¡®Top models¡¯ de alta costura
La transici¨®n de la artesan¨ªa al ¡®pr¨ºt-¨¤-porter¡¯ en la moda espa?ola, vista a trav¨¦s de ocho trajes de la colecci¨®n textil Antoni de Montpalau Destacadas modelos lucen para 'El Pa¨ªs Semanal' piezas creadas entre las d¨¦cadas de los cuarenta y los setenta
La defensa de la moda como espejo de su tiempo tiene en el nacimiento del pr¨ºt-¨¤-porter uno de sus caballos ganadores. ?C¨®mo calificar si no un sistema capaz de reformularse por completo para adaptarse a una revoluci¨®n social y gene?racional como la de los a?os sesenta? La moda, que es una de las pocas manifestaciones f¨ªsicas de un fen¨®meno tan imposible de aprehender como el cambio, fue capaz de responder a una nueva sociedad con una construcci¨®n completamente distinta de su modelo.
Hasta los a?os cincuenta, la moda era un sistema que produc¨ªa sobre pedido. Los creadores propon¨ªan dise?os a una clientela que les encargaba los trajes a su medida y solo entonces se confeccionaban. Todo el asunto era caro, exclusivo, elitista, minucioso y lento. En los a?os sesenta, tales conceptos eran el enemigo a batir y la moda lo entendi¨® con una velocidad muy acorde con los tiempos. Los dise?adores empezaron a fabricar modelos en serie que la clientela pod¨ªa llevarse en el momento y a un precio mucho m¨¢s asequible. De ah¨ª el nombre: pr¨ºt-¨¤-porter significa ¡°listo para llevar¡± en franc¨¦s.
Yves Saint Laurent, el m¨¢s rebelde de los costureros de la era dorada de Par¨ªs, abri¨® en 1966 su primera tienda dedicada a este nuevo negocio. Pero la idea ya llevaba a?os en prueba de forma menos ruidosa. En Estados Unidos, por supuesto, pero tambi¨¦n en Par¨ªs. El historiador y cr¨ªtico de arte Josep Casamartina i Parassols sostiene que ya en 1952 Hubert de Givenchy empez¨® a comercializar ¡°piezas sueltas en serie¡±.
Casamartina es el comisario de una exposici¨®n que sigue el rastro de ese pr¨ºt-¨¤-porter en Barcelona. Se trata de la continuaci¨®n de una muestra anterior que se deten¨ªa en la producci¨®n de alta costura de la ciudad. El proyecto La edad de oro de la alta costura recal¨®, entre 2010 y 2011, en el Palau Robert de Barcelona, en el Museo del Traje de Madrid y en el de Teruel. Hasta el pr¨®ximo febrero, las mismas piezas establecen un di¨¢logo con las de Crist¨®bal Balenciaga en el museo dedicado al creador en Getaria (Gipuzkoa).
Antes del ¡®pr¨ºt-¨¤-porter¡¯, los americanos ya nos compraban el dise?o y lo reproduc¨ªan¡±, dice Berhanyer
Han sido las cifras de visitantes las que han alentado esta segunda parte. Barcelona ¡®pr¨ºt-¨¤-porter¡¯ 1958-2008 se puede ver en el Palau Robert hasta marzo. Presenta 300 trajes en tres rotaciones, ya que el objetivo es descubrir firmas olvidadas. ¡°Se trata de hablar de nombres que han desaparecido¡±, explica Casamartina. ¡°Es la cr¨®nica de un tiempo y un lugar. A veces, los dise?adores quieren donar el vestido m¨¢s espectacular del desfile, pero a m¨ª me interesa lo que la gente llevaba de verdad¡±. En estas p¨¢ginas, conocidas modelos espa?olas posan con trajes de esta colecci¨®n textil ¨Cpresentados en las dos muestras¨C que ilustran la desaparici¨®n de la exquisitez de la alta costura en favor de la modernidad de lo listo para llevar. El abandono de la artesan¨ªa por lo industrial.
El caso de Crist¨®bal Balenciaga, que cerr¨® su taller en 1968 antes de sucumbir al nuevo orden en su oficio, es uno de los m¨¢s citados para explicar que el tr¨¢nsito dej¨® sus v¨ªctimas. Pero hubo m¨¢s. Aunque Pedro Rodr¨ªguez mantuvo abiertas sus tres casas hasta 1979, ¡°ya no reconoc¨ªa como suyo el entorno que le rodeaba¡±, seg¨²n la historiadora de moda Silvia Ros¨¦s. ¡°Cuando el pr¨ºt-¨¤-porter no exist¨ªa, los americanos ya nos compraban los dise?os originales y los reproduc¨ªan por tallas¡±, defend¨ªa Elio Berhanyer en una entrevista en El Pa¨ªs Semanal en 2011. ¡°Los espa?oles vend¨ªamos mucho con ese sistema. Pertegaz y yo, desde aqu¨ª, y Balenciaga, desde Par¨ªs¡±.
La implantaci¨®n de un impuesto de lujo que en 1974 dobl¨® los precios de los trajes es citada por Casamartina y Berhanyer como uno de los principales motivos que asfixiaron a las casas de costura y dificultaron una transici¨®n de los dise?adores hacia el pr¨ºt-a-porter que fue m¨¢s arm¨®nica en Italia o Francia. Berhanyer, a diferencia de Balenciaga, trat¨® de reconvertirse a la confecci¨®n en serie, con resultado irregular. En los setenta mantuvo una buena producci¨®n, ya que el volumen de su negocio con Iberia (vest¨ªa a las azafatas) le permit¨ªa trabajar con un fabricante s¨®lido. Cuando el contrato con la aerol¨ªnea se termin¨®, empez¨® un lento declive que acabar¨ªa en 2010 con el cierre de su taller. A pesar de ello, una de las an¨¦cdotas favoritas, y m¨¢s repetidas, de Berhanyer se refiere a ese pr¨ºt-¨¤-porter con el que mantuvo una relaci¨®n ambivalente. Un d¨ªa, alguien le advirti¨® alarmado de que en Par¨ªs hab¨ªan inventado una m¨¢quina que iba a traer la ruina para todos los modistas: ¡°Meten un dibujo, entra una se?ora y sale vestida¡±, le explicaron. ¡°Lo han patentado: ?se llama Petra Porter!¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.