La violencia, la polic¨ªa y las escuelas (1)
La delincuencia y la violencia constituyen el principal problema nacional para gran parte de los latinoamericanos. As¨ª lo evidencia una nueva encuesta de Latinobar¨®metro, cuyos resultados fueron presentados esta semana en Lima.
Aunque sabemos que la opini¨®n de las personas no necesariamente se corresponde con la realidad de las cosas, los motivos que explican esta percepci¨®n parecen ser bastante contundentes. En efecto, Latinoam¨¦rica es la regi¨®n m¨¢s violenta del mundo. Seg¨²n datos de las Naciones Unidas, posee la m¨¢s alta tasa de homicidios del planeta: de los 20 pa¨ªses con m¨¢s asesinatos, 12 son latinoamericanos o caribe?os. Una realidad que suele esconder evidencias a¨²n m¨¢s dram¨¢ticas. Las tasas de homicidio juvenil son, en Am¨¦rica Latina y el Caribe, superiores al doble que las existentes en el continente africano, 15 veces m¨¢s altas que las registradas en Asia y 30 veces m¨¢s altas que las europeas.
De los 18 pa¨ªses encuestados por Latinobar¨®metro, Brasil es uno de los pocos que no considera la violencia su principal problema nacional, sino la salud p¨²blica. Entre tanto, 52% de los brasile?os encuestados dice vivir en un pa¨ªs cada vez m¨¢s inseguro y 84% sostiene que la delincuencia ha aumentado durante los ¨²ltimos a?os. La sensaci¨®n de inseguridad de la poblaci¨®n brasile?a es una de las m¨¢s altas de la regi¨®n.
La combinaci¨®n de una realidad marcada por la violencia y la percepci¨®n de que la seguridad ciudadana es altamente precaria y vulnerable, explica que ning¨²n pol¨ªtico latinoamericano desprecie el tema. En Brasil, como en todo los pa¨ªses del continente, hacer de la lucha contra la violencia una promesa electoral o una prioridad de la acci¨®n gubernamental, constituyen pr¨¢cticas tan recurrentes como la permanencia del pa¨ªs en las primeras posiciones de los ranking de homicidios e inseguridad.
Algo parece andar mal.
Si la gente se da cuenta que la violencia es un problema cotidiano, tambi¨¦n suele darse cuenta que las pol¨ªticas que tratan de controlarla son ineficaces o limitadas para garantizar su seguridad y protecci¨®n. Que la sexta potencia mundial ostente, seg¨²n datos oficiales, 1.091.125 asesinatos entre 1980 y 2010 constituye un enorme problema en materia de derechos humanos y un inmenso desaf¨ªo para el desarrollo de una pol¨ªtica de seguridad p¨²blica democr¨¢tica. Especialmente, si se considera que la tasa de homicidios ha crecido de forma sistem¨¢tica desde 1980, cuando alcanzaba los 11,7 asesinatos cada 100 mil habitantes, llegando a 26,2 en el 2010.
El Mapa de la Violencia en Brasil, elaborado anualmente bajo la coordinaci¨®n del investigador Julio Jacobo Waiselfisz, nos ayuda poner en perspectiva comparada esta realidad aterradora. Utilizando como referencia datos aportados por las Naciones Unidas, dicho estudio muestra que, entre el a?o 2004 y el 2007, 208.349 personas murieron en los 62 conflictos armados existentes en el mundo. Durante el mismo per¨ªodo, fueron asesinadas en Brasil, 192.804, una cifra bastante semejante a la primera y superior a la que sumaron los muertos en los 12 conflictos armados m¨¢s importantes del planeta en esos cuatro a?os: 169.574. Entre 1947 y el a?o 2000 murieron como consecuencia del conflicto entre Israel y Palestina cerca de 125.000 seres humanos. Esto significa que, cada 10 a?os, perdieron la vida en dicho enfrentamiento 23.580 personas, menos de la mitad de las que son asesinadas cada a?o en Brasil. En una d¨¦cada han muerto en el conflicto entre Israel y Palestina la misma cantidad de j¨®venes que mueren asesinados en Brasil en 16 meses. As¨ª mismo, los muertos en la Guerra de Irak entre 2004 y 2007 constituyen el 40% de los que han muerto como producto de la violencia homicida en Brasil durante ese mismo per¨ªodo.
Sin lugar a dudas, los brasile?os tiene motivos para estar preocupados.
Aunque las pol¨ªticas gubernamentales han tenido un efecto muy limitado en contener la violencia, algunos buenos ejemplos se destacan en el campo de la seguridad p¨²blica nacional. El gobierno del Estado de R¨ªo de Janeiro, por ejemplo, ha implementado durante los ¨²ltimos a?os una significativa pol¨ªtica de control del tr¨¢fico de drogas en las comunidades m¨¢s pobres. La intervenci¨®n gubernamental ha tenido muy buenos resultados en la disminuci¨®n de la violencia en las favelas y en la percepci¨®n de seguridad por parte de sus habitantes y del conjunto de la poblaci¨®n. La implementaci¨®n de Unidades de Polic¨ªa Pacificadora (UPPs), iniciada en el a?o 2008, ha permitido combinar la intervenci¨®n policial con iniciativas diversificadas de pol¨ªtica social y comunitaria, con efectos muy positivos en el control y el desplazamiento del tr¨¢fico de drogas y de las milicias que comandaban los barrios m¨¢s pobres de la capital estatal. Aunque hay muchos aspectos que a¨²n deben ajustarse en esta innovadora pol¨ªtica de seguridad p¨²blica, se trata de un gran avance en el ejercicio de una acci¨®n gubernamental responsable y comprometida con la protecci¨®n de los ciudadanos.
Resulta interesante observar que una de las razones que explican los progresos en R¨ªo de Janeiro ha sido la articulaci¨®n entre los ¨®rganos de seguridad p¨²blica y la Secretar¨ªa de Acci¨®n Social y Derechos Humanos del gobierno estatal, cuyos programas han ganado relevancia nacional e internacional al poner en evidencia que la contenci¨®n del delito y la violencia son siempre desaf¨ªos que exceden la represi¨®n y la intervenci¨®n policial.
Por este motivo, sorprende sobremanera que sea en R¨ªo de Janeiro donde se haya comenzado a implementar un amplio programa de seguridad en las escuelas cuyos resultados prometen ser bastante menos eficaces que su impacto medi¨¢tico. Las medida prev¨¦ la presencia de polic¨ªas en el interior de los centros educativos y su entorno. El objetivo es proteger a alumnos y profesores, el patrimonio escolar, prevenir el consumo de drogas y el alistamiento de j¨®venes y ni?os por parte de traficantes, el bullying y las peleas, as¨ª como los hurtos o robos. La medida aspira a llevar tranquilidad a la poblaci¨®n y responder a una demanda de seguridad, especialmente, entre las familias m¨¢s pobres.
El plan de acci¨®n se ha iniciado con 400 polic¨ªas actuando en 90 centros escolares, beneficiando a m¨¢s de 115.000 alumnos y 6.200 profesores. Adem¨¢s, permitir¨¢ que los agentes involucrados en la seguridad de las escuelas reciban un complemento salarial que los aleje de trabajos alternativos a la funci¨®n policial. La Polic¨ªa del Estado de R¨ªo de Janeiro suele trabajar 24 horas y pasar 48 de franco, per¨ªodo que los agentes aprovechan para realizar tareas que les permiten complementar sus ingresos, como servicios en empresas de seguridad privadas. Con el nuevo programa, los agentes recibir¨¢n un pago extra que oscilar¨¢ entre € 78 y € 59, seg¨²n la jerarqu¨ªa, por ocho horas de guardia dentro de las escuelas.
La medida puede parecer, a primera vista, apropiada. La escuela es uno de los lugares que m¨¢s se ve afectado por la violencia existente en la sociedad. Al mismo tiempo, suena mejor que los polic¨ªas se ganen la vida en aquello que deber¨ªan hacer y se mantengan alejados de empleos eventuales o de tentaciones concupiscentes.
El problema, sin embargo, es bastante m¨¢s complejo.
(Contin¨²a...)
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