Inyecci¨®n social en A Coru?a
El nuevo edificio ?gora de Luis Rojo, Bego?a Fern¨¢ndez-Shaw y Liliana Obal quiere domesticar parte del paisaje agr¨ªcola que rodea A Coru?a para ofrecer a los ciudadanos de la barriada de San Pedro de Visma di¨¢logo, civilizaci¨®n, entretenimiento, auxilio y cultura.
No es f¨¢cil hacer convivir tantos objetivos en uno, pero el ?gora deja claro que los servicios sociales y las aspiraciones culturales de un barrio pueden, haciendo un esfuerzo, ir de la mano. Es esa cualidad de querer ser mucho sin dejar de ser nada la que pone a prueba la pericia de los proyectistas madrile?os a la hora de ofrecer una respuesta singularizada a unas necesidades amplias y plurales.
El objetivo ser¨ªa resultar claro, l¨®gico incluso y, en cualquier caso, no traducir un programa m¨²ltiple en un exceso formal. Se trata de resolver la complejidad sin complicaciones. Y para ello, Obal, Rojo y Fern¨¢ndez-Shaw manejaron dos ideas b¨¢sicas.
Primero escucharon al lugar. Comprendieron que el entorno necesitaba una simulaci¨®n paisaj¨ªstica, un edificio topogr¨¢fico, un inmueble fragmentado, escurridizo incluso, capaz de integrarse en el entorno de frontera urbana. A continuaci¨®n, idearon un sistema de ¡°s¨®lidos geom¨¦tricos transparentes¡± atravesado por los¡± vac¨ªos fluidos¡± de la circulaci¨®n¡±, explica Rojo. Y as¨ª es: el edificio es un contenedor de estructura de celos¨ªa met¨¢lica y forjados prefabricados de losa de hormig¨®n. Sin embargo, no se percibe como una caja. ¡°Es una caja con forma¡±, matiza Rojo. Y, efectivamente, los 10.000 metros cuadrados del ambicioso programa -que comprende teatro, sala de exposiciones, biblioteca, ludoteca, salas polivalentes, consultas sociales y cafeter¨ªa- se disuelven en el paisaje fragmentado en cajas transl¨²cidas y en diversos niveles a los que se llega c¨®modamente por rampas y escaleras internas y externas. Por fuera el inmueble est¨¢ fragmentado. Por dentro, es s¨®lo uno: di¨¢fano pero con rincones.
Solucionada la complejidad del programa, los arquitectos necesitaban atraer a la gente, meter con la propia arquitectura a los residentes del barrio en las tripas de este inmueble intruso. Y lo han hecho de dos maneras. Primero enviaron un mensaje amistoso: convirtieron el centro social y cultural en una c¨¢scara vegetal (con cubiertas plantadas) para que los vecinos no perdieran el verde que disfrutaban desde sus terrazas. Finalmente, invitaron a atravesar el ?gora con diversos recorridos, interiores y exteriores, que convirtieron el nuevo centro socio-cultural en una aut¨¦ntica plaza del barrio.
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