® a los dos varones de la familia Tubert, Joan, de 61 a?os, y su hijo ?ngel, de 35 a?os y, a su vez, padre de un ni?o. Dej¨® sin madre a otras dos mujeres tras asesinar a Anna Pujol, de 52 a?os. Y con una cuarta bala dio muerte a Rafael Turro, de 46 a?os y padre de otras dos ni?as. Todos recibieron un disparo de la escopeta que Puig usaba para ir a cazar. El hombre les mat¨® como una especie de desahogo para remediar sus apuros econ¨®micos.
Joan Tubert era natural de Olot, donde vivi¨® toda su vida en una casa que hab¨ªa construido su padre y que ahora compart¨ªa con su mujer, Joaquima. En ese hogar se han criado sus dos hijos: ?ngel y Meritxell. Tubert fund¨® hace m¨¢s de 20 a?os la empresa que bautiz¨® con el apellido familiar: Construcciones Tubert. Era un contratista reputado, que tanto hac¨ªa obras importantes, como arreglos de alba?iler¨ªa a quien se lo pidiera. Desde hac¨ªa un tiempo, alentado por la crisis y las dificultades del negocio, Joan daba vueltas a la jubilaci¨®n. Su hijo ?ngel, que hab¨ªa regresado de Menorca hac¨ªa un a?o tras separarse, y con un hijo peque?o, estaba intentando tomar las riendas del negocio. Padre e hijo trabajaban ya con la mente puesta en el relevo al mando del negocio familiar, seg¨²n cont¨® la responsable del bar Pek¨ªn, establecimiento cercano a la casa familiar al que sol¨ªan acudir las v¨ªctimas.
El alba?il de confianza de la empresa era Pere Puig. La compa?¨ªa, que en los tiempos de la burbuja inmobiliaria contaba con m¨¢s de siete trabajadores, hab¨ªa quedado ahora con solo dos. Pero ni as¨ª sal¨ªan los n¨²meros: la empresa siempre tuvo trabajo, pero qued¨® comprometida por la falta de liquidez. El due?o de la ¨²ltima obra en la que estaban trabajando llevaba meses sin pagarles, seg¨²n cont¨® el marido de una familiar de Joan. Ello provoc¨® que Tubert se planteara echar tambi¨¦n a Puig. Al final, el que fuera su alba?il de confianza acab¨® siendo su verdugo: le mat¨® de un disparo a ¨¦l, a su hijo, y con ambas balas probablemente tambi¨¦n se llev¨® por delante la empresa familiar.
Lo mismo hizo luego con Rafael Turr¨®, un hombre de 46 a?os, tambi¨¦n natural de Olot. Ejerc¨ªa de subdirector de la Caja Mediterr¨¢nea (CAM) desde hac¨ªa varios a?os. Licenciado en la escuela de negocios ESADE, el hombre hab¨ªa sido el director de la entidad bancaria a?os atr¨¢s. Lo abandon¨® por vocaci¨®n familiar: quer¨ªa ver crecer a sus dos hijas, de cinco y ocho a?os, por lo que Rafael hab¨ªa preferido renunciar a una prometedora carrera para quedarse en segunda l¨ªnea. "Quer¨ªa dedicar tiempo a su familia", explic¨® ayer un amigo. Rafael era, adem¨¢s, una persona deportista, muy aficionado al atletismo y a los maratones. "Este domingo ten¨ªa que ir a verle en una carrera", explic¨® Fernando, su cu?ado. "Me hab¨ªa insistido tanto que al final acced¨ª a ir con ¨¦l pero... ?de qu¨¦ sirve ahora?", lament¨®. Pere Puig acab¨® con Turr¨® de otro disparo.
La misma escopeta de caza mat¨® tambi¨¦n a Anna Maria Pujol. La mujer, de 52 a?os, trabajaba como cajera en la CAM y era muy conocida entre los establecimientos cercanos. "Siempre ven¨ªan a tomar el caf¨¦, a menudo, los dos juntos. Ahora los dos est¨¢n muertos", explic¨® Adriana, la due?a de un bar pr¨®ximo a la sucursal. Anna era madre de dos hijas y tambi¨¦n ten¨ªa una nieta. Tambi¨¦n era prima de uno de los amigos de Puig, que viv¨ªa en el pueblo donde resid¨ªa el asesino, Sant Esteve d'en Bas. Juntos sol¨ªan salir a cazar jabal¨ªes y se ve¨ªan habitualmente en el bar del pueblo. "Ha sido una desgracia, no sabemos qu¨¦ le puede haber pasado por la cabeza", se lamentaba ayer el hombre, a las puertas de su casa.
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