Philip Glass: "Cuando los alumnos me piden un consejo, les digo lo mismo: ser independientes¡±
Mezcla como nadie alta cultura y gancho con el p¨²blico. Para rizar el rizo, el m¨²sico minimalista estadounidense estrena en el Teatro Real una arriesgada ¨®pera sobre Walt Disney.
Poco tienen que ver a priori Philip Glass y Walt Disney. El primero pasa por ser uno de los compositores m¨¢s underground de la reciente historia musical, un tipo al que se relaciona m¨¢s con los circuitos alternativos neoyorquinos que con el main stream a escala planetaria. El otro cre¨® un imperio de evasi¨®n y consumo masivo, una especie de delirio universal con Mickey Mouse como s¨ªmbolo de algo m¨¢s que un mero pasatiempo. Pero a Gerard Mortier, director art¨ªstico del Teatro Real, s¨ª se le ocurri¨® que Glass podr¨ªa ser el m¨²sico ideal para retratar a Walt Disney en una ¨®pera que se basar¨ªa en El americano perfecto, el libro m¨¢s bien iconoclasta de Peter Stephan Jungk, publicado en Espa?a por Turner.
No es un retrato ideal. De hecho, en la obra de Jungk, Disney pasa por ser alguien oscuro, megal¨®mano, racista, vampirizador, revientahuelgas, un acomplejado con delirios de grandeza que se cre¨ªa m¨¢s importante que Jesucristo y tan obsesionado con la inmortalidad que detestaba la idea de pasar a la posteridad como una compa?¨ªa y no como un artista.
Pero no se enga?en, a pesar de que a Jungk, que estuvo de visita en Espa?a hace poco, le hubiese encantado que los herederos del surtidor de sue?os y pesadillas para ni?os m¨¢s famoso del planeta le hubiesen puesto una querella ¨Ccosa que no consigui¨®¨C, tanto al escritor como al m¨²sico les fascina el personaje sobre el que han venido trabajando al menos cuatro a?os.
Admiro a quienes se mueven entre la cultura popular y la alta cultura¡±
Glass entreg¨® la partitura en el Teatro Real en diciembre. ¡°La gente ha cre¨ªdo que me iba a re¨ªr de ¨¦l, pero todo lo contrario¡±, asegura el m¨²sico. Sea como sea, El americano perfecto (estreno el 22 de enero) est¨¢ llamada a no ser en la carrera de Glass una ¨®pera m¨¢s de un repertorio que abarca m¨¢s de 20, aparte de otros tantos ballets, 10 sinfon¨ªas, tres ciclos de canciones y unas decenas de conciertos y piezas de c¨¢mara, por no hablar de sus trabajos m¨¢s famosos en el cine como creador de bandas sonoras para directores como Martin Scorsese, Peter Weir, Peter Greenaway¡
Todo parece a punto para un estreno mundial que ha despertado una expectaci¨®n inusitada ¨Ccon una notable concentraci¨®n de medios y cr¨ªtica extranjera¨C para quien, junto al escen¨®grafo Bob Wilson, abriera nuevos caminos dentro de su arte hace casi 40 a?os cuando estrenaron Einstein on the beach.
Glass, una figura tan discutida como fundamental, se convirti¨® en el gran inspirador del minimalismo, una m¨²sica que trataba de juntar los cristales rotos de los movimientos m¨¢s radicales del siglo XX para reconquistar los o¨ªdos de un p¨²blico que desconfiaba cada vez m¨¢s de las propuestas contempor¨¢neas. Formado en la Juilliard School de Nueva York y m¨¢s tarde en Par¨ªs junto a Nadia Boulanger y otros gur¨²s como Ravi Shankar, su m¨²sica ha gozado de reconocimiento y desprecio a partes iguales. Aunque en la actualidad va superando la prueba del tiempo y se siente tan agradecido por los reconocimientos como preocupado por el hecho de haber entrado en lo que ¨¦l llama la edad de los homenajes.
Dice que se siente en la edad de los ¡®revivals¡¯, ?c¨®mo as¨ª? Con todas esas reposiciones que est¨¢n haciendo de mis obras, empezando por Einstein on the beach, ?qu¨¦ espera? Cuando era joven, mi deber, pensaba, era producir cada a?o un nuevo trabajo, as¨ª he ido elaborando un cat¨¢logo enorme desde hace d¨¦cadas. Me avergonzaba presentarme en Nueva York cada a?o con algo que conocieran.
Pero el resto del mundo tiene derecho a escuchar en vivo por primera vez antiguas obras suyas. Aparte, lo de los ¡®revivals¡¯ es algo muy budista, como usted. Como la constante reencarnaci¨®n de una materia. ?De verdad lo cree? Le advierto que, adem¨¢s de budista, soy capitalista¡ ?De cu¨¢l de las dos quiere que hablemos?
si pudiera componer una canci¨®n duradera, ser¨ªa el hombre m¨¢s feliz¡±
De ambas, por favor. Cuando eres mayor, miras atr¨¢s; cuando eres joven, hacia delante. Yo ahora me planteo: ?qu¨¦ hice?, ?qu¨¦ mereci¨® la pena? No sabemos qu¨¦ quedar¨¢, ?no es cierto?
M¨¢s en la obra de compositores como usted. Su objetivo, el mayor, debe de ser perdurar¡ ?o me equivoco? Pues mire, as¨ª podemos empezar a hablar de Disney, porque esa y no otra era su obsesi¨®n. Como le pasaba a Jean Cocteau, con quien me unen tantas cosas y a quien dediqu¨¦ varias de mis obras, una de ellas basada en el Orfeo. Su obsesi¨®n era la inmortalidad, el arte, el amor, la vida, la muerte, y con eso basta. ?Para qu¨¦ estamos aqu¨ª? Para eso y para disfrutar de algunas buenas comidas¡
Claro. Pues con Disney, igual, y perdone que vaya saltando de un tema a otro.
Salte, salte, no importa. Disney, a ra¨ªz de que se aproximaba a sus ¨²ltimos a?os, se obsesion¨® con eso. La ¨®pera se divide en dos partes. En la primera est¨¢ el Disney que todo el mundo ve; en la segunda, lo que ¨¦l cre¨ªa de s¨ª mismo. De lo externo a sus ansiedades. Es una aproximaci¨®n; hablando con Jungk, el autor del libro en que se basa, le pregunt¨¦ si de verdad Disney pensaba esas cosas, y me respondi¨®: ¡°Bueno, pudo haberlas dicho, algunas las dijo, aunque no en la forma en que quedan escritas. Lo nuestro es una interpretaci¨®n, no un documental¡±.
?Muy libre? Una interpretaci¨®n que trata de retratar las obsesiones de un hombre que, cuando estaba a punto de morir, se mostraba desconcertado con la idea de desaparecer 50 a?os despu¨¦s de su muerte como tal y con que la gente no supiera distinguir entre un ser humano y una compa?¨ªa.
Pero es que ten¨ªa raz¨®n. En eso se ha convertido sobre todo. En una firma. Cierto, pero se mostraba celoso ante eso. Le daba rabia, cre¨ªa que el Pato Donald y Mickey vivir¨ªan por siempre y ¨¦l no, de ¨¦l nadie se iba a acordar. Aunque tambi¨¦n ten¨ªa claro que su empresa era lo m¨¢s importante. Cuando el m¨¦dico le dijo a su familia que le quedaban dos a?os de vida, su hermano exclam¨®: ¡°?Pero si tiene mucho m¨¢s trabajo por delante!¡±. El m¨¦dico contest¨®: ¡°Quiz¨¢ no deb¨ªa haber planeado tanto¡¡±.
Del minimalismo a los Oscar
Este hombre de 75 a?os no se echa atr¨¢s con nada. Para prueba, su nuevo reto: estrenar una ¨®pera sobre Walt Disney, megal¨®mano lleno de defectos, pero un icono de la modernidad, al que ¨¦l defiende, como a Warhol, con el que trab¨® amistad en la ¨¦poca de la Velvet Underground (en el Teatro Real de Madrid del 22 de enero al 6 de febrero). No olvidar que antes ya compuso ¨®peras para Crist¨®bal Col¨®n y Vasco de Gama.
En los a?os setenta decidi¨® apostar por lo que se ha dado en llamar m¨²sica minimalista. Dio el salto en 1976, al colaborar con Robert Wilson en Einstein on the beach. En los ochenta comenz¨® a dulcificar sus partituras para aproximarlas al gran p¨²blico, lo que logr¨® plenamente en los noventa, sin perder su identidad. Hasta el punto de ser candidato al Oscar por bandas sonoras de pel¨ªculas como Las horas.
El doctor dio en el clavo. Era un hombre sabio. ?Qu¨¦ es la sabidur¨ªa, ya que antes ha mencionado el budismo? Ser capaz de analizar el mundo tal como es. Lo que usted dice: dar en el clavo.
As¨ª, entre otras cosas, se rebajan las leyendas. Desde luego, incluso a ¨¦l, que lo es. Pero es que ni los suyos se lo tomaron en serio cuando en vida les hizo jurar a todos que respetar¨ªan su deseo de ser congelado en nitr¨®geno l¨ªquido por si pod¨ªa resucitar; lo cierto es que nada m¨¢s morir, ?qu¨¦ hicieron? Lo quemaron. Y ya.
Pero aqu¨ª estamos, hablando de ¨¦l. S¨ª. Como esos personajes de la pel¨ªcula de Cocteau, cuando Orfeo le pregunta a Heuterbise sobre unos tipos que se cruzan en su camino: ¡°?Qui¨¦nes son, est¨¢n vivos?¡±. Y Heuterbise le responde: ¡°Eso creen¡±.
?Ilusiones? ?A lo mejor ni estamos aqu¨ª? En Einstein on the beach plantamos una cama en el escenario para que cada uno pensara lo que quisiera, pero Bob Wilson, el director de escena, ten¨ªa claro qu¨¦ quer¨ªa decir: que Einstein era un so?ador. La teor¨ªa de la relatividad es en realidad un sue?o de la imaginaci¨®n, con la diferencia de que, cuando se le ocurri¨®, en vez de dejarla pasar y construir un cuento, se empe?¨® en buscar las f¨®rmulas matem¨¢ticas que la probaran.
Los cient¨ªficos son artistas, so?adores; lo que sucede es que necesitan confirmar esas ¡®fantas¨ªas¡¯ suyas por otros medios que no son el arte en s¨ª. Ellos viven la realidad de su sue?o, es la diferencia con los artistas.
Y Disney, en ese sentido, ?d¨®nde queda? Tambi¨¦n es un innovador. Disney es un contador de historias. En la ¨®pera aparece con un ni?o que le pregunta: ¡°?C¨®mo ha dibujado todo eso?¡±. Y ¨¦l responde que no lo ha hecho. ?l iba al estudio, interpretaba cada personaje para que los dibujantes tuvieran una idea de lo que quer¨ªa. Inspiraba su trabajo, pero no dibujaba una l¨ªnea. Eran todos los dem¨¢s quienes ejecutaban sus ideas, pero ten¨ªa claro que sin ¨¦l, nada se habr¨ªa producido. Y es verdad. ?Era un egoc¨¦ntrico? Puede, pero tambi¨¦n un tipo realista. Eso tambi¨¦n le convierte en sabio tal y como lo hab¨ªamos definido. Daba en el clavo y les alentaba a conseguir lo que se le met¨ªa en la cabeza. Era un genio de su ¨¦poca.
Muy conectado con el inicio de la cultura popular como un t¨®tem de nuestro tiempo, igual que Warhol o Dal¨ª, que lo idolatraban. Warhol en la ¨®pera se equipara con Disney. Cree que son lo mismo porque aman la belleza por encima de todo. A Warhol no le interesaba nada que fuera espantoso.
Excepto cuando se pon¨ªa a pintar la silla el¨¦ctrica o accidentes de coche. Bueno, es verdad, pero eso forma parte de su obsesi¨®n por la muerte. Quiero aclarar en cuanto a m¨ª y a Disney que la gente, cuando se enter¨® de que iba a meterme en una ¨®pera sobre ¨¦l, tem¨ªa que me iba a mofar. Y no es cierto. Creo que es un icono. Yo admiro a esos personajes que se mueven con toda naturalidad entre la cultura popular y la alta cultura. En Estados Unidos abundan. Leonard Bernstein, por ejemplo, al tiempo que te compon¨ªa un musical de ¨¦xito para Broadway como West side story, te dirig¨ªa el ciclo Mahler. La ¨®pera debe entrar en ese espacio en el que el arte y el espect¨¢culo van de la mano.
Quiz¨¢ usted se ha metido a hacer una ¨®pera sobre Walt Disney para eso, para colocar el g¨¦nero en una liga popular. Es dif¨ªcil imaginar a un compositor alem¨¢n creando una ¨®pera sobre un dibujante animado. Tiene que ser muy joven.
Se consum¨ªan demasiadas drogas, y yo no aguantaba el ritmo¡±
El minimalismo que usted cultiv¨® como movimiento musical buscaba una reconciliaci¨®n con el p¨²blico que otras corrientes hab¨ªan despreciado. ?Sigue en ese empe?o? Aquellas corrientes, incluso las m¨¢s arriesgadas, representaban el final de una tradici¨®n, no el comienzo de nada. Cuando vine a vivir a Europa y entr¨¦ en contacto con diferentes corrientes que se cre¨ªan mesi¨¢nicas en cuanto a la m¨²sica, quien m¨¢s me impact¨® fue Stockhausen, estaba muy por delante de todos, pero no era un t¨ªo corriente. Lo hac¨ªa de manera genuina. Muchos cre¨ªan que lo eran, pero no sal¨ªan de la pose. Nosotros, con el minimalismo que propon¨ªamos, y concretamente con Einstein on the beach, tambi¨¦n marcamos una referencia que se recupera ahora. Somos conscientes hoy, cuando se repone pasados 35 a?os, de que fue importante; entonces ni nos plante¨¢bamos eso ni nada.
Lennon y McCartney, cuando compon¨ªan sus canciones, seguramente tam??poco pensaban que 40 o 50 a?os despu¨¦s los adolescentes seguir¨ªan aprendi¨¦ndoselas de memoria. Paul Simon se me quejaba una vez de que ¨¦l solo escrib¨ªa canciones y que no llegar¨ªan a ninguna parte. Yo le dije: ¡°Est¨¢s loco. Tus canciones vivir¨¢n para siempre¡±. Le conoc¨ª porque yo quer¨ªa componer canciones.
Es que es la mejor expresi¨®n del arte minimal. Si yo pudiera componer una canci¨®n duradera, ser¨ªa el hombre m¨¢s feliz de la tierra. As¨ª que empec¨¦ a relacionarme con compositores de canciones, con Paul, David Byrne, Laurie Anderson; escrib¨ª tres ciclos de canciones, pero hoy nadie me toma en serio como autor de ese g¨¦nero.
?Se siente frustrado? Frustrado es mucho; pero desilusionado, s¨ª. Me hubiese encantado tener ¨¦xito con eso, pero la gente quer¨ªa hablarme de mis ¨®peras, mis sinfon¨ªas, sobre el minimalismo, y a nadie le interesaban mis canciones. Es una gran forma de arte en nuestro tiempo. ¡°Quien en su vida logre haber escrito 200, 300 canciones, debe sentirse orgulloso¡±, eso le dije a Paul Simon.
Quiz¨¢ ciertas formas de arte para nuestros d¨ªas resultan excesivas. Bueno, yo he escrito 10 sinfon¨ªas, pero soy un tipo excesivo.
Como Mahler, nada menos. Bueno, eso aparte de las ¨®peras, unas 20, entre 30 o 40 bandas sonoras, 20 ballets y 3 ciclos de canciones¡ Me fui a estudiar a Par¨ªs despu¨¦s de haberlo hecho en Nueva York, estudi¨¦ con Ravi Shankar, con Boulanger, eran dos ¨¢ngeles en mi espalda; Shankar estaba a la derecha, y la se?ora Boulanger, a la izquierda.
Y a Pierre Boulez, ?d¨®nde lo deja? Yo lo admiro, pero no tanto. A la gente se la aprecia en el sentido de que te gustar¨ªa ser como ellos. En el caso de Boulez es lo contrario: le aprecio lo justo como para no querer parecerme a ¨¦l, no s¨¦ si me entiende.
?Ah, s¨ª? Aunque ¨¦l creyera lo contrario, a m¨ª siempre me ha resultado demasiado acad¨¦mico. Realmente lo que hizo fue instaurar una nueva academia destruyendo lo que hab¨ªa, desde las cenizas. Todo tiene que ver con las ideolog¨ªas de los siglos XIX y XX, la construcci¨®n de una nueva sociedad y tambi¨¦n de una nueva m¨²sica, con el anarquismo, el comunismo. Todos hemos le¨ªdo esas cosas, el Libro Rojo de Mao, ?d¨®nde quedan?
Budista, capitalista¡ Pero ?se puede decir que usted fue un izquierdista radical en el pasado? No, no. Conozco la historia, conozco lo que fue la revoluci¨®n industrial, lo que representaron Marx y Engels, Lenin, Trotski, pero lo que me define es mi experiencia vital. Mis padres no eran ricos, y para pagarme los estudios tuve que trabajar. Hasta los 41 a?os hice de todo. Traslados de muebles, fontaner¨ªa, construcci¨®n, taxista, trabajos que no ocupaban mi mente, pero s¨ª mi cuerpo; la mente la quer¨ªa por entero para la m¨²sica, me sent¨ªa libre para componer. No quer¨ªa dar clase de m¨²sica y estar todo el tiempo volcado en eso porque, si no, al volver a casa, ?qu¨¦ iba a hacer? Me considero un independiente muy radical en todo lo que hago y, para sobrevivir, sent¨ª que aquellos trabajos preservaban mi independencia. En esa etapa de mi vida me met¨ª en tres sindicatos distintos. No hac¨ªan nada por los trabajadores. Cuando llegu¨¦ a Europa y mis amigos intelectuales me hablaban de los derechos de los trabajadores, que alguien deb¨ªa defenderlos, yo pensaba que estaban de broma, y, adem¨¢s, ninguno hab¨ªa trabajado en nada realmente. En los movimientos sindicales pue?de haber tanta corrupci¨®n como en los c¨ªrculos capitalistas. En mi caso deb¨ªa darles 50 d¨®lares a la semana sin recibir nada a cambio. ?Y quer¨ªan hablarme de sindicatos? No, gracias¡ lo bueno es que en aquella etapa pude trabajar suficiente, no enfermar, seguir adelante.
?Le educaron en el juda¨ªsmo? Mis padres no practicaban, eran muy modernos. Yo pertenezco a la tercera generaci¨®n de ateos. Proven¨ªamos de Bielorrusia, pero no me interesa nada todo eso.
?Y c¨®mo se decant¨® hacia el budismo? Pero m¨ªreme, ?le parezco budista? Lo dice porque lo ha le¨ªdo en alguna parte.
S¨ª, eso he le¨ªdo. Ya, pero a m¨ª ni me lo ha escuchado, ni lo ha visto. Todo eso tiene que ver con la etapa en la que estuve en India estudiando su m¨²sica, tambi¨¦n me pas¨¦ por el Himalaya y me hice muy amigo de gente perseguida. Admir¨¦ su fuerza, sus creencias, pero resulta que tambi¨¦n eran ateos, no veneraban a nadie en particular.
Llama a enga?o tambi¨¦n que muchos de sus trabajos nacen de una inspiraci¨®n budista. Desde luego, no hay duda, y mi admiraci¨®n por esa cultura es palpable, pero si me hubiese convertido a algo, nunca habr¨ªa pedido el ingreso con carn¨¦ en ninguna organizaci¨®n.
Ya. Cuando voto en Estados Unidos, lo hago por los dem¨®cratas, pero tampoco me he afiliado nunca. Cuando hablo de independencia, lo digo en el sentido m¨¢s amplio de la palabra. Ahora que doy muchas charlas, imparto clases y dem¨¢s, cuando los alumnos me piden consejo sobre algo, en general, les digo lo mismo: ser independientes.
Qu¨¦ dif¨ªcil. ?Independencia como sin¨®nimo de absoluta libertad? S¨ª, y de autosuficiencia. Un m¨²sico se me quejaba una vez de que necesitaba trabajar para casarse, criar ni?os, etc¨¦tera. Yo nunca he gozado de un empleo estable y he tenido cuatro hijos. Lo que tengo es mi trabajo, pero mi trabajo no es un empleo, es una vocaci¨®n. Fui llamado para esto, como los bailarines. En ese aspecto, la llamada todav¨ªa es m¨¢s fuerte, porque a los 40 a?os se quedan sin nada. Pero hasta entonces lo dan todo, tienen una relaci¨®n con su arte que roza la entrega total, que les despierta una conciencia mortal, de ser mortales; como ser torero, imagino, no hay toreros mayores.
Puede haberlos. No podr¨¢n con los toros entonces, aunque dentro del ballet existen tambi¨¦n casos que salen a escena con edades venerables. Pero no en general. Su trabajo tiene que ver con lo transitorio. Saben que acabar¨¢ todo, pero tratan de no darle importancia. Los m¨²sicos duramos m¨¢s. El trabajo es f¨ªsico, ejercitamos todos nuestros apoyos vitales, el movimiento, el sentimiento, el intelecto. Si no los desarrollas, no eres un m¨²sico completo. Es nuestra armon¨ªa, y necesitas estar en forma para desarrollarla al completo.
?Y el piano? Lo toco constantemente, pero cada d¨ªa resulta m¨¢s duro. Me siento satisfecho con lo que he hecho a lo largo de mi vida como pianista. Cuando escucho grabaciones de mis antiguos discos ahora, me gustan m¨¢s. Era muy cr¨ªtico entonces; ya me calm¨¦. No hay concierto en el que no haya cometido varios errores; cada uno de nosotros afrontamos un recital como el que va a ser perfecto y nunca lo logramos. Horowitz era famoso por sus errores, pero la gente hac¨ªa cola para verle.
Es que hay errores que pueden convertirse en ge??nialidades, como fue el caso de Horowitz. Cierto, era un gran artista.
Usted ha sido testigo del siglo XX. Desde el Dalai Lama hasta Allan Ginsberg, Samuel Beckett o Warhol, ha conocido a un pu?ado de protagonistas fundamentales. A Warhol, s¨ª, en los tiempos de la Velvet Underground. Soy muy amigo de Lou Reed, pero ?sabe qu¨¦? En aquella ¨¦poca consum¨ªan demasiadas drogas. No aguantaba el ritmo. Ten¨ªa que levantarme pronto para trabajar al d¨ªa siguiente. No se puede concentrar uno as¨ª, y era muy celoso de mi tiempo. Tambi¨¦n estaba muy convencido de no ser alguien dotado de demasiado talento, m¨¢s bien era normal, y esa carencia deb¨ªa suplirla con un trabajo constante y disciplinado. Nunca goc¨¦ del lujo de un talento excesivo, pero s¨ª de una notable voluntad, que es igual de importante.
Bueno, hoy pocos pueden negar que ha aportado grandes cosas a la m¨²sica de nuestro tiempo. En fin, es lo que usted dice, pero le aseguro que ha sido m¨¢s gracias a jornadas como el d¨ªa de hoy en el que hemos comenzado a hablar a las diez de la ma?ana y probablemente acabe mi trabajo a las once de la noche con un descanso para comer algo.
Agotador. La gente no llega a apreciar lo que cuesta hacer bien este trabajo.
Y de Beckett, ?qu¨¦ recuerda? Era un tipo curioso. Viv¨ªamos cerca en Par¨ªs. Trabajaba con nosotros en nuestro grupo teatral. Colaboramos juntos. Yo compon¨ªa m¨²sica para obras suyas. Cuando le preguntaba qu¨¦ quer¨ªa exactamente, me respond¨ªa cosas que no entend¨ªa. Por ejemplo, cuando hicimos Company, un mon¨®logo, le pregunt¨¦: ¡°?D¨®nde va la m¨²sica?¡±. Me respondi¨®: ¡°En cada silencio, y como te salga¡±. Eso hice. ?ramos j¨®venes y le admir¨¢bamos. Lo ¨²ltimo que hice fue algo como preludio de una obra suya, porque ya no quer¨ªa m¨²sica en sus piezas. Me encantan el teatro y la ¨®pera; para m¨ª son el arte en perpetua colaboraci¨®n y compenetraci¨®n.
Pero siempre alguien destaca sobre los dem¨¢s. Yo creo que debe ser el compositor, est¨¦ vivo o muerto. Si vive, m¨¢s; en mi caso, todo debe ser aprobado por m¨ª.?
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