Por qu¨¦ a veces tomamos decisiones tan tontas
Imagina que recibes un email y solo con leer un par de l¨ªneas te empiezas a disgustar. El disgusto se convierte en enfado conforme sigues leyendo. Terminas tan enfadado que en ese momento te armas de teclado y rat¨®n, incluso te arremangas y comienzas a contestar en un tono nada diplom¨¢tico... Y cuando le das a la tecla de env¨ªo una idea, muy peque?a, se te ilumina en la mente y te dices¡ ¡°ay, quiz¨¢ no tendr¨ªa que haberlo enviado¡±. Si te ha ocurrido algo as¨ª, tranquilo, no eres el ¨²nico o ¨²nica que lo ha vivido. A veces somos ¡°presas¡± de nuestras emociones que nos hacen jugar malas pasadas. El motivo est¨¢ en nuestro cerebro.
Paul McLean, cient¨ªfico estadounidense, sugiri¨® all¨¢ por los a?os 60 una teor¨ªa para entender c¨®mo funciona nuestro querido cerebro. De un modo sencillo podr¨ªamos decir que tenemos tres sistemas neuronales interconectados, resultantes de nuestro proceso evolutivo: El m¨¢s antiguo es el reptiliano o tallo encef¨¢lico. Es el responsable de ciertos patrones de agresividad, de la defensa de nuestro territorio o de los instintos sexuales b¨¢sicos y que por supuesto, tienen tambi¨¦n los reptiles.
En el segundo sistema neuronal, el l¨ªmbico, reside la am¨ªgdala y es el que compartimos con el resto de mam¨ªferos. Ah¨ª es donde se procesan principalmente las emociones b¨¢sicas como la ira, el miedo, la alegr¨ªa o la tristeza.
Y el tercer y ¨²ltimo cerebro en la evoluci¨®n es el neoc¨®rtex, el que nos diferencia del resto de los animales. Gracias a ¨¦l hablamos, pintamos cuadros o somos cr¨ªticos. Seg¨²n Paul McLean este ¨²ltimo no act¨²a cual ¡°llanero solitario¡±. Trabaja en colaboraci¨®n con el resto de cerebro, especialmente con la am¨ªgdala. Y somos afortunados de que as¨ª sea. De otro modo, las madres no se sentir¨ªan vinculadas a sus hijos. Las cr¨ªas de animales sin neoc¨®rtex, como las serpientes, tienen que esconderse de su progenitora para no ser devoradas. En ese sentido la relaci¨®n es positiva. Pero tambi¨¦n tiene otras actividades no tan beneficiosas: la am¨ªgdala es capaz de cortocircuitar nuestra capacidad de pensar con frialdad.
Aunque la teor¨ªa del cerebro triuno ha quedado superada por otras investigaciones m¨¢s recientes, no cabe duda que ofrece una explicaci¨®n interesante: cuando somos presa de emociones muy intensas no siempre tomamos decisiones racionales adecuadas, como la de responder a ese email estando enfadados. Nuestro segundo cerebro, el l¨ªmbico, se hace con el control racional. Y el motivo es evolutivo. Si de repente ve¨ªamos un mamut corriendo hacia nosotros, para sobrevivir no era necesario pensar, tan solo actuar... es decir, salir por piernas. Sin embargo, si el problema es un email, la decisi¨®n de actuar inmediatamente no es tan inteligente. Pero ya se sabe, es el precio de un cerebro cultivado durante siglos en las cavernas. Como dir¨ªa Rita Levi-Montacini, premio Nobel de Medicina en 1986:
Vivimos como en el pasado, como hace 50.000 a?os, dominados por las pasiones y los impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el componente cognitivo, sino por el componente emocional.
Vivimos como en el pasado, como hace 50.000 a?os, dominados por las pasiones y los impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el componente cognitivo, sino por el componente emocional.
RECETAS
- Identifica cu¨¢ndo est¨¢s superado por las emociones (alegr¨ªa, tristeza, miedo o ira) y activa internamente una se?al de alarma.
- Cuando est¨¦s muy enfadado, sigue el consejo que nos daban las abuelas: Cuenta hasta diez segundos, date una vuelta o consulta con la almohada. Pero enfr¨ªa la emoci¨®n.
- Si has de tomar una decisi¨®n en plena burbujeo emocional contrarr¨¦stalo con otra en sentido contrario. Si est¨¢s muy enfadado, piensa en algo amable; si est¨¢s euf¨®rico, en algo que te calme.
F?RMULA
Enfriar las emociones es un buen ant¨ªdoto para evitar decisiones poco adecuadas.
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