Volver a creer en Europa
La UE debe aprovechar la crisis para buscar una nueva legitimidad. Su gran desaf¨ªo es buscar la uni¨®n en la gobernanza impulsando mejorar las Administraciones de los pa¨ªses con problemas econ¨®micos y estructurales
La Uni¨®n Europea se ha quedado sin fuelle. Construida, en un principio, para desactivar las tensiones existentes tras dos guerras mundiales y ayudar a crear un mercado m¨¢s amplio y profundo, despu¨¦s se transform¨® en un club al que los pa¨ªses m¨¢s pobres del sur de Europa y los antiguos miembros del bloque sovi¨¦tico pod¨ªan aspirar a pertenecer. Su ¨¦xito le otorg¨® una legitimidad inmediata a ojos de sus ciudadanos. Pero desde que la crisis financiera y econ¨®mica interrumpieron el crecimiento y la convergencia, muchos europeos han empezado a preguntarse si de verdad necesitamos la UE. El sur sufre las duras medidas de austeridad y la p¨¦rdida de soberan¨ªa; el norte est¨¢ cada vez m¨¢s molesto por tener que subvencionar a sus ¡°hermanos despilfarradores¡±, con pol¨ªticos corruptos, aparatos del Estado ineficaces y estilos de vida insostenibles. Con su justificaci¨®n hist¨®rica desvanecida hace tiempo, el proyecto de la UE afronta una crisis existencial.
Sin embargo, la crisis actual es una oportunidad, aunque no lo parezca. Si los l¨ªderes europeos la aprovechan, podr¨¢n mejorar la competitividad y, por tanto, el nivel de vida en el sur y el este, y al mismo tiempo aumentar la legitimidad de la UE. Para ello, necesitan cambiar su centro de atenci¨®n. Deben pasar de la estrategia de ¡°receta y control¡±, con un objetivo fiscal, a una participaci¨®n verdaderamente activa, sobre el terreno, centrada sobre todo en arreglar las problem¨¢ticas Administraciones p¨²blicas de esos pa¨ªses. Es una estrategia audaz que concebir¨ªa Europa como una uni¨®n de gobernanza y que podr¨ªa recuperar el entusiasmo por el proyecto europeo y darle el relato convincente que no tiene en la actualidad. Y es una cosa factible, si se recurre a las fuentes que poseen la experiencia adecuada (por ejemplo, el Banco Mundial, la OCDE y el FMI).
Nuestra propuesta consiste sobre todo en centrarse en mejorar la gobernanza y reducir la influencia pol¨ªtica, utilizando y adaptando los mecanismos de la UE y su imparcialidad potencial para mejorar la administraci¨®n en los pa¨ªses con problemas estructurales y econ¨®micos. Los pa¨ªses perif¨¦ricos solo podr¨¢n crecer de forma sostenible si aumentan la capacidad de sus econom¨ªas ¡ªy sus empresas¡ª de innovar, disminuyen el papel distorsionador del sector p¨²blico, con sus protecciones forzosas y burocracias innecesarias, y mejoran la utilizaci¨®n de los recursos que hace ese sector p¨²blico. La experiencia indica que las reformas para mejorar la competitividad no suelen ser tan duras como parecen, salvo para algunos cargos vociferantes y bien relacionados. Tanto en el sur como en el este, son pocos los que se negar¨ªan a ayudar a sus empresarios, mejorar la calidad de sus universidades, remediar los excesos burocr¨¢ticos y combatir plagas sociales como la evasi¨®n fiscal. Adem¨¢s, esas medidas har¨ªan probablemente que el norte estuviera m¨¢s dispuesto a contribuir al desarrollo del continente.
Los ciudadanos quieren gobiernos competentes que no malgasten el dinero de sus impuestos
Ahora bien, existe un gran obst¨¢culo pr¨¢ctico para aplicar esas reformas, que es la debilidad de la Administraci¨®n p¨²blica, agravada por la intervenci¨®n pol¨ªtica y el amiguismo. En parte debido a la crisis, cada vez son m¨¢s numerosos los dirigentes pol¨ªticos con la visi¨®n y el impulso necesarios para hacer las reformas, incluso en pa¨ªses como Italia o Grecia. Pero el entorno en el que intentan sacarlas adelante suele ser poco favorable. Los l¨ªderes reformistas no pueden obtener resultados por s¨ª solos. La puesta en pr¨¢ctica debe contar en los niveles inferiores con una Administraci¨®n p¨²blica que tenga tambi¨¦n esa voluntad, adem¨¢s de la capacidad t¨¦cnica y profesional necesaria. Y ese es el problema. Es dif¨ªcil encontrar una Administraci¨®n as¨ª en el sur y el este de Europa. Sus ciudadanos desean unos Gobiernos competentes que no malgasten el dinero de sus impuestos y les proporcionen servicios p¨²blicos eficaces. Si la UE pudiera ser la principal impulsora de esos cambios, incrementar¨ªa enormemente su popularidad y su legitimidad.
La UE debe obligar a los pa¨ªses con problemas a examinarse a s¨ª mismos, y empujarles a hacer las reformas administrativas hasta que mejoren las circunstancias econ¨®micas. Para ello, el aparato administrativo de la UE debe centrarse m¨¢s en los resultados e impulsar una mejor gobernanza. Hay que reemplazar a los encargados de redactar normas por personas capaces de gestionar el cambio, y sustituir las circulares por planes de acci¨®n. El norte puede utilizar su eficiente Administraci¨®n y su ventaja competitiva para desarrollar el sur y el este, sin dejar de subrayar los beneficios para la poblaci¨®n europea. Con ello puede elaborar el relato y crear el valor a?adido que Europa necesita.
Este cambio exigir¨ªa una gran revisi¨®n de las t¨¢cticas, las estructuras y las pol¨ªticas de la UE. En lugar de dedicarse a recetar pol¨ªticas y controlar al detalle la gesti¨®n, como est¨¢ haciendo el Grupo de Trabajo de la UE en Grecia, hay que identificar las estructuras capaces de transformar la Administraci¨®n p¨²blica y redise?ar los incentivos. No debemos dictar ni gestionar desde arriba; debemos presionar para que haya transparencia y liberar las fuerzas de base que desean un Gobierno m¨¢s eficiente y mejores condiciones para la iniciativa emprendedora y la competitividad. Adem¨¢s hay que contar con la gente m¨¢s apropiada: m¨¢s que cuadros medios de la burocracia europea, gestores del cambio, con experiencia, una responsabilidad clara y un mandato tambi¨¦n claro.
Hay que reemplazar a los encargados de redactar normas por personas que gestionen el cambio
A la hora de abordar los problemas, una uni¨®n de gobernanza deber¨ªa adoptar una perspectiva de aut¨¦ntica reestructuraci¨®n y aprovechar la experiencia del Banco Mundial y otras organizaciones en la reconstrucci¨®n de instituciones. No debemos pensar en c¨®mo y por qu¨¦ los griegos, espa?oles o italianos son diferentes. Debemos pensar en las patolog¨ªas comunes, las soluciones comunes y las respuestas que se pueden obtener con una UE decidida a mejorar la Administraci¨®n y el contexto para la actividad econ¨®mica.
Somos muy conscientes de las dificultades que supone un programa similar de reformas y de que es probable que haya una gran resistencia al cambio. Hay quien dice que ¡°si para la empresa el cambio es necesario para sobrevivir, para la Administraci¨®n p¨²blica y los pol¨ªticos es la ruta m¨¢s r¨¢pida hacia el fracaso¡±. Las Administraciones y, todav¨ªa m¨¢s, las organizaciones internacionales como la UE, han aprendido a proteger sus burocracias m¨¢s que sus intereses nacionales, y no ser¨¢n las que tomen la iniciativa. Tampoco los pol¨ªticos, cada vez m¨¢s obsesionados por la reacci¨®n inmediata de la opini¨®n p¨²blica y los medios. Por eso debemos presionar para que las cosas cambien, hacer que los pol¨ªticos comprendan su importancia y vean que la alternativa es peor. Debemos educar a los medios y utilizar la blogosfera para seguir la repercusi¨®n a largo plazo de nuestras estrategias. Debemos asegurar la viabilidad del proyecto europeo; y para ello hacen falta valor y una visi¨®n que podamos articular. El lema puede ser Europa como uni¨®n basada en la gobernanza.
La resistencia a esa uni¨®n de gobernanza ser¨¢ feroz entre algunos pol¨ªticos obcecados, funcionarios recalcitrantes y empresarios con conexiones pol¨ªticas, que intentar¨¢n proteger un statu quo que les beneficia. De hecho, quiz¨¢ preferir¨ªan que hubiera un ascenso de los extremismos y nacionalismos, que permiten tener menos transparencia, responsabilidad y competitividad. A pesar de ello, debemos replantear la tarea de revisi¨®n. Alcanzar una uni¨®n de gobernanza, basada en la rendici¨®n de cuentas, y no en formalismos legales y tomas mec¨¢nicas de decisiones, es a¨²n m¨¢s importante que construir una uni¨®n fiscal basada en transferencias presupuestarias. Si lo conseguimos, es posible que los europeos vuelvan a creer en la UE y Europa tenga por fin la oportunidad de desempe?ar el importante papel que le corresponde.
Michael G. Jacobides ocupa la c¨¢tedra Sir Donald Gordon de Iniciativa Empresarial e Innovaci¨®n en la London Business School. Martin Bruncko es director y responsable para Europa del Fondo Econ¨®mico Mundial.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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