?Por qu¨¦ es la Uni¨®n Europea impopular?
Los llamados padres de Europa optaron por una organizaci¨®n as¨¦ptica, m¨¢s t¨¦cnica que pol¨ªtica y poco atractiva para la opini¨®n p¨²blica. Ten¨ªa su l¨®gica: evitar los populismos nacionalistas
El pasado 18 de Enero, C¨¦sar Antonio Molina escrib¨ªa un art¨ªculo en este peri¨®dico titulado ?Hay algo m¨¢s impopular que la UE?, en que se hac¨ªa eco del reciente ensayo de Enzensberger, El monstruo de Bruselas, y donde vert¨ªa sus propias reflexiones sobre la impopularidad de la Uni¨®n Europea. Citaba oportunamente a Jean Monnet y su aversi¨®n a que las decisiones de la entonces Comunidad Europea se adoptasen por refrendo popular.
Es muy cierto. Monnet y quienes le acompa?aron en los inicios de la aventura europea ¨Clos llamados padres de Europa- optaron por una organizaci¨®n as¨¦ptica, m¨¢s t¨¦cnica que pol¨ªtica y poco atractiva para la opini¨®n p¨²blica. La heterodoxa decisi¨®n ten¨ªa entonces toda su l¨®gica. La Segunda Guerra Mundial hab¨ªa demostrado que Europa ten¨ªa una peligrosa tendencia al populismo nacionalista. Con una preocupante regularidad, las pasiones y populismos desatados, a menudo avalados en las urnas, desembocaban en procesos de rearme seguidos de guerras cada vez m¨¢s crueles. Para desactivar este c¨ªrculo vicioso los padres de Europa decidieron someter el carb¨®n y el acero, las dos materias primas m¨¢s necesarias entonces para armarse, al control burocr¨¢tico de unos funcionarios, la Alta Autoridad de la CECA. Si en el futuro se desataba de nuevo el populismo belicista, los pol¨ªticos no tendr¨ªan posibilidad de iniciar un nuevo rearme porque ese grupo de administradores, aislados de las pasiones pol¨ªticas, se lo impedir¨ªa. Y viceversa, una organizaci¨®n tan poco atractiva para el gran p¨²blico no dar¨ªa lugar a discursos encendidos en las plazas de Europa.
La UE asegura que el poder de muchos no cercene los derechos de cada uno
Sin embargo, la ausencia de pasi¨®n se identifica con ausencia de democracia. En una expresi¨®n muy corriente, de d¨¦ficit democr¨¢tico. Pero que la UE se dise?ase a salvo de populismos no significa que sus mecanismos de decisi¨®n no sean pulcramente democr¨¢ticos. S¨®lo las democracias pueden formar parte de ella. Y pr¨¢cticamente todas sus decisiones requieren la autorizaci¨®n del Consejo de Ministros y del Parlamento Europeo. Hoy en d¨ªa, muchos de los Ministros no pueden pronunciarse en el Consejo sin autorizaci¨®n previa de sus parlamentos nacionales. Cada p¨¢gina de su diario oficial, por muchos tecnicismos que encierre, es reflejo de transacciones entre representantes democr¨¢ticamente designados.
En esto radica otra de las grandes originalidades del proyecto europeo. Garantizado el origen democr¨¢tico de sus decisiones y de quienes las refrendan, la UE puede poner el acento en sus destinatarios, las personas. Crea derechos potent¨ªsimos que se integran directamente en el patrimonio de los ciudadanos y que cada uno de ellos puede hacer valer ante las autoridades con una fuerza hasta entonces inusitada. E inspirados adem¨¢s en un principio superior, la prohibici¨®n de discriminaci¨®n por nacionalidad, tal vez el mecanismo m¨¢s eficiente que se haya inventado para combatir el nacionalismo en Europa. De esta forma, vacunada de populismos y reforzada en la garant¨ªa de los derechos individuales, la UE salva la dicotom¨ªa entre democracia y libertad al asegurar que el poder de muchos no cercene los derechos de cada uno. Invito a quien crea que Europa es poco democr¨¢tica, o que es la Europa de los mercaderes, a consultar la jurisprudencia de su Tribunal, accesible en internet. Comprobar¨¢ c¨®mo gracias a esas instituciones a las que se acusa de tediosas y alejadas, pa¨ªses poderosos han tenido que reconocer a muchos trabajadores cotizaciones a la seguridad social realizadas a otros Estados; que permitir a fontaneros o m¨¦dicos ejercer sus profesiones en otros pa¨ªses; o que peque?os empresarios artesanales puedan exportar sus producciones a otros mercados. Europa se mueve ahora cuando son los arquitectos o los turistas, no los tanques, los que cruzan las fronteras.
Hoy es una de las mayores trabas a los impulsos expansivos de Estados y empresas
La UE tambi¨¦n es vanguardista al abordar un aspecto ineludible de la vida moderna, la dependencia del individuo frente a grandes corporaciones para proveerse de bienes y servicios esenciales. Ha sido la UE sin temblarle la mano la que ha impuesto e impone multas millonarias a multinacionales por subir precios o degradar servicios injustificadamente. Hoy es innegable que la organizaci¨®n supone una de las mayores trabas a los impulsos expansivos de Estados y empresas.
Es cierto que, como muy oportunamente se?ala C¨¦sar Antonio Molina, la UE podr¨ªa haber ca¨ªdo en el vicio de muchas otras burocracias: convertir su crecimiento en un fin en s¨ª mismo. Curiosamente este fen¨®meno, que tal vez comenzara en los a?os noventa del pasado siglo, supone un olvido de sus propios or¨ªgenes. Hay olvido cuando una buena parte de la opini¨®n p¨²blica exige una Europa m¨¢s pol¨ªtica. ?C¨®mo puede considerarse poco pol¨ªtica a una organizaci¨®n en la que varios Estados que se acaban de masacrar mutuamente deciden renunciar a rearmarse de nuevo no con palabras huecas, sino sometiendo recursos vitales a reglas irrenunciables? Y no es el ¨²nico: en el pre¨¢mbulo del tratado fundacional de la CECA, embri¨®n de la UE actual, figuraba una sencilla frase que, desgraciadamente, apenas se cita. Dice as¨ª: "conscientes de que Europa s¨®lo se construir¨¢ por logros concretos creando de antemano una solidaridad de hecho, y por el establecimiento de bases comunes de desarrollo econ¨®mico". En su declaraci¨®n de Mayo de 1950, Schuman a?ad¨ªa que "Europa no se har¨¢ de una vez ni en una obra de conjunto".
Es decir, que Europa s¨®lo se construir¨ªa poco a poco, sectorialmente y con un contenido econ¨®mico. Muchas cr¨ªticas se dirigen a esta vertiente econ¨®mica, que se juzga excluyente de otros fines menos materiales. Y sin embargo, se trata de otra previsi¨®n acertada. La terrible crisis que atravesamos nos est¨¢ demostrando que las graves cuestiones pol¨ªticas se traducen en porcentajes; que la igualdad de sexos se materializa en igualdad de salarios, el agradecimiento a nuestros mayores en pensiones justas, y el derecho a una vivienda digna en metros cuadrados y un porcentaje de gasto sobre el salario. La pol¨ªtica no debe subordinarse a la econom¨ªa, pero en sociedades desarrolladas se expresa muchas veces en t¨¦rminos econ¨®micos. Esa llamada al desarrollo econ¨®mico y a la concreci¨®n deber¨ªa interpretarse adem¨¢s como una llamada a un prosa¨ªsmo que huya de los fines elevados que comienzan con elocuencia y terminan en barbarie, lo que en los a?os cincuenta supon¨ªa en Europa un amargo y recurrente recuerdo.
Tal vez el paso del tiempo nos haya hecho perder la claridad de ideas de los fundadores y, olvidados los objetivos, se intente llenar el vac¨ªo con multitud de proyectos y organismos. Es cierto que si nos preocupamos demasiado de la ingenier¨ªa institucional, corremos el peligro de desviar la mirada del principal objetivo, establecer las garant¨ªas efectivas para que el ciudadano se desarrolle sin fronteras que lo estorben. En bellas palabras de otro organismo europeo al que tambi¨¦n podr¨ªa tacharse de alejado y desconocido, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, permitir l?¨¦panouissement de chacun; y en las de un espa?ol tambi¨¦n v¨ªctima de lo que los fundadores quisieron evitar en el futuro, Manual Aza?a, "buscar la garant¨ªa de la libertad civil y pol¨ªtica [del hombre] y la garant¨ªa de la expansi¨®n de su personalidad en todas las direcciones importantes".
La UE no es popular porque as¨ª lo desearon sus fundadores. La impopularidad no equivale a ausencia de democracia, sino a su complementariedad. Si algo demuestra el paso del tiempo es que Monnet, Adenauer, Schuman, gozaron de la clarividencia que ofrece contemplar los paisajes despu¨¦s de la batalla. Rompieron prejuicios para construir un s¨®lido muro contra una forma de hacer pol¨ªtica que siempre ha sido nefasta en Europa, contra el poder insaciable de poderes p¨²blicos y privados y, por encima de todo, a favor de la autodeterminaci¨®n de cada uno. La UE, en palabras de Isaiah Berlin referidas a las sociedades regidas por el derecho, "nunca ser¨¢ un grito de guerra apasionado que inspira a los hombres sacrificio y martirio y haza?as heroicas". Tal vez precisamente por eso los padres de Europa, hartos de tantos h¨¦roes y tanta sangre, prefirieron los despachos silenciosos de los funcionarios a las proclamas ruidosas de los grandes discursos.
Pablo Ruiz-Jarabo es diplom¨¢tico.
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