Barcelona dibuja su propio camino
La 'revoluci¨®n' vive el desgaste de los disturbios y las discrepancias internas
Mientras en la puerta del Sol los indignados gritaban "Democracia Real Ya", en Barcelona se coreaba un "?Nadie nos representa!". Y es que el movimiento del 15 de mayo ha mantenido desde el principio una din¨¢mica particular en la ciudad catalana, donde los grupos antisistema y okupa tienen una larga tradici¨®n.
Un d¨ªa despu¨¦s que en Madrid, el 16 de mayo, una cincuentena de personas tomaron la plaza. "?Venid! ?Sumaos!", suplicaban en Twitter. Hab¨ªa cierto escepticismo, incluso desde los grupos okupas. El movimiento, surgido espont¨¢neamente a trav¨¦s de las redes sociales, les hac¨ªa recelar porque desconoc¨ªan qui¨¦n estaba detr¨¢s. No hab¨ªa ide¨®logos. La tercera noche eran poco m¨¢s del centenar durmiendo en la plaza. Al movimiento le costaba cuajar y tomar el coraz¨®n de Barcelona cuando Madrid ya era un hervidero de indignados.
Los estudiantes se quejaban de la apat¨ªa en las universidades. La gente se paseaba por la plaza por las tardes, entre curiosa y solidaria, pero las caceroladas diarias apenas reun¨ªan un millar de personas. Entonces unas 200 personas pasaban la noche en el lugar. Incluso la Guardia Urbana trat¨® de hacerles abandonar los primeros d¨ªas, con el argumento siempre de la limpieza, pero sin intervenir.
La prohibici¨®n de la Junta Electoral a la protesta sirvi¨® al movimiento para sacar pecho. Padres de familia con hijos, ancianos, j¨®venes, banqueros... Unas 8.000 personas protestaron con sus cacerolas. Todo un ¨¦xito, siempre y cuando no se comparasen con Sol (25.000 personas). Las comisiones crecieron, la plaza se fortaleci¨®. Las tardes eran una fiesta para las familias; las noches, para los m¨¢s j¨®venes.
Pero llegaron los Mossos d'Esquadra. La imagen de la polic¨ªa aporreando a decenas de personas con las manos en alto y sentados en el suelo aviv¨® el movimiento. M¨¢s de 10.000 personas se sumaron ese 27 de mayo a la cacerolada. Pero tambi¨¦n cambi¨® su rumbo.
Los indignados se concentraron para protestar contra el titular de Interior, Felip Puig. Denuncias, condenas... El debate se centr¨® en la desmesura, en la brutalidad de las im¨¢genes y en la tensi¨®n ante la posibilidad de que la celebraci¨®n de la Champions acabase de nuevo con cargas policiales. La batalla esos d¨ªas ya no era cambiar el mundo, era pedir la dimisi¨®n de Puig.
Una semana despu¨¦s, la Asamblea de Barcelona decidi¨®, antes que cualquier otra ciudad, levantar la acampada nocturna en el plazo de una semana.
Al d¨ªa siguiente la plaza estaba dividida. "Siempre los mismos quieren manipular las asambleas", se empezaban a quejar algunas voces asociadas al movimiento okupa y antisistema. En una semana el movimiento perdi¨® fuelle. Pero las caceroladas continuaban, con una cincuentena de personas. La divisi¨®n minaba el apoyo al 15-M, que aduc¨ªa que buena parte de las protestas se hab¨ªan trasladado a los barrios.
Los indignados trataron entonces de canalizar la fractura interna en una acci¨®n: tomar el parlamento e impedir la aprobaci¨®n de los Presupuestos. Unas 3.000 personas durmieron la noche antes junto a la C¨¢mara. Pero la concentraci¨®n acab¨® con zarandeos, empujones, agresiones a algunos diputados y los parlamentarios llegando en helic¨®ptero. "As¨ª no", ard¨ªa Twitter, la misma red que les vio nacer.
?Y ahora qu¨¦? El movimiento mira a la manifestaci¨®n de hoy. La prioridad que no haya incidentes que empa?en la protesta. ?Y despu¨¦s? "Seguiremos en los barrios, en los pueblos", responde uno de ellos en rueda de prensa. "Pero es a t¨ªtulo individual", recuerda. Nadie les representa.
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