Reino Unido necesita una votaci¨®n sobre Europa
Antes, la eurozona debe resolver en qu¨¦ va a consistir la UE, y Escocia, en qu¨¦ va a consistir el Reino Unido. Averiguar qui¨¦nes somos es un proceso en dos fases: primero, Gran Breta?a, y despu¨¦s, Europa
Todos los partidos pol¨ªticos de Reino Unido deber¨ªan incluir en sus programas para las elecciones generales el compromiso de celebrar un refer¨¦ndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Uni¨®n Europea durante la pr¨®xima legislatura. Dicho refer¨¦ndum deber¨ªa estar compuesto de una pregunta muy sencilla: ?Quiere que Gran Breta?a permanezca en la Uni¨®n Europea? En lo que la Uni¨®n Europea sea a esas alturas, claro est¨¢, y con las mejores condiciones que nuestro Gobierno haya sido capaz de negociar. Dentro o fuera. S¨ª o no. Solo as¨ª podremos decidir los brit¨¢nicos qui¨¦nes somos y d¨®nde queremos que est¨¦ nuestro pa¨ªs. Sin ese momento decisivo, seguiremos jugando a ir por nuestra cuenta y ser eternamente indecisos.
Sin embargo, es rid¨ªculo dedicar mucho tiempo al tema en estos momentos, cuando todav¨ªa no sabemos si la eurozona se va a salvar ni c¨®mo ni, por tanto, c¨®mo va a ser Europa. Si la eurozona se viene abajo, puede pasar cualquier cosa. A lo mejor los euroesc¨¦pticos conseguir¨ªan esa Europa m¨¢s flexible con la que sue?an sin tener que levantar un dedo, y ya veremos lo que les parecer¨ªa.
Si la eurozona se salva, tendr¨¢ que ser avanzando a¨²n m¨¢s y a?adiendo elementos fundamentales de una uni¨®n bancaria, fiscal y, por tanto, forzosamente pol¨ªtica. Y eso cambiar¨¢ la naturaleza de la Uni¨®n Europea por completo. Plantear¨¢, no solo a Reino Unido sino a los otros nueve Estados miembros de la Uni¨®n Europea que no est¨¢n hoy en la eurozona, la cuesti¨®n de qu¨¦ relaci¨®n estructural tiene esta ¨²ltima con la Uni¨®n de 27.
Si Escocia aprobara ser independiente ser¨ªa necesario aclarar varios enredos constitucionales
La econom¨ªa pol¨ªtica sigue siendo la base de lo que hace la Uni¨®n Europea y ese n¨²cleo, si act¨²a y vota de forma unida, podr¨ªa acabar imponiendo condiciones a los dem¨¢s, incluso en aspectos como el mercado ¨²nico, tal como hace en la actualidad la propia Uni¨®n Europea con pa¨ªses como Noruega y Suiza, esos peque?os para¨ªsos con los que sue?an los tories euroesc¨¦pticos m¨¢s extremistas.
Esta posible negociaci¨®n entre los que est¨¢n dentro y los que est¨¢n fuera de la eurozona es muy diferente de cualquier intento brit¨¢nico de renegociar su relaci¨®n con la Uni¨®n Europea, incluida la recuperaci¨®n de poderes en temas como el cap¨ªtulo social, la directiva sobre jornadas de trabajo y las normas ambientales. Iniciar esa negociaci¨®n ahora, como exigen el exministro de Defensa Liam Fox y muchos diputados conservadores, ser¨ªa una locura dif¨ªcil de superar. Incluso en el caso de que se est¨¦ totalmente de acuerdo con sus objetivos, hasta un ni?o de cinco a?os comprende que este es el peor momento posible.
La casa de mi vecino, una destartalada mansi¨®n de estilo imperio, est¨¢ en llamas. El ama de casa alemana, que parece ser quien lleva los pantalones, el locuaz marido franc¨¦s, el maestro italiano residente, el espa?ol... ¡ªbueno, ya vale de estereotipos ¨¦tnicos¡ª corren de un lado a otro con cubos y mangueras para intentar apagar el fuego. En ese momento crucial, otro vecino, David Cameron, se acerca desde su s¨®lida casa Tudor de corredor de Bolsa y dice: ¡°Eh, amigos, ?podr¨ªamos discutir un momento la posibilidad de mover un poco la valla? ?Y, ya que estamos, recortar esa falsa acacia que tiene usted? Est¨¢ soltando hojas en mi piscina¡±.
Imag¨ªnense la reacci¨®n. Merde ser¨ªa lo m¨¢s suave. Sobre todo, porque el buen vecino Cameron llevaba ya un rato dando ¨²tiles consejos desde su balc¨®n: ¡°Vamos, chicos, daos prisa y haced m¨¢s esfuerzos. Lo que os hace falta es una uni¨®n fiscal. Angela se encargar¨¢ de pagarla. Siento mucho que nosotros no podamos aportar ni un penique a vuestro Instrumento de Emergencia para la Eliminaci¨®n de Fuegos (IEEF), pero, ya saben, somos brit¨¢nicos¡±.
En realidad, Cameron sabe todo esto a la perfecci¨®n. Es lo que dec¨ªa hasta el s¨¢bado pasado. Ahora se ha visto obligado a recortarlo un poco por las voces que gritan desde sus bases euroesc¨¦pticas y por la amenaza del Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP, en ingl¨¦s), que, seg¨²n las encuestas de opini¨®n, est¨¢ atrayendo a votantes euroesc¨¦pticos del Partido Conservador. Por eso, al hablar del refer¨¦ndum, Cameron ahora no dice ni que s¨ª ni que no. Dice que s¨ª y que no. Otra vez los eternos indecisos.
Reino Unido deber¨ªa en los dos pr¨®ximos a?os hacer las paces con sus vecinos europeos
Existe otro buen motivo para esperar hasta despu¨¦s de 2015: este Parlamento, de todas formas, ya va a presenciar un refer¨¦ndum importante. En 2014, los escoceses votar¨¢n si desean la independencia. Si Escocia aprobara ser independiente, el sujeto y el verbo del refer¨¦ndum europeo seguir¨ªan siendo los mismos, pero el objeto, Gran Breta?a, ser¨ªa diferente. Ser¨ªa el Reino Unido de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, nada m¨¢s. Y ser¨ªa necesario aclarar varios enredos constitucionales, incluida la pertenencia a la Uni¨®n Europea de los dos nuevos Estados.
Por consiguiente, averiguar qui¨¦nes somos es un proceso en dos fases: primero, Gran Breta?a, y despu¨¦s, Europa. En una conversaci¨®n que mantuvimos a principios de esta semana, Nick Clegg, viceprimer ministro y l¨ªder de los Dem¨®cratas Liberales, sugiri¨® que quiz¨¢ en esta legislatura deber¨ªamos concentrarnos en la uni¨®n de los brit¨¢nicos y dejar la de los europeos para la pr¨®xima.
Es evidente que, en la pr¨¢ctica, no ser¨¢ tan sencillo. Si Angela Merkel quiere imponer su nuevo tratado en la eurozona, los euroesc¨¦pticos dir¨¢n que para eso es preciso un refer¨¦ndum. Hay una decisi¨®n de tipo t¨¦cnico pero muy importante que Reino Unido tendr¨¢ que tomar en 2014, sobre si unas leyes relacionadas con la lucha contra el crimen y la polic¨ªa deber¨ªan estar sometidas a la ¨²ltima palabra del Tribunal Europeo de Justicia.
Lo que deber¨ªa hacer Reino Unido es dedicar los dos pr¨®ximos a?os a hacer las paces con sus vecinos europeos, en lugar de presionar; cultivar amistades, que le har¨¢n mucha falta en las pr¨®ximas negociaciones del presupuesto de la Uni¨®n Europea; contribuir todo lo posible a encontrar una soluci¨®n para la eurozona, pero tambi¨¦n construir relaciones con otros pa¨ªses que no son miembros de la zona euro y, por consiguiente, se enfrentan al mismo peligro de exclusi¨®n de los sitios en los que se toman las decisiones fundamentales; y si los conservadores quieren adem¨¢s hacer una ¡°auditor¨ªa¡± de nuestra relaci¨®n con la Uni¨®n Europea, ?por qu¨¦ no?
Me despido de ustedes durante cuatro meses para escribir un libro. Tal vez alg¨²n acontecimiento importante en el continente me saque de mi retiro; desde luego, la relaci¨®n de Gran Breta?a con Europa no, porque no va a pasar nada decisivo a corto plazo. El debate brit¨¢nico sobre Europa se centra una y otra vez en las mismas cuestiones de siempre, como uno de aquellos viejos discos de 75 revoluciones por minuto en los que la aguja se quedaba atascada en un surco: ¡°Rule Britannia, Britannia rules the ¡®click¡¯, Rule Britannia, Britannia rules the ¡®click¡¯, Rule Britannia, Britannia rules the ¡®click¡±.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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