Construcciones muy m¨®viles
Espa?a exporta arquitectos m¨¢s que arquitecturas
Las arquitecturas inm¨®viles se mueven mucho. Nada parece tan est¨¢tico como las construcciones, s¨®lidamente enraizadas en un lugar del planeta, y sin embargo nada se desplaza con tanta agilidad como las personas y las ideas que les dan forma. Desde las culturas megal¨ªticas hasta el mundo contempor¨¢neo, pasando por la eficaz reiteraci¨®n de las obras romanas, el f¨¦rtil tr¨¢fico de los constructores medievales o la oce¨¢nica difusi¨®n del lenguaje cl¨¢sico, la arquitectura ha desbordado siempre su condici¨®n local para derramar su influencia alrededor. La globalizaci¨®n de la arquitectura no es un fen¨®meno reciente, por m¨¢s que durante las ¨²ltimas d¨¦cadas hayamos asistido a una aceleraci¨®n de este proceso, multiplic¨¢ndose la dispersi¨®n geogr¨¢fica del trabajo de las grandes oficinas, que han colonizado los cinco continentes con iconos dise?ados a muchos husos horarios de distancia.
En contraste, buena parte de la humanidad se aloja en construcciones espont¨¢neas, levantadas con m¨¢s ingenio que recursos, y sin otra gu¨ªa que la est¨¦tica de la escasez y la ¨¦tica de la necesidad. Pero estos dos rasgos distintivos otorgan tambi¨¦n una dimensi¨®n global a esos asentamientos informales, que usan materiales locales y geometr¨ªas elementales para establecer patrones compartidos en favelas latinoamericanas, bidonvilles africanas o shanty towns asi¨¢ticas. Al cabo, lo que tenemos en com¨²n resulta ser m¨¢s importante que las caracter¨ªsticas diferenciales de unos u otros, y este planeta crecientemente urbanizado se enfrenta a desaf¨ªos constructivos o arquitect¨®nicos donde las demandas gen¨¦ricas priman sobre los requisitos espec¨ªficos. La ciudad informal es tambi¨¦n global, y la fertilizaci¨®n cruzada de sus experiencias se beneficia de la movilidad de los arquitectos o los cooperantes, aut¨¦nticos agentes polinizadores de un cent¨®n de procesos.
Norman Foster, cuya firma con sede central en Londres construye en todo el mundo ¡ªdesde el aeropuerto de Pek¨ªn, la mayor obra del planeta, hasta una peque?a escuela en Sierra Leona¡ª, es un arquitecto global, pero tambi¨¦n lo es Di¨¦b¨¦do Francis K¨¦r¨¦, que desde el Berl¨ªn donde se form¨® proyecta parques, polideportivos y museos en Mal¨ª y hasta una ¨®pera en su nativa Burkina Faso. Tanto los grandes encargos emblem¨¢ticos como las m¨¢s silenciosas regeneraciones urbanas participan en una conversaci¨®n cultural y t¨¦cnica que trasciende las fronteras, y de esos di¨¢logos surgen las ideas que transforman territorios y paisajes, metamorfoseando las ciudades que enmarcan nuestra vida colectiva y penetrando en los reductos resistentes de la intimidad. En esas nuevas cartograf¨ªas intelectuales y emotivas se hibridan las tendencias globales con las realidades locales, y la tensi¨®n inevitable y f¨¦rtil entre ambas es la m¨¢s eficaz partera de las arquitecturas mejores.
Si el cine nos recuerda que, adem¨¢s del omnipresente Hollywood, existen un Bollywood en India y un Nollywood en Nigeria que han llegado a consolidarse como formidables industrias, en el ¨¢mbito de la arquitectura debe igualmente subrayarse que esta no se agota con edificios ic¨®nicos, las obras de autor o ni siquiera con construcciones firmadas por profesionales. Existe un vasto oc¨¦ano de arquitectura sin arquitectos que se extiende desde los entornos vern¨¢culos y tradicionales hasta los tapices informales o espont¨¢neos, y en estos ¨¢mbitos existe una poderosa l¨®gica material, funcional y clim¨¢tica que puede servir de est¨ªmulo y ejemplo para muchas obras emblem¨¢ticas y no pocos autores de referencia.
Las arquitecturas del planeta que recoge el Atlas editado por la Fundaci¨®n BBVA aspiran a dar testimonio de nuestro tiempo, pero tambi¨¦n a dar cuenta de los debates y conflictos de la propia disciplina, que se enfrenta a un mundo en mutaci¨®n con herramientas y actitudes envejecidas, sometidas como est¨¢n a la obsolescencia acelerada que provoca la rapidez vertiginosa de los cambios. El ¨²ltimo cap¨ªtulo del ¨²ltimo volumen se dedica a las arquitecturas ib¨¦ricas, que han transitado en pocos a?os del ¨¦xtasis del reconocimiento internacional a la agon¨ªa de una crisis sin fondo que ha devastado el tejido profesional y centrifugado el talento fuera de nuestra Pen¨ªnsula: es una variante dolorosa de la globalizaci¨®n, pero tambi¨¦n un acicate para comenzar a pensar de otra manera.
Espa?a exporta arquitectos m¨¢s bien que arquitecturas, y las que hace casi veinte a?os fueron descritas aqu¨ª como las obras de la social opulencia han mostrado ser plantas de invernadero, exquisitas en su ambiente protegido y menos capaces de sobrevivir a la intemperie cuando el tiempo se torna inh¨®spito. El prestigio y la popularidad medi¨¢tica obtenidos durante los a?os de bonanza no bastaron para impulsar un proceso de internacionalizaci¨®n que exige tambi¨¦n fortaleza empresarial e instituciones s¨®lidas. Como en tantas otras esferas de la vida espa?ola, los arquitectos debemos aprender a dar m¨¢s por menos para robustecer nuestra capacidad de servicio, y poner mayor ¨¦nfasis en lo com¨²n, porque solo dando prioridad a lo que compartimos podemos reforzar nuestros v¨ªnculos comunitarios. El pa¨ªs ha transitado del resplandor al rescate, y sus arquitecturas inm¨®viles han dado testimonio de esa mudanza poni¨¦ndose en movimiento: desplaz¨¢ndose hacia fuera con la fuga de las gentes y derrumb¨¢ndose hacia dentro con el colapso de las oficinas. Pero el mundo ancho y ajeno que documentan las palabras y las im¨¢genes del Atlas espera en el umbral.
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