?frica entre rejas
Autor invitado: Daniel Izuzquiza (coordinador de Pueblos Unidos)
Cada mes, unas mil personas extranjeras son encerradas en estas ¡°c¨¢rceles para inmigrantes sin papeles¡± o ¡°comisar¨ªas extendidas¡± que son los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE). En el de Madrid, por ejemplo, fueron ingresadas 3.060 personas a lo largo del a?o 2012. De ellas, un 41% proced¨ªan del ?frica subsahariana, siendo las nacionalidades mayoritarias Senegal, Nigeria, Guinea, Ghana y Camer¨²n.
Las dos im¨¢genes corresponden al entierro en Madrid de la congole?a Samba Martine, inmigrante fallecida el pasado diciembre en el Hospital Doce de Octubre, adonde fue trasladada desde el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche (Madrid), llevaba semanas enfermas. La mujer del vestido blanco es la madre de la fallecida. ? Gorka Lejarcegi
Seg¨²n el informe Atrapados tras las rejas, de la ONG jesuita Pueblos Unidos, un 18% de los ingresos en el CIE de Madrid proven¨ªan de Ceuta, Melilla o Canarias, pero no existe un protocolo de informaci¨®n o detecci¨®n de situaciones de posible asilo, refugio o protecci¨®n internacional subsidiaria. Tampoco hay un sistema efectivo de traducci¨®n e int¨¦rpretes. Quiz¨¢ a¨²n mayor vulnerabilidad presentan las mujeres que, con este perfil, con frecuencia son posibles v¨ªctimas de trata.
Precisamente, el estudio Mujeres en el CIE del grupo Inmigraci¨®n y Sistema Penal, concluye que ¡°la migraci¨®n femenina subsahariana presenta una gran vulnerabilidad¡±, por la dureza de un periplo migratorio que suele durar a?os y por la gran indefensi¨®n que padecen una vez llegadas a nuestro pa¨ªs. Muchas de estas mujeres huyen de situaciones susceptibles de asilo o protecci¨®n subsidiaria, pero no solicitan protecci¨®n internacional porque desconocen sus derechos y porque no se respeta el procedimiento para las solicitudes de asilo, al mermar los plazos y restringir garant¨ªas.
Dentro de los CIE, las situaciones m¨¢s dram¨¢ticas se pueden plasmar en dos grupos de personas: aquellas que llevan una vida estable y arraigada en Espa?a desde hace tiempo pero que, a pesar de ello, son internadas en el CIE; y aquellas otras que, tras un duro periplo africano, son detenidas en las costas espa?olas y tambi¨¦n internadas para su devoluci¨®n. He aqu¨ª dos botones de muestra.
Primero, el relato del horror vivido por Houdou en su viaje a Espa?a desde marzo de 2011 a agosto de 2012. Diecisiete meses. Casi 3.000 kil¨®metros. Al salir de Burkina Faso ten¨ªa veinte a?os. La parte m¨¢s ¡°c¨®moda¡± del viaje la realiz¨® hacinado en un ¡°pick-up¡± con otros 40 viajeros desde Burkina Faso a Mali, o amontonado en lo alto de un autob¨²s cruzando alg¨²n tramo del Sahara. La parte m¨¢s dura, sin embargo, fue atravesar durante semanas primero, y meses despu¨¦s el desierto. Bamako, Nouakchott, Dakla, Uchda, son etapas del viaje, la mayor¨ªa de ellas andando, en las que hab¨ªa que sobrevivir con una botella de agua para cada cinco o seis d¨ªas. No todos lo consiguieron. Vio morir a m¨¢s de quince personas. En alguna de estas localidades se demoraron algunos meses porque tuvieron que trabajar para poder pagar un sobreprecio que les exig¨ªan los que les gu¨ªan para proseguir el viaje. Al llegar a Nador, tuvieron que esperar a los que organizaban la ¨²ltima etapa del viaje.
Mientras, sobreviven gracias a la mendicidad y a los restos de basura que encuentran. Finalmente son embarcados para alcanzar un islote espa?ol no muy alejado de la costa marroqu¨ª. Su barca llega sin m¨¢s incidentes. Los ocupantes de alguna otra son obligados a desembarcar cuando a¨²n no hacen pie y alguno muere ahogado por no saber nadar. A su llegada al islote, son detenidos por entrada irregular en Espa?a. Trasladado al CIE de Aluche de Madrid, pasa all¨ª 60 d¨ªas encerrado y es finalmente liberado. ?Lograr¨¢ superar el horror de lo vivido?
El segundo caso es el de Ismael, que se repite con relativa frecuencia. Vive en Espa?a desde hace ya bastantes a?os y est¨¢ francamente asentado e integrado entre nosotros. En su caso, reside en el Pa¨ªs Vasco y cobra una ayuda mensual de la Diputaci¨®n Foral. Tiene un contrato de alquiler a su nombre, tambi¨¦n subvencionado por la Diputaci¨®n. Aunque la ley dice expl¨ªcitamente que el internamiento es una medida excepcional y de ¨²ltimo recurso, ?c¨®mo puede ser que la polic¨ªa haya podido solicitar internamiento en esta situaci¨®n y c¨®mo es posible que el juez lo haya autorizado? ?C¨®mo se puede considerar que no hay domicilio fijo o que hay riesgo de fuga?
Finalmente, Ismael fue liberado al ser admitido el recurso de reforma contra el internamiento. Pero el uso generalizado del internamiento y los ingresos indiscriminados constituyen una medida absurda y ¡°contra legem¡±. Causan un sufrimiento gratuito e innecesario, pero que tiene sus costes. Econ¨®micos, humanos y sociales.
En definitiva, seguimos atrapados tras las rejas. Seguimos a la espera de un reglamento que garantice de manera efectiva los derechos de las personas internadas en los CIE. Seguimos a la espera de que se pongan en pr¨¢ctica alternativas efectivas al internamiento de extranjeros. Una reciente campa?a de Amnist¨ªa Internacional, Andaluc¨ªa Acoge, Pueblos Unidos, Inmigrapenal y Mugak-SOS Racismo nos permite sumarnos a esta petici¨®n: ¡°Hay alternativas, no al internamiento de inmigrantes¡±.
(*) Una penosa situaci¨®n que se repite desde hace a?os y que desgraciadamente no va a mejor. He aqu¨ª algunos reportajes con informaci¨®n de casos similares publicados por El Pa¨ªs: Mujeres invisibles, El viaje de Cyrille
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