La actual dificultad de morder
Hace dos meses largos publiqu¨¦ aqu¨ª una columna ¨C¡°En los a?os de la distracci¨®n¡±¨C en que me hac¨ªa eco de unas declaraciones de Mu?oz Molina sobre ¡°la p¨¦rdida del esp¨ªritu cr¨ªtico¡± de sus ¡°colegas¡± y en las que afirmaba que ¡°el ¨²nico intelectual comprometido que hab¨ªa en 2007 en Espa?a era El Roto¡±. Sin restarle m¨¦rito a este vi?etista, le opon¨ªa una serie de nombres, ci?¨¦ndome a los que escriben en este diario (en cuya hemeroteca se hab¨ªa zambullido Mu?oz Molina). Ahora Ignacio Echevarr¨ªa, que fue notable cr¨ªtico literario en El Pa¨ªs y por cuya exclusi¨®n de ¨¦ste protestamos p¨²blica y privadamente en su d¨ªa numerosos escritores, sale al paso de aquella columna m¨ªa ¨C¡°Cr¨ªticos y ¡®comprometidos¡±, en El Cultural de El Mundo¨C. Y entre otras cosas escribe: ¡°Produce incomodidad, ¡ en la lista de Mar¨ªas, ver amontonados seg¨²n qu¨¦ nombres. Es preocupante que no advierta las diferencias sustanciales¡± entre ellos, ni ¡°el valor y el peso que les confieren sus respectivas actitudes personales, p¨²blicas, pol¨ªticas¡±. Y concluye: ¡°Pese a las comillas que emplea, si Mar¨ªas piensa que a todos esos nombres les cabe el calificativo de ¡®comprometidos¡¯, ¡ no hay m¨¢s que hablar. Pero s¨ª, s¨ª hay¡±.
Parece como si el dudoso vocablo ¡°comprometido¡± quedara reservado a los que apoyan s¨®lo ciertas posturas"
Pues hablemos algo m¨¢s. Ladinamente, Echevarr¨ªa omite lo que yo a?ad¨ª justo despu¨¦s de mi enumeraci¨®n, a saber: ¡°Nos pueden gustar m¨¢s o menos sus respectivos estilos, sus ideas, su forma de argumentar. A algunos los podemos encontrar detestables, demag¨®gicos y a menudo errados, pero lo que no cabe decir es que no hayan estado ¡®comprometidos¡±. (Las comillas para este ¨²ltimo t¨¦rmino ven¨ªan por ser el de Mu?oz Molina, no por otro motivo.) En modo alguno, as¨ª pues, ¡°amontonaba¡± yo ni dejaba de ¡°advertir diferencias¡± entre los autores citados. Parece como si para Echevarr¨ªa el dudoso vocablo ¡°comprometido¡± quedara reservado, cuando se habla de escritores y periodistas, a los que apoyan s¨®lo ciertas posturas. Como si hubiera quedado secuestrado por la izquierda, por simplificar y para entendernos. Para m¨ª, sin embargo, D¡¯Annunzio, Marinetti y Malaparte estuvieron muy comprometidos en pol¨ªtica, con el fascismo italiano; como Ruano, S¨¢nchez Mazas, Fox¨¢ o el primer Ridruejo con el franquismo, adem¨¢s de otros muchos. Hoy, entre los nombres que mencion¨¦, mi desacuerdo con Vargas Llosa es absoluto cuando dedica loas a seres tan da?inos y despreciativos como Thatcher o su pajecillo Esperanza Aguirre, pero no puedo decir que no est¨¦ ¡°comprometido¡±: contra todas las dictaduras y a favor del liberalismo a ultranza. En Savater, por poner otro ejemplo, ech¨¦ de menos una actitud m¨¢s cr¨ªtica hacia los Gobiernos de Aznar, pero en su denuncia de ETA y de los nacionalismos se ha comprometido hasta jugarse la vida. Nadie puede estar en todos los frentes, cada uno se centra en el que le parece m¨¢s grave y peligroso. Que yo encuentre demag¨®gico y permanentemente errado a Jim¨¦nez Losantos (por recurrir a alguien que escribe en el mismo medio que Echevarr¨ªa) no me impide reconocer que est¨¢ comprometido. Comprometid¨ªsimo, con sus ¨ªdolos pol¨ªticos y con sus odios.
Pero en la pieza de Echevarr¨ªa hab¨ªa una inferencia a¨²n m¨¢s ladina: si tantas denuncias de intelectuales ha habido, ¡°por qu¨¦ no han surtido ning¨²n efecto¡±, se preguntaba. ?No ser¨¢ que, ¡°lejos de intimidar a los responsables de tanto desaguisado, terminaron por inmunizarlos¡± con ¡°art¨ªculos ret¨®ricos, gesticulantes, ¡ sin verdadera mordiente cr¨ªtica e impugnadora?¡± [sic] Puede ser, no digo que no. Pero a un cr¨ªtico perspicaz como fue Echevarr¨ªa no puede escap¨¢rsele que hoy en d¨ªa nada ¡°muerde¡± a los pol¨ªticos, a¨²n menos a los financieros. Hace ya mucho que los ¡°responsables de los desaguisados¡± aprendieron la lecci¨®n: no hay que preocuparse de lo que diga nadie, as¨ª tenga prestigio o ¡°mordiente¡±, porque nada dura y todo se olvida en seguida. Si los pol¨ªticos actuales han desactivado a los sindicatos y al Parlamento; si las protestas y manifestaciones les traen sin cuidado, y las huelgas; si pasan por alto a la sociedad civil, invadida, reducida a la m¨ªnima expresi¨®n, convertida en meros pagadores de impuestos; si han minado la independencia de la justicia, ?c¨®mo van a sentirse ¡°intimidados¡± por las opiniones de los escritores? No est¨¢ bien hacerse el c¨¢ndido. S¨ª, en la ¨¦poca de la hoy denostada Transici¨®n hab¨ªa ministros, y hasta Presidentes de Gobierno, que mandaban a buscar el peri¨®dico del d¨ªa siguiente a los quioscos de madrugada preocupados por el veredicto de un editorial o de un intelectual influyente. ?Es eso imaginable ahora? Seguro que Echevarr¨ªa no es tan ingenuo como se fing¨ªa en su art¨ªculo. Muchas veces he reconocido que los que escribimos en prensa ¨Cy hacemos lo que podemos¨C sabemos de cu¨¢n poco servimos ahora. Damos algo de consuelo a los lectores que nos aprecian, tal vez los ayudamos a veces a ver un asunto desde una perspectiva distinta, eso es todo. ¡°Tanta ineficiencia¡± no nos es enteramente achacable, aunque al cr¨ªtico le convenga echarnos la culpa. ?l no ignora que los pol¨ªticos, como ante tantas otras cosas, se han tapado los o¨ªdos, se han blindado. El problema es que en su soberbia, y en el extra?o poder que democr¨¢ticamente se les ha entregado para que lo ejerzan con autoritarismo e impunidad, ya no se inmutan por ning¨²n griter¨ªo ni aceptan ning¨²n consejo de nadie.
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