El Banco Central Europeo y la soberan¨ªa
El crecimiento debe atribuirse a un ¨®rgano pol¨ªtico, la Comisi¨®n, no dar m¨¢s competencias al BCE
En el siglo XVI, en el dram¨¢tico contexto de una Francia desgarrada por las guerras de religi¨®n, Jean Bodin alumbr¨® uno de los conceptos capitales del pensamiento pol¨ªtico moderno: la soberan¨ªa. Un poder absoluto y perpetuo que no admite superior. Con ello surgi¨® el Estado moderno configurado como Monarqu¨ªa absoluta. La soberan¨ªa afirmada tanto frente a los se?ores feudales, en el interior, como frente al Papa y al Emperador, en el exterior, permiti¨® configurar al Estado como una unidad de acci¨®n y de decisi¨®n capaz de poner fin a la guerra civil. En Los seis libros de la Rep¨²blica(1576) el pensador franc¨¦s enunci¨® los atributos del soberano y, con claridad y acierto, consider¨® la potestad de hacer la ley el m¨¢s importante de todos. Esa potestad contin¨²a siendo la principal nota definitoria del Estado, as¨ª como la de hacerla cumplir a trav¨¦s del monopolio de la violencia, como subrayara Weber siglos despu¨¦s. A continuaci¨®n, Bodino a?adi¨® tambi¨¦n una facultad que, en la actualidad, los Estados europeos han perdido, la de dar valor a su moneda. Porque era el soberano quien daba valor a la moneda, su efigie figuraba en ella, y lo que es m¨¢s importante, la falsificaci¨®n de moneda era un delito de lesa majestad castigado con la pena capital.
Cuatro siglos despu¨¦s, en 1992, y en el marco de un proceso de integraci¨®n supranacional, los Estados europeos decidieron ceder sus competencias en materia monetaria a una nueva autoridad, central e independiente, el Banco Central Europeo (BCE). Los Estados de la zona euro renunciaron a sus monedas nacionales, y a la posibilidad de controlar su valor. Desde entonces, la opci¨®n de llevar a cabo una devaluaci¨®n de la moneda para incrementar la competitividad de la econom¨ªa dej¨® de ser posible. La creaci¨®n del euro supuso as¨ª la mayor transferencia de soberan¨ªa llevada a cabo por los Estados europeos en toda su historia, y el alumbramiento de un nuevo poder soberano: el BCE.
En la actualidad, esta instituci¨®n es no s¨®lo un protagonista indiscutible del escenario pol¨ªtico y econ¨®mico europeo, sino el ¨®rgano de cuya voluntad soberana depende el destino de Estados enteros, como puede ser el nuestro. Desde esta ¨®ptica, conviene recordar que en la ya cl¨¢sica reformulaci¨®n del concepto de soberan¨ªa llevada a cabo por Carl Schmitt, el jurista alem¨¢n defini¨® al soberano como aquel que decide el estado de excepci¨®n. Y tambi¨¦n por esta v¨ªa llegamos a la conclusi¨®n de que el soberano de nuestro tiempo es el BCE. En el contexto de la grav¨ªsima crisis econ¨®mica y financiera que atraviesan gran parte de los Estados europeos, el estado de excepci¨®n viene definido por la intervenci¨®n de la econom¨ªa nacional por las instituciones europeas y el FMI, y la imposici¨®n de estrictos recortes y duros ajustes a cambio de la liquidez necesaria para evitar la quiebra.
La deuda externa espa?ola, esto es el conjunto de pagos pendientes con el exterior del principal y de los intereses, representa el 164 % del PIB, uno de los niveles m¨¢s altos del mundo. Con un elevado d¨¦ficit por cuenta corriente en la balanza de pagos, Espa?a no est¨¢ en condiciones de financiar su econom¨ªa y necesita dinero del exterior para refinanciar los vencimientos de su deuda externa. Ante la falta de ahorro interno y ante la desconfianza de los inversores internacionales, ¨²nicamente la intervenci¨®n del BCE ha impedido que Espa?a tuviera que ser rescatada. La primera vez fue en agosto de 2011, cuando a cambio del compromiso de constitucionalizar el principio de estabilidad presupuestaria, el BCE mediante la compra de bonos espa?oles en el mercado secundario logr¨® reducir la prima de riesgo a un nivel sostenible. M¨¢s recientemente, las subastas de liquidez a tres a?os de diciembre y febrero pasados inyectaron en la banca espa?ola los recursos necesarios para adquirir t¨ªtulos del Estado en las ¨²ltimas subastas. Para decretar el estado de excepci¨®n pol¨ªtico y econ¨®mico ¡ªesto es la intervenci¨®n¡ª basta con que el BCE deje de comprar deuda en el mercado secundario o deje de inyectar liquidez en el sistema bancario. Esto confirma que Mario Draghi por ser quien puede decidir el estado de excepci¨®n es realmente el titular de un poder soberano.
En este contexto, no dejan de resultar sorprendentes todas aquellas propuestas consistentes en incrementar las facultades y los m¨¢rgenes de actuaci¨®n de una instituci¨®n tan poderosa. Desde la perspectiva del principio democr¨¢tico, debemos rechazar la ampliaci¨®n de competencias del BCE. La atribuci¨®n al mismo del gobierno de la moneda resulta justificada por la experiencia hist¨®rica, pero atribuirle tambi¨¦n funciones de impulso al crecimiento propias del gobierno de la econom¨ªa resulta improcedente. La direcci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica y el impulso del crecimiento deben atribuirse a un ¨®rgano pol¨ªtico, la Comisi¨®n, que debe ser reformada para transformarse en un aut¨¦ntico gobierno responsable ante el Parlamento Europeo y dotado de un presupuesto y una Hacienda que le permita cumplir esa funci¨®n. En definitiva, lo que necesitamos es un Gobierno europeo, legitimado por la voluntad popular, y que act¨²e como contrapeso del ¨²nico poder soberano europeo actualmente existente.
Javier Tajadura Tejada es profesor titular de Derecho Constitucional en la Universidad del Pa¨ªs Vasco y autor de El futuro de Europa: luces y sombras del Tratado de Lisboa, Comares, 2010.
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