Sue?os delatores
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KNRRNX77K72MYIRC7UI2D7KN44.jpg?auth=dfa4fba7257f94d8f0942b16f8c07013d606a0503f5ca5bc8bb4c6d2579ba8b0&width=414)
Los sue?os, esa otra vida secreta que tenemos por las noches, siempre han fascinado a los seres humanos. ?Por qu¨¦ so?amos? Lo cierto es que no se sabe con seguridad. A lo largo de la Historia se han barajado diversas explicaciones a ese conjunto de im¨¢genes tan raras y tan v¨ªvidas que de repente se nos encienden en la cabeza mientras dormimos. Lo m¨¢s tentador, naturalmente, ha sido considerarlos un mensaje del otro mundo, puesto que la vida dormida parece una existencia paralela, m¨¢s all¨¢ de las fronteras de lo real. Santones, adivinos y profetas han visto en los sue?os su tel¨¦fono directo con las divinidades, la v¨ªa m¨¢s id¨®nea para recibir los mensajes sagrados. Pero no es necesario ser un gur¨² profesional para ponerse a interpretar los propios sue?os como un desasosegante aviso de ultratumba. Calpurnia, la mujer de Julio C¨¦sar, tuvo repetidas pesadillas que le hicieron colgarse del cuello de su marido implor¨¢ndole que no acudiera al Senado el d¨ªa que fue asesinado, o eso cuenta la conocid¨ªsima leyenda (claro que quiz¨¢ la buena se?ora fuera una paranoica y se le colgara del cuello cada vez que sal¨ªa de casa, las leyendas nunca cuentan los pron¨®sticos fallidos); y los guerreros del pasado, desde Alejandro el Magno a Solim¨¢n el Magn¨ªfico, sol¨ªan mostrar una inquietante tendencia a so?ar estrategias y augurios en la v¨ªspera de las grandes batallas. Cosa que por otra parte no me extra?a, porque incluso hoy resulta dif¨ªcil escapar por completo de la pegajosa verosimilitud que tienen algunos sue?os, del temor ancestral e irracional a que sean un presagio.
Lo cierto es que necesitamos los sue?os. So?ar regula nuestra mente¡±
Luego est¨¢ la parte interpretativa de la psique, el simbolismo freudiano del inconsciente. Tambi¨¦n en este territorio ha habido mucha basura, muchos manuales absurdos que aseguran, por ejemplo, que so?ar con fuego tiene connotaciones sexuales u otras tonter¨ªas semejantes. Pero si se intenta comprender de forma rigurosa qu¨¦ representa cada sue?o para cada persona, creo que la interpretaci¨®n puede tener bastante sentido. Porque los sue?os nacen del inconsciente, o al menos mantienen un contacto m¨¢s directo con ¨¦l, m¨¢s libre de represiones y controles; as¨ª que resulta razonable pensar que nuestros sue?os, o al menos algunos de ellos, nos describen de una manera simb¨®lica y profunda. Que hablan de nuestras angustias y de nuestros deseos, aunque a menudo no sepamos comprenderlos. Quiero decir que son una especie de lenguaje. Confuso y aproximativo, pero lenguaje.
Aunque todav¨ªa no hay una explicaci¨®n cient¨ªfica definitiva sobre la causa de los sue?os, las ¨²ltimas y m¨¢s plausibles teor¨ªas apuntan al hecho de que esas im¨¢genes intensas que tantos santones tomaron por la voz de Dios son en realidad la basura del cerebro, una descarga de nuestro sistema neuronal. Mientras dormimos, el cerebro sigue activo y se ¡°limpia¡± autom¨¢ticamente, como el ordenador que se queda autoanaliz¨¢ndose mientras nosotros nos vamos a la cama. Lo cierto es que necesitamos los sue?os de manera esencial; diversos experimentos han demostrado que, si se permite dormir a los sujetos pero se les impide so?ar (un 25% de nuestras noches las pasamos so?ando y esos periodos son identificables por los r¨¢pidos movimientos de los ojos bajo los p¨¢rpados cerrados), a los pocos d¨ªas los individuos est¨¢n agotados y padecen claros desequilibrios ps¨ªquicos. So?ar regula nuestra mente.
Pero para experimento espectacular y espeluznante, el que acaban de hacer en el Laboratorio de Neurociencia Computacional ATR de Tokio, seg¨²n recoge la revista Science. Un tal Yukiyasu Kamitani convenci¨® no s¨¦ c¨®mo a tres pobres sujetos a que se prestaran a la tortura de pasarse largas sesiones de tres horas al d¨ªa, durante diez d¨ªas, metidos dentro de un claustrof¨®bico y ensordecedor tubo de resonancia magn¨¦tica. Cuando los sujetos se dorm¨ªan en el tubo, pese a todo (supongo que se someter¨ªan a un dr¨¢stico programa de vigilias para lograrlo), y empezaban a so?ar, los investigadores los despertaban y les ped¨ªan que describieran las im¨¢genes on¨ªricas que estaban teniendo. Este proceso se repiti¨® hasta 200 veces con cada sujeto. Y ahora viene la parte aterradora y despampanante del experimento: cruzando por ordenador los gr¨¢ficos de la resonancia magn¨¦tica con los contenidos expresados por los durmientes, Kamitani ha logrado ¡°adivinar¡± con un 60% de acierto en qu¨¦ estaban so?ando sus sujetos con s¨®lo ver el dibujo de las ondas cerebrales. Si estos resultados son fiables, lo que implica es tremendo: ser¨ªa el primer paso para conseguir una m¨¢quina capaz de leer los pensamientos. Al final va a ser verdad que los sue?os son la llave de nuestra mente.
Twitter: @BrunaHusky
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.