Tara Lynn desaf¨ªa la tiran¨ªa de las tallas
Tara Lynn quer¨ªa ser fil¨®loga y se apunt¨® a una agencia de modelos para pagarse los estudios Es una de las figuras que rompieron los clich¨¦s de la industria de la moda
Siendo au pair en Par¨ªs, con 21 a?os, Tara Lynn (Seattle, 1982) toc¨® fondo. La ni?a de seis a?os a la que cuidaba le dijo: ¡°Yo te quiero igual, aunque mis amigas se r¨ªan de ti porque est¨¢s gorda¡±. ¡°El comentario me afect¨® tanto que me ech¨¦ a llorar. Pens¨¦: ¡®Suficiente, desde hoy estoy a dieta¡±, cuenta. Empez¨® a hacer jogging. A vigilar lo que com¨ªa. Adelgaz¨® 30 kilos en dos a?os. ¡°Y pens¨¦ de nuevo: ¡®Vale, tengo que dejar de obsesionarme con el peso¡±. Hoy no baja de la 42 y es una de las modelos de tallas grandes m¨¢s solicitadas del planeta.
La industria de la moda la descubri¨® a principios de 2010, cuando desafi¨® desde la revista V junto con otras colegas de rutilantes curvas a la delgadez imperante en las pasarelas. Pronto, las publicaciones m¨¢s relevantes del sector (Elle, Glamour, Vogue Italia) fijaron su atenci¨®n en Lynn. H&M la contrat¨® como imagen de ba?o en 2012. Su carrera es imparable desde entonces. Pero se sabe una rareza. ¡°Basta con abrir una revista o mirar la televisi¨®n para contemplar un mundo de mujeres delgadas e ideales seg¨²n un patr¨®n ya establecido. Yo no he sentido la misma presi¨®n que las modelos muy delgadas, a las que se las empuja a vivir obsesionadas hasta con la l¨ªnea que marca el hueso de su cadera¡±.
No pensaba dedicarme a esto. Y es ir¨®nico: crec¨ª acomplejada por mi f¨ªsico y hoy gracias a ¨¦l he alcanzado el ¨¦xito"
Hace cuatro o cinco temporadas, desde algunos de los foros autorizados de la moda parec¨ªa existir una reivindicaci¨®n de estereotipos alternativos. Asomaban mujeres m¨¢s mayores, con m¨¢s curvas o, sencillamente, diferentes. Reales. Incluso el propio Karl Lagerfeld, que proclam¨® que Adele estaba ¡°un poco demasiado gorda¡±, tuvo que tragarse sus palabras al ver c¨®mo Anna Wintour situaba a la cantante en la portada de Vogue (el dise?ador le envi¨® varios bolsos de Chanel a modo de disculpas). Pero exist¨ªa una sensaci¨®n de antojo, de reivindicaci¨®n pasajera. Algo, por otra parte, cong¨¦nito a esta, ya de por s¨ª, caprichosa industria. ¡°Soy consciente de esa hipocres¨ªa¡±, reflexiona Lynn. ¡°Mucha de la atracci¨®n medi¨¢tica que captamos entonces las modelos de tallas grandes parec¨ªa dirigida a encubrir la presencia de tanta maniqu¨ª esquel¨¦tica. Por momentos nos sentimos como una diversi¨®n m¨¢s en ese circo. Algo as¨ª como: ¡®Mirad, apostamos por la diversidad¡¯. Piensas que has roto un molde, cuando, en realidad, te han metido en otro. Pero, en ¨²ltima instancia, s¨ª me siento part¨ªcipe de esa diversidad en la belleza por la que muchos claman¡±.
Junto con sus contundentes reflexiones, Tara Lynn esgrime una risa contagiosa y expansiva. Tambi¨¦n una trayectoria diferente. ¡°Jam¨¢s pens¨¦ en dedicarme a esto. Esa es la iron¨ªa del asunto: que crec¨ª sinti¨¦ndome una mujer grande y acomplejada y hoy he triunfado gracias a mi f¨ªsico¡±. Entr¨® por primera vez en una agencia de modelos el d¨ªa antes de cumplir 25 a?os. Es decir, a la edad a la que muchas piensan en retirarse. Por entonces hab¨ªa vendido maquillaje, despachado muebles, trabajado en un banco (¡°donde me convert¨ª, probablemente, en la peor empleada del a?o¡±, se r¨ªe). Se dej¨® hacer unas polaroids ¡°por sacarme un dinerillo extra para retomar mis estudios de filolog¨ªa¡±. Habla franc¨¦s, ¨¢rabe y espa?ol (¡°tuve un novio venezolano¡±, justifica).
Dice que nunca hubo revistas en su casa (su madre es ceramista y profesora, y su padrastro, bater¨ªa) y que jam¨¢s pens¨® en ser modelo. ¡°A esto solo te dedicas si alguien te anima mucho o te paran por la calle. No es mi caso. Quer¨ªa ser cantante de ¨®pera o de jazz. Incluso, estudi¨¦ canto y se me daba bien. Tambi¨¦n quise ser escritora. A¨²n hoy escribo para m¨ª¡±. No piensa en el futuro. ¡°Se me ocurren mil cosas estimulantes que hacer cuando me queme de la moda. Pero lo primero ser¨¢ tener una casa propia, porque ahora vivo metida en una maleta¡±.
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