En qu¨¦ quedamos, tiempo
Autor invitado: Nuno Cobre (*)
Fotograf¨ªa de Bikoko Badouin (RDC), v¨ªa DigitalCongo, de su serie 'Kinshasa Ville Des Couleurs'
No puedo evitarlo. Estoy leyendo una interesante novela sobre un violinista que pierde de repente su talento, pero no puedo evitarlo. Las p¨¢ginas catorce y quince se han despedido violentamente de la pantalla de mis ojos y ahora no pueden respirar, asfixiadas por mi barriga que las besa apasionadamente como bes¨® Michael a Fredo en La Habana. Ellas, las p¨¢ginas catorce y quince ya no ven nada. Pegadas a mi regazo. Se van a quedar ciegas. Joderos. Porque ahora que el avi¨®n permanece quieto y manso en la pista, porque ahora que el avi¨®n est¨¢ casi vac¨ªo, porque ahora que hace ese sol, no he podido evitar mirar por la ventanilla. He mirado por la ventanilla.
Y creo que he empezado a entender algo.
Quiz¨¢s he empezado a descubrir por qu¨¦ en ?frica los nervios se olvidan de m¨ª. Tal vez he empezado a saber por qu¨¦ cuando piso esta tierra la se?ora tranquilidad me da la mano con sus deditos de algod¨®n. Y a lo mejor ahora s¨¦ por qu¨¦ el aire me masajea. ?Por qu¨¦ siento que dos y dos son cuatro? Tengo tiempo. Tengo tiempo para sumar dos y dos, y me salen cuatro. Cuaaaatro. Cuatro. Cuatro.
Obras de Baudouin se pueden conseguir en AfricanColors, portal de arte africano con sede en Nairobi (Kenia).
Miro por la ventanilla y no muy lejos se ve la ciudad, org¨¢nica por descuido. Algunas furgonetas tratan de incorporarse a una carretera donde se cruzan coches de color blanco, amarillo, turquesa¡ Acariciando los bordes de la carretera descienden casetas, casas desguazadas que se mezclan con ¨¢rboles vagos, ¨¢rboles que perdieron inter¨¦s, como esos ¨¢rboles que se sientan en el pupitre de atr¨¢s y le dicen que s¨ª al profesor para sumergirse cuanto antes en sus mundos. En el mundo de la contemplaci¨®n. En el mundo de la desidia y de la nada.
¡°Es la energ¨ªa¡±, me dijo una amiga en Barcelona. Nos sent¨¢bamos en un sushi bar, degust¨¢bamos unos california rolls, navegando con el Purple Rain de Prince, llorando de momento tal vez, atrapando el instante, imposible, y sin embargo. El coraz¨®n y sus prisas. La pena avisando. Lo negro que no cesa. La eleg¨ªa del horizonte inasible. ¡°Es la energ¨ªa. Es la energ¨ªa de las ciudades¡±, dice mi amiga. En Barcelona, en una ciudad donde hay de todo, donde pasear por las Ramblas es una ofrenda, donde al beber vino tinto se vislumbra el rostro inflado del placer, donde todo el mundo sonr¨ªe, en Barcelona donde hay de todo. Y sin embargo.
Miro por la ventanilla del avi¨®n. Es posible que las p¨¢ginas catorce y quince hayan fallecido. Las he matado, co?o. Os he matado en ?frica. Y al salir, al abrir la puerta del avi¨®n, creo que empiezo a entender algo. Me abren la puerta blanca del Nissan Pathfinder. El ch¨®fer tiene prisa pero va despacio. El ch¨®fer va despacio pero tiene prisa. Detr¨¢s, la encargada de asuntos internacionales me muestra la calma con su vestido de colores. Hay mucho amarillo, hay mucho marr¨®n, hay vericuetos verdosos, laberintos de salm¨®n, rojos y azules¡ Y cuando la miro, asombrado ante el milagro, como cuando un padre mira un d¨ªa a un hijo que ha crecido, ella levanta la testa y me mira asustada, confusa, y s¨®lo entonces me doy cuenta, creo darme cuenta, de que he visto al tiempo. Sabes, era como un humo verdoso que se iba marchando, como una espuma de mar de un verde l¨¢nguido y enfermo. Sabes t¨ªo, he visto como todo se para. Estancado de nada y nadie. Estatua. Soy.
El coche sigue avanzando con sus ruidos, sus lamentos, su esperanza. Progresamos (porque hay que progresar, ay) por una carretera flanqueada de verde. De madre. Naturaleza. Las palmeras. Los mangos. Las acacias. Los pinos. El verde, requeteverde. M¨¢s verde y requeteverde, m¨¢s verde y requeteverde. Y creo que empiezo a entender.
Baudouin participa en el mipe2012, Mes International de la Photographie Eclectique, Breta?a (Francia).
No hay metro, est¨²pido. No hay trenes, idiota. No hay un Corte Ingl¨¦s, mamarracho. No hay una rubia y sus circunstancias, mam¨®n. Que placer es esto de insultar, est¨²pido. No hay voces. S¨®lo hay verde. Y m¨¢s verde. Requeteverde. Y luz. Y azul carne de cielo. Y a veces casitas. Casitas bombardeadas de est¨®mago, aupadas por un zinc vulgar, a veces por unos bloques de cemento que le ped¨ªan otra cosa a la vida. Creo que empiezo a entender.
M¨ªralos, cretino: caminan despacito. Sabes t¨ªo, estoy viendo a ese muchacho surgiendo, aproxim¨¢ndose a ning¨²n sitio con la parsimonia del verano, con la paz de la ni?ez, con una agenda vac¨ªa, sin preguntas, sin tareas. Cuando la mente es amiga. Tan solo surgiendo. Y se rasca. Observemos. Se para en medio de la senda herbosa, sobre la tierra que es roja y se rasca. Se toma su tiempo para rascarse. Ras, ras. La espalda. Con sus dedos largos y gruesos, el muchacho se rasca y se vuelve a rascar.
Los colores y los cuerpos. En las aldeas que salpican el trayecto, los colores y los cuerpos se mueven al comp¨¢s de la quietud. Es eso. Ese debe ser el motivo por el cual aqu¨ª mi respiraci¨®n se completa redonda y perfecta como la ¨²ltima pincelada de la Ronda de Noche, de Rembradt.
He tenido que asesinar las p¨¢ginas de un libro, la catorce, la quince, he tenido que pensar en la energ¨ªa, he tenido que pensar en la plaza Catalunya, he tenido que escuchar a un barrendero que canta, he tenido que aterrizar en ?frica para empezar a entender algo. Al menos un poco, un poquito.
(*) Nuno Cobre vive, escribe y publica su blog Las palmeras mienten desde alg¨²n lugar de ?frica que prefiere no desvelar. Con esta entrada inicia una serie de colaboraciones con ?frica no es un pa¨ªs, en su categoria de Cr¨®nicas de Viajeros, en este caso, residentes. Otra manera de ver el continente, con el cuerpo fisicamente all¨ª, pero con los recuerdos y la mirada de un mundo m¨¢s occidental, que irremediablemente van y vienen.
(*) Bikoko Baudouin naci¨® en RDC en 1955 y vivi¨® sumergido en el universo de la fotograf¨ªa gracias al trabajo de un pariente que se dedicaba a ello. Ha expuesto en su pa¨ªs, RDC, en Argelia y en Francia. Y desde su c¨¢mara observa mucho su ciudad.
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